¡¡Halloween
Time!!
“Tks. Realmente odio Halloween. Se
supone que es una fecha para ir a pedir dulces y para que los niños
se diviertan pero en realidad, lo que pasa es que las calles están
plagadas de herbívoros intentando asustar a otros y causando
alboroto. Lo único que me gusta de esta fecha es que puedo
castigarles con más saña y fuerza.” pensó un azabache de ojos
grisáceos mientras miraba el ocaso desde su despacho. Una sonrisa
sádica apareció en su rostro en pensar lo divertido que será el
comenzar a morder hasta la muerte a todos aquellos que perturbasen la
paz de su querida Namimori.
Con ese pensamiento se apresuró en
terminar de revisar los papeles que se encontraban sobre su
escritorio.
-Kyo-san.-le llamó el vicepresidente
del comité disciplinario.
-¿Qué?-preguntó hosco sin apartar la
vista de sus informes.
-La fiesta de Halloween está a punto
de comenzar.-le dijo sin más.
El azabache frunció el ceño al oír
aquello. Se le había olvidado. Hace una semana se decidió que se
organizaría una fiesta para ese día y todos debían de ir
disfrazados, incluidos los del comité. “Todo a causa del bebé”
pensó enojado.
El hitman había aparecido de la nada y
había comenzado a decir que sería bueno relajarse y que para ello
sería bueno hacer una fiesta. Aunque el azabache se negó, alegando
que no quería que causaran estragos en su escuela ni que la
ensuciasen, el bebé no había aceptado su no y la había organizado
de todas formas.
Con una vena creciéndole en la sien,
suspiró para tranquilizarse y fijó su vista en lo que el
vicepresidente traía en sus brazos.
Alzó una ceja en una pregunta muda que
el contrario entendió y procedió a explicárselo, esperando que el
azabache no se enojase demasíado.
-Es su disfraz Kyo-san. Reborn-san me
dijo que a menos que se lo pusiera no le dejaría entrar a la fiesta
y que...-titubeó un poco en decir lo siguiente. Después de respirar
profundo y suspirar prosiguió.-... dijo que no se haría responsable
si se descontrolaban las cosas.-finalizó.
El ojigris volvió a suspirar
intentando controlar su enojo que cada vez era más creciente. No
quedándole más alternativa decidió que no ganaría nada intentando
argumentar con el hitman, puesto que nunca aceptaba un “no” por
respuesta. Con otro suspiro se levantó de su cómoda silla y se
acercó al otro.
-Dámelo.-dijo sin más.
El otro se sorprendió pero asintió
pasándole la caja que anteriormente llevaba en brazos. Después hizo
una reverencia y se retiró de la estancia dejándole otra vez solo.
Sin más el ojigris sacó el contenido
de dicho objeto y volvió a fruncir el ceño al observar de qué se
trataba. Definitivamente, aquella noche sería realmente larga.
/////////////////////////////////////////////////////// En otro lugar
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-¡¡¡REBOOOOOOOORRRRRRRRRRNNN!!! ¿¡¿¡¿¡QUÉ DEMONIOS ES
ESTO?!?!?!-gritó un lindo castaño de increíbles ojos miel mientras
miraba espantado los sacó de una caja sobre su cama.
-Deja de gritar Dame-Tsuna. Y por si no te has dado cuenta eso es el
disfraz que utilizarás para ir a la fiesta de la escuela.-le
respondió con burla un azabache de partillas, con sombrero y traje.
-¡¿Estás loco?! Yo no pienso ponerme eso.... esa... cosa.-le gritó
de vuelta y mirando aquellas prendas con odio y, muy en el fondo,
vergüenza.
-Ni creas que voy a dejar que asistas a la fiesta con otro disfraz.
Además ya deberías saber que no aceptaré una negativa.-le dijo a
su vez el menor.
-Pero...-se calló al no saber qué decir cuando una idea le pasó
por la cabeza.- Sabes... lo siento pero no podré ir a la
fiesta.-comentó como si nada.
-¿Por qué no según tú?-le preguntó divertido mientras alzaba una
ceja.
-Porque... tendré que acompañar a los niños a pedir
dulces.-comentó sintiéndose aliviado por su “gran” idea. Ante
esas palabras el hitman sonrió con sadismo y eso hizo que el castaño
se asustara de sobremanera.
-Entonces.... te daré a elegir.-dijo sin quitar esa sombría
sonrisa. El castaño tragó con dificultad y asintió dándole a
entender que podía proseguir.- Irás con este disfraz a la
fiesta.... o irás con este disfraz a pedir dulces con los niños.-le
dijo con burla.
El ojimiel se espantó ante aquellas opciones. Sabía que tendría
que elegir puesto que su tutor no le dejaría librarse de ninguna
forma. Ahora la cuestión era... ¿cuál de las dos era menos
horrible? Por que seamos sinceros.... ninguna era buena.
Sin más no le quedó de otra que suspirar con resignación y
responder.
-Iré a la fiesta.-murmuró mientras hacía un tierno puchero.
Finalmente se dirigió al baño para darse una relajante ducha y
luego procedería a cambiarse.
/////////////////////////////////////////////////////// Mas tarde
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Era las 9:30 pm y el gimnasio de la escuela Namimori ya estaba lleno
de gente, con la música sonando a todo volumen y los estudiantes de
la institución disfrazados de todo tipo de monstruos: vampiros,
brujas, momias, demonios...
Los del comité disciplinario estaban también allí, todos excepto
el presidente, lo cual no extrañó a los alumnos puestos que todo
sabían lo mucho que odiaba el prefecto las conglomeraciones de
personas en el mismo lugar.
El grupo del castaño también se encontraba allí, menos Tsuna que
no había llegado todavía. Yamamoto iba de momia; Gokudera era un
lindo gato maltés; Ryohei iba de cura; Kyoko de bruja al igual que
Chrome; Haru de dragón ya que quería ir más original y Mukuro iba
de vampiro.
Todos estaban ansiosos por ver como iría su lindo jefe ya que, según
Reborn les había dicho, esa noche pasaría algo muy especial con el
castaño.
En ese momento un azabache muy conocido por todos entraba en la
estancia llamando la atención de casi todas las mujeres. El joven
iba con una camisa negra, unas orejas de lobo junto con una cola,
unos afilados colmillos sobresalían de su boca y también llevaba
unas uñas postizas que se asemejaban a garras. De pantalones llevaba
unos pitillos negros que resaltaban su esbelta figura junto con unos
zapatos formales. Aquella imagen le hacía ver como un verdadero
carnívoro y, de alguna forma, le hacía sentirse orgulloso de si
mismo.
Al sentir las miradas de todos aquellos herbívoros sobre él
chasqueó la lengua enojado y se quedó en un rincón del lugar
apoyado sobre la pared, junto con un aura que decía “
te-acercas-y-te-mato”, pero que le daba un aire de sensualidad.
Justo en el momento en el que muchas habían juntado todo el valor
posible y se dirigían hacia el azabache, las puertas del gimnasio se
volvieron a abrir y por ella entró un lindo castaño que hizo que
todos los varones del lugar contuvieran la respiración.
El ojimiel iba con unos pantaloncitos (shorts) blancos junto con una
linda cola de conejo detrás; una camiseta de tirantes que dejaba ver
su ombligo; en los brazos llevaba unos guantes blancos con piel pero
sin dedos y en las piernas unos calentadores blancos hasta las
rodillas y también con piel, junto con unas bailarinas blancas. Por
último en la cabeza llevaba unas lindas orejas blancas de conejo.
Ese disfraz le quedaba ideal al dulce chico y muchos comenzaron a
verle con ojos lascivos, lo cual hizo incomodarse al pobre ojimiel.
Con un suspiro se adentró en el lugar y se dirigió hacia sus amigos
los cuales también habían notado las miradas depredadoras sobre su
jefe y eso hizo que se pusieran muy atentos para que no le pasase
nada al castaño.
La música seguía sonando y el ojimiel se separó de sus amigo para
dirigirse al baño y así poder escapar un poco de las miradas de los
varones sobre su persona.
Una vez llegó a su destino entró y se lavó las manos y la cara
para tranquilizarse un poco y enfriar la cara, que estaba de un rojo
farol importante a causa de la vergüenza.
-Estúpido Reborn.-murmuró para seguidamente hacer un tierno
puchero. Suspiró y cuando iba a darse la vuelta para dirigirse hacia
la puerta alguien le cogió del brazo y bruscamente le hizo chocar
contra la pica del baño.
Para cuando el castaño reaccionó unos labios ya estaban devorando
con fervor los suyos y, ya sentía la lengua ajena explorar su boca.
Cerró los ojos fuertemente negándose a ver a la persona que le
estaba haciendo esto.
El ojimiel gimió ante la sorpresa y cuando intentó apartarse sintió
una mano apretar su nuca, acercándolo más al cuerpo ajeno. Después
de un par de minutos de forcejear el menor se dejó llevar ante la
experta lengua de ese desconocido. Ambas lenguas se rozaban y jugaban
entre si, mezclando las dos salivas, las cuales comenzaron a
escurrirse de la boca del castaño, bajando hacia su mentón.
El sonido lascivo de ambas lenguas chocar resonaba por toda la
estancia y el castaño sintió que su cuerpo comenzaba a calentarse.
Sentía que no aguantaba más, el aire le estaba comenzando a faltar
y su mente se iba quedando en blanco poco a poco pero, tenía la
necesidad de no separarse de esa maravillosa boca que le estaba
haciendo llegar casi al orgasmo con solo eso, un simple beso.
Por fin el contrario se dio cuenta de la escasez de aire del menor y
comenzó a separarse de su boca, pero antes de hacerlo completamente
le mordió el labio inferior con algo de brusquedad pero que hizo
gemir encantado al ojimiel.
-Kyoya...-gimió el menor una vez separaron ambas bocas, y con la voz
entrecortada y agitada por el acto anterior. Solo había una persona
que pudiese besar de aquella forma tan salvaje y apasionada.- ¿Po-por
qué.... hiciste... esto de...repente?-le preguntó con la voz
entrecortada, lo cual se le hizo muy sexy al mayor.
-Hmp. ¿Quién te ha dado permiso para venir así?-le respondió a su
vez con otra pregunta.
-E-eso.... fue culpa de Reborn.-se quejó mientras hacía un lindo
puchero y escondía la cabeza en el pecho ajeno. El mayor le abrazó
por la cintura para acercarlo más a él.
-¿Y porqué no hiciste nada?-le preguntó suavemente, cosa que solo
hacía con ese dulce chico.
-Porque... me dijo que sino venía a la fiesta con este disfraz
debería de recorrer toda la ciudad con él puesto...-murmuró
avergonzado. Al oír aquello el mayor frunció el ceño enojado.
¿Cómo se atrevía el bebé a hacerle algo como eso al castaño?
Este al saber lo que estaba pensando el azabache y para evitar la
pelea que se avecinaba le dijo.-.... escogí venir porqué... sabía
que no me pasaría nada ya que.... tú estarías aquí...- le susurró
mientras alzaba la vista para verle, dejándole observar el gran
sonrojo que se había apoderado de sus mejillas.
El ojigris se relajó notablemente ante lo dicho por el menor y
sonrió de medio lado.
-Hmp. Eso ni lo dudes pero....-murmuró mientras acariciaba los
mechones castaños del menor.-... ni creas que te voy a dejar sin
castigo.-le susurró en el oído para después lamerle el lóbulo
derecho.
-Ahh... pe-pero... no podemos... hacerlo aquí.-alegó avergonzado el
ojimiel.
-Tranquilo. No tengo pensado dejar que cualquier herbívoro vea lo
que me pertenece.-comentó posesivamente mientras cogía la mano del
castaño y comenzaba a caminar hacia la salida del baño y por el
pasillo de vuelta a la fiesta.
-¿Kyoya?-le preguntó extrañado el ojimiel al ver que se dirigían
hacia el escenario. Una vez allí el azabache cogió un micrófono,
llamando a atención de todos los presentes y dijo una simple
palabra.
-Mío.-tras decir aquello besó al castaño con pasión delante de
todo el instituto. El ojimiel se sonrojó de sobremanera pero
correspondió el beso de la mejor manera que pudo.
Al separarse notó la mirada de sorpresa de todos los allí
presentes, incluyendo sus amigos y guardianes junto con su tutor.
Avergonzado se escondió en el pecho del mayor y este solo sonrió de
lado y le abrazó por la cintura para luego alzarle en brazos estilo
princesa y comenzar a bajar del escenario.
Siguió si camino hacia la salida cuando pasó al lado del hitman el
cual sonrió y bajó su fredora ocultando sus ojos.
-¿Relajante verdad?-le preguntó de forma que solo el azabache le
oyera. Este solo sonrió y siguió su camino sin responder.
¿Relajante? Pues sí. Ahora todos sabían que ese dulce chico le
pertenecía, por lo que se abstendrían de intentar algo con él. Al
igual que no tendrían porqué esconderlo de nadie y eso... era muy
relajante. Sobretodo por que el menor no tendría que preocuparse por
la reacción de sus amigos.
-Nee... ¿Kyoya?-le llamó el castaño, llamando su atención.
-Dime.-respondió, dándole a entender que le escuchaba.
-¿Dónde vamos?-le preguntó al ver que en ningún momento el mayor
había dejado de caminar.
-Hmp. Te dije que no te librarías de tu castigo.-le susurró
sensualmente al oído, haciendo estremecer el cuerpo ajeno.
-¡KYOYA!-gritó en reproche el dulce chico mientras hacía un
puchero avergonzado.
El ojigris solo sonrió de lado e ignorando los reproches de su novio
continuó su camino hacia su departamento. El cual... se encontraba a
dos calles de la institución.
“It's Halloween Time.... por lo que es hora de devorar a este lindo
animalito” pensó pervertidamente el mayor al llegar en frente de
la puerta de su departamento.
...... FIN......
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