¿Your Queen?
No lo entendía….
Desde el trimestre pasado que siempre le pasaba lo mismo. No era
desagradable sino más bien confuso. Simplemente no era capaz de
comprender la situación en la que se había visto envuelto….
Normalmente siempre era
invisible ante los demás. Su falta de presencia hacía que
prácticamente le ignoraran en todo momento…. No le molestaba pues
había nacido con ello y se fue acostumbrando. Por eso el que ahora
todo el mundo, o casi todos en la academia, fuesen capaces de verle y
le hablaran se le hacía raro.
En realidad no es eso
lo raro, pues podría darse la casualidad con que todos ellos fuesen
muy perceptivos, aunque aquello era bastante improbable. No, lo que
de verdad le confundía era que le trataban con mucho respeto y le
hablaban con formalidad. En algunas ocasiones oía que le llamaban
como “Queen”, reina para quienes no lo sepan, y no entendía la
razón.
Cierto que muchos
estudiantes de allí eran nobles, pero ese no era su caso. Estudia
allí gracias a una beca en literatura y por lo tanto su estatus
social se encuentra en el promedio, no es pobre pero tampoco rico.
Así que la denominación de “la reina” no lo entendía. También
podría argumentar que era hombre, no mujer, pero la sociedad donde
vive no se rige por esos estándares…. Su sociedad se dividía en:
alfas, la mayor parte son hombres y están considerados como el
escalón más importante en la pirámide social. Normalmente de
carácter fuerte e intimidatorio, al igual que desprenden un aura de
poder que puede hacer temblar a otros; Betas, la gran mayoría de la
población encaja en esta categoría, tanto hombres como mujeres la
conforman y no tienen características destacables; por último, los
omegas, en su mayoría son mujeres, pero una pequeña parte también
son hombres. Suelen ser de carácter tímido y reservado, con un gran
instinto maternal. De aspecto delicado que fascina a los alfas y en
la época de apareamiento desprenden un fuerte olor para atraer al
macho, parecido al celo de los animales.
Este olor solo puede
llegar a los alfas solteros, pues en cuanto un omega ha sido marcado,
solo su pareja puede sentir cuando este ha entrado en celo. Además,
como son la minoría de la sociedad tienen el derecho de escoger a su
pareja…. No es que los alfas no puedan rechazarles, por supuesto
que pueden, sino que si un omega muerde a un alfa cuando este se le
acerca con intenciones mal sanas, le está inyectando un potente
veneno que no mata pero paraliza el cuerpo del contrario durante
horas… esto puede ser contraproducente para el susodicho pues si el
antídoto, que es la saliva del omega en cuestión, no es aplicado
irá perdiendo su olor a alfa, alterando su constitución hasta el
punto de convertirse en beta.
Ese en un mecanismo que
el propio cuerpo del omega, tanto si es hombre como mujer,
desarrollaron durante la época de guerra donde eran vendidos,
maltratados y violados, causando que su especie disminuyera
considerablemente. Al ser muy importante su presencia en la sociedad,
ya que los alfas solo pueden juntarse con omegas, los betas lo hacen
entre ellos, el sistema creado para protegerlos es muy complejo y
extenso.
Bueno, volviendo al
tema que nos atañe. Él era un omega, uno hombre, lo cual
significaba que era bastante raro al igual que valioso. El estatus
social tampoco era relevante en cuanto a relaciones sentimentales,
pues es el instinto que poseen lo que les lleva a aparearse, así que
muchos alfas parecieron interesarse en él al comienzo del curso
escolar, y en años anteriores también.
En algún momento
dentro del primer mes de clase, todos los alumnos, tanto betas como
alfas e incluso algunos omegas, comenzaron a tratarle con reverencia.
Sorprendentemente profesores de la institución también lo hacían,
lo que comenzó a causarle un malestar en el estómago importante. No
le gustaba. Llamar la atención no era lo suyo y que todo el mundo le
saludara con respeto y le trataran como a la nobleza más poderosa
era incómodo y casi desagradable.
Con el paso de los
meses comenzó a acostumbrarse, pero seguía teniendo muchas
preguntas. Respuestas que quería conseguir y ciertamente lo iba a
hacer. No pensaba seguir con ese juego que no entendía como había
comenzado ni quién…. Pero tenía muy claro que él lo iba a
acabar.
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Caminaba a la cafetería
con tranquilidad. No tenía prisa ninguna pues sus clases de la tarde
habían sido suspendidas cuando al maestro le llamaron del hospital
anunciando que su mujer estaba en labor de parto.
Sonrió levemente ante
el pensamiento de crear una familia. Cierto que tener instinto
maternal estaba dentro de los omegas, pero habían algunos que no
deseaban tenerlos. Su caso era clásico….. amaba a los niños. Le
gusta jugar con ellos, hacerles mimos, cuidarlos…. Era algo que
disfrutaba y en cierta medida siempre se imaginó que su profesión
sería ser maestro de jardín de infancia. Su sueño sigue ahí, pero
de momento quiere centrarse en la literatura pues también le
apasiona de sobremanera. Leer, analizar, comentar grandes obras de la
literatura le encantaba. Siempre intentaba leerlos en su idioma
original: japonés, inglés, francés…. Daba igual si tardaba
mucho al no conocer muy bien la lengua en cuestión. Prefería eso a
las adaptaciones pues siempre se pierde algo, algún matiz o sentido
que el autor/a había querido transmitir, a la hora de traducir.
Como todos los días,
los alumnos le saludaron con respeto en el momento en el cual entró
en el lugar. El comedor era enorme, normal si más de quinientos
alumnos debían usarlo, al igual que las terrazas y los jardines.
Caminó hasta el mostrador sin prestar atención a los demás, allí
pidió algo ligero: batido de vainilla, ensalada y una sopa de pollo,
si un poco raro, pero su apetito nunca había sido mucho así que
para él estaba bien comer poco.
Una vez se lo
entregaron caminó hasta su asiento habitual, al final al lado de la
ventana que da a uno de los hermosos jardines. Sonrió al tiempo en
que tomó un poco de su batido. Amaba la vainilla y esta bebida era
su preferida sin lugar a dudas.
-Deberías comer más o
al final te quedarás en los huesos.-oyó que le decían. Volteó
ligeramente para encontrarse con un alfa alto, de cabello rojizo,
ojos de igual color y afilados, dándole un aspecto salvaje. Su tez
era ligeramente bronceada y su cuerpo musculoso y atlético.
-Sabes que eso no
pasará.-dijo él con su expresión neutro de siempre. El contrario
suspiró y se dejó caer pesadamente en la silla enfrente la suya.
-Tetsuya…. Realmente
es extraño que nunca tengas apetito. O en su mayoría tan poco.-dijo
mirándole preocupado. Así era su amigo, el único que realmente era
considerado como tal por su persona.
-Eso es porque tengo
una pequeña y débil constitución. El médico me dijo que cuando
tenga pareja y haga “ese” tipo de actividades mi apetito
aumentará, al igual que si me quedo en estado.-respondió
tranquilamente y miraba de reojo al resto de alumnos.
En el mismo momento en
que Taiga se sentó con él, toda conversación y ruido había
abandonado la estancia. Volvió a mirar a su amigo que comía
toneladas de hamburguesas sin prestar atención a nadie más que a su
querida comida y a él.
Sonrió. Kagami Taiga
no era como él. Era hijo de un prestigioso político de América y
decidió venir a estudiar a Japón hace a penas un mes. Su japonés
es promedio y a veces se expresa en inglés pues de manera
inconsciente sabe que lo hará mejor en su idioma natal. Por lo tanto
su estatus social es alto, pero tampoco presume de ello sino que está
muy centrado en sus estudios. Sorprendentemente quiere ser bombero o
policía, todavía no se decide, pero él estaba seguro que su
pelirrojo amigo conseguiría cualquiera de las dos.
A pesar de esa extraña
forma en que todo el mundo le habla, Taiga nunca tuvo intención de
hacerlo. Se conocieron cuando este se transfirió.
“Caminaba a paso
apresurado. Se había quedado tan absorto leyendo su último libro
adquirido que llegaba tarde a su siguiente clase. Al girar en una
esquina golpeó algo duro y cayó al suelo. Los papeles que llevaba
se desperdigaron por todo el lugar y suspiró al notar que tendría
que ordenarlos otra vez.
-Lo siento, iba con
prisa.-murmuró y comenzó con su trabajo.
-Está bien también
fue mi culpa.-oyó la grave voz que por un momento le sorprendió.
-Eres un
alfa.-dictaminó mirándole pasivo.
-Así es… Y por tu
apariencia eres un omega.-dijo él con una sonrisa de lado. Solo
asintió y volvió a recoger el desorden que había causado con su
caída.
-Déjame, te
ayudo.-el pelirrojo se agachó y comenzó a recoger con él.
-No hace falta.
-Si, pues que
chocaras también fue mi culpa.
-Hmm.
El silencio se hizo
después de eso. Una vez acabaron y, como agradecimiento, le acompañó
hasta su siguiente aula, pues el alfa era nuevo y todavía le costaba
orientarse.
-¿Así que nuevo?
¿De donde vienes?-preguntó mientras caminaban.
-América. Pero me
gustó el programa de esta escuela así que me vine.-respondió como
si nada.
-Hmm…
Una vez llegaron
llamó a la puerta y entró. Tanto profesor como alumnos se
sorprendieron al verle con el nuevo alumno. Los murmullos no tardaron
en presentarse, pero los ignoró.
-Esta es tu
aula.-comentó y volteó para irse hacia la suya.
-Oye. No me he
presentado. Me llamo Kagami Taiga ¿y tu?-le dijo con una sonrisa.
-Kuroko
Tetsuya.-respondió.
-Nos vemos durante
el almuerzo en la cafetería, Tetsuya.-se despidió para ir a
sentarse al final del aula.
Él pareció
sorprendido unos segundos, pero sonrió levemente y se marchó de
allí. Ese mismo día en la cafetería el alfa le preguntó sobre su
apodo, pues en cuanto pudieron sus nuevos compañeros de clase le
advirtieron que le llamasen así si no quería enojar al rey.
Sinceramente le respondió que no tenía ni idea del porqué de ese
apodo y que tampoco conocía al tal “King”. El contrario aceptó
su respuesta y le dijo que era estúpido y que no pensaba usar un
nombre que al peliazul parecía no acabarle de gustar.”
Así es como se
volvieron amigos. Sonrió ante el recuerdo. El pelirrojo era alguien
muy perspicaz y con un fuerte carácter, por eso le gustaba tanto
pasar tiempo con él.
-Siguen con esa
estupidez de “la reina”.-oyó al contrario murmurar enojado.
-Así es.-coincidió
con él.
-¿Todavía no sabes
porqué?-preguntó curioso el de ojos rubí.
-Ni idea. Da igual a
quien pregunte. Todos parecen asustados de decir algo más allá de
murmurar que había sido cosa del “rey” y que no querían
enojarlo.-respondió frunciendo el ceño. Realmente no entendía nada
de toda aquella situación.
-Mmm…. A mí siguen
advirtiéndome que me aleje de ti porque el rey se enojará y me
arrepentiré de ello.-comentó pensativo.
-Hmm….¿y lo
harás?-preguntó mirando el jardín. Realmente le gustaba esa vista.
-Ni hablar. No pienso
hacer caso de las advertencias de unos cobardes. Mucho menos si ni
siquiera sé quien es ese tipo al que le tienen tanto
miedo.-respondió con una sonrisa presumida en el rostro.
El peliazul también
sonrió, pues su amigo siempre daba esa respuesta ante aquella
pregunta en concreto, o todas las que se relacionasen con aquel tema
en particular.
-¿Recuerdas cuando
empezó todo esto?-cuestionó el alfa. Ya iba siendo hora que
indagasen en el asunto y obtuvieran respuestas.
-Mmm…. Fue al mes de
empezar las clases…-respondió.
-¿Alguna cosa pasó en
ese mes que fuese extraña o te llamara la atención?-volvió a
preguntar.
-Pues…. No que yo
recuerde….. todos los años los alumnos ya graduados vienen a dar
algunas charlas…. Fueron 5 si no recuerdo mal…..-explicó
pensativo.
-¿Todas fueron la
misma semana? ¿Pasó algo destacable?-cuestionó con interés.
-Emm…. Si fueron la
misma semana…. La 1ª para los de 1r año, la 2ª para los de 2º
año y la 3ª semana para los del último curso, el nuestro. Algo
destacable…. No que yo recuerde….-respondió haciendo memoria.
-Algo tuvo que pasar si
a la semana siguiente comenzaron con la formalidad, el cambio de
nombre, etc.-dijo mirándole fijamente.
-No fue la semana
siguiente, sino la que vino después de esa.-puntuó el omega.
-Espera…. ¿hubo una
semana entre las charlas y el cambio de actitud de los
alumnos?-preguntó.
-Pues…. si.-dijo
mirándole sin entender.
-¿Porqué?-volvió a
cuestionar.
-No lo se…..
¡Ah!-exclamó y miró sorprendido al mayor.
-¿Qué? ¿Recordaste
algo?-le preguntó preocupado y curioso.
-Entre en celo y esa
semana no vine.-explicó.
-¿Cuando exactamente?
-El último día. Era
viernes así que me quedé en casa hasta el lunes de la semana
siguiente a la que venía.-dijo pensativo.
-10 días….-murmuró
el contrario.- Entonces ese viernes tampoco viniste a la
academia.-comentó pensando.
-Te equivocas, si que
vine. El celo comenzó poco antes de la charla. A nuestra edad los
ciclos son bastante irregulares, por las hormonas, así que vine sin
saber que pasaría. No llevaba las pastillas inhibidoras así que
quise irme a casa, pero….
-¿Pero?
-El maestro no me dejó.
Dijo que el alumno que daría el discurso era el más sobresaliente
que la academia tuvo en toda la historia desde su fundación y por lo
tanto no podía perdérmela.-explicó frunciendo el ceño.
-¿Recuerdas algo de
ese alumno o de lo que se dijo ese día?-cuestionó preocupado. El
peliazul negó con la cabeza.
-Me encontraba
horrible. Mi cuerpo pesaba, me sentía caliente y somnoliento.
También me dolía la cabeza, viéndolo todo borroso. Lo único que
quería era irme…. a casa….-calló unos minutos al tiempo en que
fruncía el ceño.
-¿Pasa algo?
-No….. no recuerdo
cómo fue que llegué a casa…-murmuró el omega.
-¿No lo recuerdas?
¿Nada de nada?-preguntó ahora algo alterado.
-Recuerdo…. A alguien
subir al escenario, los aplausos y de forma borrosa como todo el
mundo se iba del auditorio, pero…. No recuerdo haberme levantado ni
caminar en dirección a casa.-dijo en voz baja y algo preocupado. No
le gustaba no poder recordar cómo fue que llegó a su hogar. ¿Y si
pasó algo importante? ¿Y si algún alfa intentó aprovecharse de
él? No, eso último era imposible. Intentar aprovecharse de un omega
conllevaba mucho riesgo y prácticamente ningún alfa se arriesgaba.
Pero… ¿y si él hubiese sido la excepción? No, tampoco. El día
siguiente fue al médico a por la receta de las pastillas y le
hicieron análisis. En estos descartaron la posibilidad de que le
hubiesen hecho algo, pues no había indicios de veneno en su boca o
cuerpo.
-¿No creerás
que...?-oyó la voz de su amigo y supo qué intentaba decir. Negó
con la cabeza.
-Imposible. Fui al
médico al día siguiente y no había rastro de veneno en mi
boca.-dijo con seguridad.
-¿Porqué tan seguro?
Tal vez no pudiste morderle y….
-Imposible. No tenía
ninguna marca indicando que algo hubiese pasado. Además…. No mucha
gente lo sabe, pero los omegas podemos inyectar el veneno mediante
fluidos.
-¿Fluidos? Que yo sepa
un omega muerde para inyectar el veneno y la saliva es el
antídoto.-dijo confundido.
-En cierta medida es
cierto, pero no del todo…. No se como explicarlo bien….. digamos
que la mayor parte del tiempo es esa, pero si nos tapan la boca
entonces no habría posibilidad de defendernos… si eso pasa queda
la opción de inyectárnoslo a nosotros mismos.-hizo el intento de
explicar la situación.
-¿A vosotros mismos?
¿Cómo?-preguntó curioso y sin entender.
-Pues…. Al mordernos
dentro de la cavidad bucal, el veneno se distribuye por todo el
cuerpo en cuestión de segundos. Luego se concentra en los lugares de
mayor sudoración: cuello, axilas, ingles… y aunque es una cantidad
más pequeña que la forma directa, el alfa seguirá absorbiendo el
veneno por la piel. Tarda un par de minutos más, pero es igual de
efectivo. En realidad creo que más, porque como no muchos lo saben….
-No se dan cuenta de lo
que les pasará si siguen.-finalizó entendiéndolo todo. El peliazul
asintió y el de ojos rubí suspiró aliviando.
-Pero….
-¿Pero?-se sobresaltó
al oír esa palabra.
-Em…siempre queda la
posibilidad que menos me gusta.-comentó flojito.
-¿Y esa es?-preguntó
exaltado.
-Pues…. Que yo
aceptara al alfa en cuestión….
-¡¿Qué tu-?! ¡¿Qué
demn-?! ¿¡En serio!?-gritó sin saber muy bien qué responder a
aquello.
-Baja la voz.-le
recriminó cuando sintió las miradas sorprendidas y curiosas del
resto de personas.
-Lo siento…. ¿pero
sabes lo que eso conllevaría Tetsuya?-preguntó preocupado y el
peliazul solo asintió nervioso.
-Ciertamente esa
posibilidad es la más correcta en este caso.-oyeron una tercera voz.
El peliazul se tensó.
Era un alfa. Indudablemente lo era y estaba enojado. No entendía la
razón, pero un escalofrío le recorrió el cuerpo entero. No era
miedo, de eso estaba seguro, pero tampoco lograba identificar qué
era exactamente esa extraña sensación que tenía.
Su estómago se encogió
al igual que su cuerpo. El aura dominante de ese alfa era realmente
fuerte y pudo notar como todos los ocupantes del lugar parecían
temerosos. Incluso Taiga parecía incómodo ante el repentino
despliegue de fuerza de la persona recién llegada.
-¿De qué estás
hablando?-exigió saber su amigo después de recuperarse. Le miró y
notó la preocupación en los ojos ajenos. Se había dado cuenta de
la reacción del peliazul.
-No tengo por qué
responderte, pero…. Si tanto lo quieres saber…-el contrario
respondió y el peliazul soltó un gritito de sorpresa y algo de
dolor.
Le había mordido….
Fue rápido y con fuerza, dejando la marca de los dientes en su
cuello. Otro escalofrío le recorrió al tiempo que una descarga
eléctrica bajaba por toda su espina dorsal. Un gemino…. ¡Dios
había gemido!
El peliazul se sonrojó
de tal manera que hasta se podía apreciar el tono rosado en sus
orejas. Además que su pálida piel acentuaba aún más el
enrojecimiento. Giró a ver al alfa en cuestión y abrió los ojos
sorprendido a más no poder.
Era de su estatura,
quizás 5 o 6 centímetros más, lo cual era inusual en un alfa; de
cuerpo musculoso, pero no de forma exagerada; de tez pálida, pero no
tanto como la propia; cabello rojizo, pero más brillante que el de
su amigo, el cual era más apagado y oscuro; y unos ojos….. ¡o mi
dios! ¡qué ojos!, poseía heterocromía, siendo uno de un color
ambarino mezclado con naranja junto a otro rojo rubí.
Nunca en su vida había
estado en presencia de un alfa tan…. Perfecto…. No había otra
palabra que pudiese describir a aquel hombre más que esa. Increíble,
impresionante, asombroso, deslumbrante…. Esos adjetivos se quedaban
cortos ante tan maravilloso ser. Sintió que el aliento le había
sido robado y se sentía incapaz de apartar la mirada del contrario.
-Akashi Seijuuro….
Esta vez no olvides mi nombre, Tet-su-ya.-le dijo casi en un susurro
que al peliazul le pareció lo más sexy y sensual del mundo. Y
juntando su voz con aquella sonrisa de lado, maliciosa y provocativa,
el omega sintió que desfallecería en cualquier momento.
Fue en ese momento en
que cayó en cuenta de las palabras dichas por el pelirrojo. ¿Qué
no lo olvidara? Y entonces recordó. Lo que sucedió aquel día,
quién era “el rey” y porqué le llamaban “la reina”. Ahora
todo tenía sentido…. Y se sintió un idiota por olvidarlo.
“Los aplausos
llenaron la estancia en el momento en que un pelirrojo subió al
escenario.
-Mi nombre es Akashi
Seijuuro, también conocido como el “Rey”. No es por ser vanidoso
sino que mis propios compañeros me apodaron así porque soy
absoluto. Siempre tengo razón y mis palabras deben ser cumplidas
como si fuesen leyes. Incluso los maestros estuvieron de acuerdo en
ello.-dijo con su grave voz. Al lado todos los profesores presentes
asintieron, dándole la razón y veracidad a las palabras dichas por
el joven.
El discurso continuó
sin que él prestase mucha atención. Se había quedado observando al
alfa fijamente casi sin parpadear, lo cual era un milagro dado que le
dolía tanto la cabeza que mantener los ojos abiertos era un esfuerzo
titánico.
Los aplausos
volvieron y la gente comenzó a abandonar el auditorio. En su cabeza
sabía que debía levantarse e irse a casa sin perder ni un segundo,
pero… su cuerpo no quería responder. Estaba entumecido, la cabeza
le mataba y la respiración era completamente irregular. ¿Porqué
tenia que entrar en celo ese preciso día?
-¿Necesitas
ayuda?-oyó la misma voz de antes y vio al pelirrojo de antes.
-¿Sei…..juu...ro?-murmuró
confundido. El mencionado pareció sorprendido al oír su nombre de
los labios del peliazul.
-Estás en
celo.-comentó lamiéndose los labios. Ese omega tenía un olor
espectacular y le había atraído desde el momento en el cual subió
al escenario. ¿Cómo es que ningún otro alfa se había dado cuenta?
-Yo….
-¿Cómo te
llamas?-demandó saber, pues no era un pregunta que el menor tuviese
derecho a dejar sin respuesta.
-Tet….su...ya…-logró
decir entre susurros.
El mayor asintió y
cogió en brazos al contrario dirigiéndose a la salida con paso
firme. Encontró a un profesor el cual se sobresaltó al ver el
estado del pequeño omega. Este insistió en llevarle a su casa, lo
cual no pareció gustar mucho al pelirrojo, pero era la mejor opción.
No era buena idea intentar aprovecharse del peliazul en ese estado,
todo alfa sabía lo peligroso que resultaría.
Caminó con él en
brazos hasta el auto del maestro, era un beta por lo cual no le
preocupó dejarle con el hombre, y depositó en el asiento del
copiloto al joven ojiazul.
Le ató el cinturón
y cuando se iba a alejar un fuerte tirón en la corbata le hizo
mirarle. Sorpresa fue poca cuando sintió los labios ajenos contra
los suyos. Fue apenas un roce que duró unos segundos, pero la
estupefacción en los rostros de los dos hombres, alfa y beta, era
obvia.
Unos segundos
después una sonrisa de lado se mostró en el pelirrojo.
-¿Quieres ser mi
reina Tetsuya?-preguntó divertido, pero esperanzado. Después de
todo… que un omega te bese significa que te ha escogido como
pareja, o posible pareja, y era muy raro que aquello pasara tan
rápido. Sobretodo si consideramos que los omega hombres son
realmente escasos y no hay muchos que logren llamar la atención de
uno.
-Ahá…-dijo este
recibiendo una sonrisa y otro beso como despedida del mayor.”
-¿Lo recuerdas?
Accediste a ser mi reina.-dijo el mayor mirando la adorable carita de
su pareja.
-Hai…. L-lo siento….
No quise… olvidarlo… pero….-murmuró sorprendido, sonrojado,
avergonzado y arrepentido. ¿Cómo pudo olvidar que conoció al alfa
destinado para él?
-No importa… te
encontrabas en un estado delicado, pero me alegra saber que no te
arrepientes de lo que hiciste.-comentó sonriéndole con cariño al
menor, a la vez en que acariciaba su mejilla con suavidad.
El sonrojo del omega
aumentó de tamaño, pero cerró los ojos aceptando el contacto con
el mayor. Se sentía bien tener al alfa tocándole. La suavidad y
calidez del toque le gustaban en demasía.
El aura intimidante
volvió y supo que su pareja seguía molesta ante la presencia de su
amigo. Abrió los ojos y le miró, siendo correspondido por el
contrario.
-Al menos ya sabemos a
qué venía lo de “La Reina”.-comentó divertido al tiempo en que
se levantaba.
-Taiga…
-Está bien. Me alegra
saber que no pasó nada que no aceptaras.-dijo sonriéndole con
cariño. Sinceramente quería mucho al peliazul, pero no como pareja
sino más bien como a un hermano pequeño, a pesar de tener la misma
edad.
Sin más se retiró
dejando a la pareja a solas.
-Tch. No me gusta que
se acerque tanto a ti.-murmuró enojado el alfa.
-Mmm…. Taiga no es
malo… además gracias a él no he estado solo.-dijo mirándole con
una sonrisa.
El mayor lo sabía.
Cuando ese profesor esparció la noticia, su querido omega quedó
aislado del resto. Todo el mundo le comenzó a tratar con respeto y
temiendo que si se acercaban demasiado tendrían problemas con su
alfa.
-Lo se…. Por eso
acepto que sea alguien importante para ti.-dijo para darle un suave
beso en la frente a su lindo peliazul.
-Gracias…. ¿por
cierto qué haces aquí? Ya estás graduado.-preguntó el menor en
una mezcla entre confundido y curioso que le hizo ver adorable ante
los ojos ajenos.
-Hmp. Con la
universidad y la empresa de mi padre no tuve mucho tiempo libre...
pero finalmente conseguí un par de días en los cuales planeé venir
a verte y salir un rato juntos.-respondió mirándole con cierto
brillo de emoción en los ojos.
-Ya veo.... bueno no es
que me moleste ir a una cita contigo....-murmuró en respuesta el
joven peliazul.
-Eso me alegra.... en
realidad tenía pensado esperar hasta que terminaran las clases de la
tarde, pero me enteré que las habían cancelado. Así que pensé en
invitarte a comer a algún sitio, solo que ya parecías estar
haciéndolo.... no quise interrumpir, pero mis instintos se negaron a
obedecer cuando vi el modo en el cual hablabas con ese alfa....-dijo
soltando un suspiro desilusionado, seguido por un gruñido y murmullo
enojado.
-Taiga es solo un
amigo... en realidad estábamos intentando averiguar lo sucedido,
como bien ya te habrás dado cuenta... además tengo que agradecer a
tus instintos porque fue al verte que recordé todo.-le aseguró
sonriendo dulcemente.
-Bien... ¿entonces
sigue en pie nuestra cita?-cuestionó sonriendo de lado.
-Hai.-respondió de
igual forma.
El peliazul se levantó
de su asiento y estaba por coger sus cosas, la mochila y un par de
cuadernos, cuando el pelirrojo se le adelantó. Al mismo tiempo rodeó
con su brazo libre la fina cintura del menor y ambos caminaron en
dirección a la salida.
Todos los alumnos y
profesores que estuvieron presentes desde principio a fin: momento en
el cual Tetsuya entró, Taiga se sentó a su lado, la conversación
que mantuvieron, aparición del otro alfa y la conversación entre
ellos... sonrieron ante la imagen.
Así que al fina Kuroko
Tetsuya si era, es y sería la reina de Akashi Seijuuro, el prodigio
apodado como “El Rey”. Además que, desde un principio, no se
había opuesto a la idea de serlo.
...FIN...
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