lunes, 26 de octubre de 2015

SP & HF- Lee Story

Lee story

Lee llevaba ya casi un año trabajando como monitor para niños y jubilados en el gimnasio público de la ciudad. En realidad le ofrecieron ser profesor particular en el gimnasio para hombres y niños pero el menor se negó y prefirió estar en la piscina.
Su trabajo le encantaba puesto que adoraba la energía de los niños y su entusiasmo además de la amabilidad de los más mayores pero, también había una parte de su trabajo que odiaba profundamente. Esta radicaba en el hecho de que muchos varones se la pasaban observando su cuerpo, aprovechando que era obligatorio que llevase bañador. Y aunque también traía puesta una playera eso no impedía que le viesen con lujuria. Lo peor es que su horario era durante las horas donde el gimnasio estaba más repleto de gente y no podía cambiarlo.
Suspiró cansado a la vez que se dejaba caer pesadamente sobre el banco de los vestuarios. Ya había acabado su jornada laboral y por lo tanto podía relajarse un poco. Volvió a suspirar y miró a su alrededor. Observó como muchas madres vestían a sus hijos para así irse a casa y aquello le hizo sonreír levemente. Algunas de aquellas mujeres eran bastante amables con él o al menos fingían serlo. Delante de sus hijos decían maravillas de él pero sabía que en cuanto salían por aquella puerta las cosas cambiaban completamente.
Esa era otra de las cosas que no le gustaba. Sabía que ellas solo estaban celosas por que sus maridos babeaban al verle e intentaban coquetear con él en cuanto se despistaban por eso la mayoría de ellas siempre iban a buscar a sus hijos sin sus maridos.
Volvió a suspirar cansado y cogió sus cosas para seguidamente salir de allí. A él tampoco le gustaba aquella atención de los varones y ellas no tenían porqué echarle la culpa de algo que no es culpa suya. Mientras caminaba podía notar las miradas lujuriosas de los varones y las de odio de las mujeres. Volvió a suspirar a la vez que se ajustaba la gorra que llevaba puesta. Si no fuese por que le pagaban bien y por que se llevaba bien con los niños habría dejado el trabajo sin dudarlo.
Durante su camino a la puerta algún que otro de los trabajadores le saludaban y él solo respondía por pura cortesía ya que realmente no hablaría con ellos si no trabajasen con él. Y aún así prácticamente solo les responde el saludo de “buenos días” y la despedida de “ gracias por tu trabajo hoy.” Finalmente estaba a punto de salir por la puerta y sentir el aire frío contra su rostro cuando una voz le llamó para detenerle.
Volvió a suspirar por vete a saber que vez y se giró para encarar a la persona que le había hablado. Delante suyo se encontró con un castaño de cabellera larga, ojos sin pupila, piel pálida y un atuendo de kárate. Hyuga Neji, varón de 18 años y el hijo de sus jefes y si no fuera por eso le habría ignorado olímpicamente, pero no podía hacerlo.
-¿Necesita algo Neji-san?-preguntó lo más formal y respetuoso que pudo aunque por dentro quería gritarle que le dejase en paz, que solo quería marcharse a casa a descansar.
-Quería preguntarte si podrías ser mi ayudante durante la clase de mañana.-le habló amablemente.
-¿Por qué yo?-preguntó algo irritado el menor y eso pudo notarlo el castaño.
-Verás es que mi ayudante regular se hizo daño en la muñeca durante la práctica de hoy y necesito un reemplazo.-explicó sin quitar su leve sonrisa.
-Y vuelvo a preguntarle. ¿Por qué yo?-cuestionó el menor.
-Sé que mis padres te propusieron que fueses mi ayudante desde un comienzo y aunque te negaste la verdad es que eres el más adecuado. Además solo serán unos días en los que él se recupera.-respondió para intentar converncerle.
-Si sabe que rechacé el puesto desde el comienzo sigo sin entender por qué me lo pide de todas formas.-respondió molesto el moreno lo que hizo suspirar al mayor.
-Como dije es porque creo que eres el más adecuado para ello. Además si te preocupan tus clases pondremos a alguien a sustituirte.-comentó.
-¿No es más fácil buscar un reemplazo para su ayudante que un reemplazo para mí?-preguntó encarnando una ceja.
-No. La verdad es que es más sencillo encontrar a alguien que pueda nadar y sea bueno con los niños que a alguien con conocimientos y práctica en kárate.-explicó algo cansado.
-¿Si accedo me dejará ir a mi casa de una vez por todas?-preguntó el moreno después de ver la hora y notando que el mayor no le dejaría en paz hasta que accediese.
-Por supuesto.-respondió después de recuperarse de la sorpresa que le había provocado aquella pregunta.
-De acuerdo entonces mañana vendré para ayudarle en sus clases.-dijo para seguidamente hacer una leve reverencia de respeto y marcharse de allí.
El castaño solo le observó marcharse y cuando este desapareció de su alcance visual suspiró algo decepcionado. Desde que había conocido al moreno le había gustado. Esa alegría y entusiasmo que veía en él cuando enseñaba a los niños le encantaba. La pasión que ponía en ayudar en las sesiones de rehabilitación de los mayores también la amó. Además de su carácter también tenía que reconocer que el aspecto del menor también le atrajo pero no era tan superficial como para solo fijarse en aquello.
Pensó en acercarse a él para intentar por lo menos ser amigos pero este solo le respondía con lo mínimo y sin dejar de ser respetuoso. Después de observarle durante esos doce meses se sintió mejor al percatarse de que por lo menos no era solo con su persona que se comportaba de aquella manera. Sus padres se lo habían advertido cuando les dijo que le gustaba el menor. Al parecer incluso en la entrevista para el trabajo su comportamiento fue bastante frío con su padre. Con su madre no tanto pero si mantenía su distancia de ella.
Bueno, tenía que ser positivo ya que al menos logró que este accediese a ser su ayudante. Suspiró y se dirigió a los vestuarios para cambiarse e ir a reunirse con sus amigos.
Por otro lado el moreno caminaba por las calles de la ciudad ignorando a todos a su alrededor. Sabía que el mayor quería algo con él puesto que estaba demasiado empeñado en acercarse a su persona. Y aunque reconocía que el varón no estaba nada mal, tenía muy claro que este solo lo quería para el rato. Así eran todos después de todo y, siendo sinceros, había observado a la horda de mujeres ir detrás suyo como polillas a la luz por lo que sabía que no iría en serio con él, teniendo a cuanta mujer quisiera entre las sábanas de su cama.
Suspiró con cansancio y siguió su camino hacia el sitio de reunión con sus amigos. Diez minutos después se encontraba delante de una pequeña pero acogedora cafetería situada en el centro de la ciudad. Entró y sin saludar a la joven que le dio la bienvenida se encaminó hacia la mesa más alejada donde encontró a un pelirrojo viendo por la ventana de forma ausente.
Sonrió y se sentó delante del mencionado sorprendiéndolo al saludarle de repente.
-Hola Gaara.-saludó causando un pequeño bote por parte del contrario.
-Hola Lee.-saludó después de recuperarse del susto.
-Todavía no han llegado Dei y Hidan ¿eh?-comentó extrañado.
-Cierto. Normalmente son los primeros en llegar.-respondió mirando hacia la puerta. En aquel momento entró un castaño pelilargo lo cual causó la sorpresa en el moreno. Notando la reacción de su amigo decidió preguntar.
-¿Le conoces?-le preguntó con curiosidad.
-Si... es el hijo de mis jefes.-respondió mirando hacia la ventana.
-Mmm.... ¿el que dijiste que quiere llevarte a la cama?-preguntó con gracia.
-Tsk. Así es.-respondió algo enojado al notar la burla en la voz de su amigo.
-¿Crees que te ha seguido?-volvió a preguntarle.
-Espero que no porque sabes que si hay algo que odio más que a los hombres es a los hombres acosadores.-respondió con una leve sonrisa en el rostro.
-Cierto.-dijo con gracia.
Estuvieron en silencio unos minutos hasta que alguien se les acercó. Voltearon a ver y encontraron a un rubio de cabellera larga y a un peliplateado. El rubio lucía enojado mientras que el otro parecía divertido.
-¿Pasó algo?-preguntó el pelirrojo.
-Nada.-respondió malhumorado y le envió una mirada de advertencia a su amigo que le mandaba callar.
-Vale...-dijeron ambos mientras una gota caía por sus sienes.
-Bueno, ya estáis todos.-dijo una voz alegre a sus espaldas.
-¿Os traemos lo de siempre?-preguntó otra voz.
Allí se encontraban un rubio de cabello corto y un castaño sonriéndoles. Los cuatro sonrieron también al ver a sus amigos/hermano.
-Por supuesto.-respondieron los cuatro a la vez.
Siguieron platicando hasta que el turno de sus dos amigos terminó y los seis se encaminaron hacia el departamento que compartían.

Por otra parte. El castaño pelilargo se sorprendió también al ver al moreno en el mismo local que él pero lo que más le sorprendió y, sinceramente, molestó fue el hecho de verle sonreír junto a aquellos chicos. Pudo suprimir sus celos en cuanto se percató de que también eran donceles pero siguió sintiéndose algo dolido por que él era incapaz de lograr aquella expresión.
-¿Sucede algo Neji?-le preguntó un moreno de piel pálida y ojos negros.
-Nada Sai.-respondió algo decaído.
-Esa no te la crees ni tú.-comentó con voz burlona un azabache de ojos negros y también de piel pálida.
-¿Os acordáis del doncel que me trae de cabeza y que no consigo que me dirija la palabra a menos que sea necesario?-preguntó de forma amarga.
-Por supuesto.-respondió un castaño con gafas de sol.
-Pues está allí sonriendo y hablando alegremente.-dijo mientras un aura depresiva le rodeaba.
Sus amigos giraron en dirección a donde les indicó el moreno y observaron al grupo de donceles hablar tranquila y alegremente.
-Mmm.... nunca había visto a Gaa-chan sonreír así.-comentó el moreno.
-¿Eh?-preguntaron sorprendidos el resto.
-¿Os acordáis del lindo doncel bibliotecario que tampoco me habla?-preguntó ahora y todos asintieron.
-Pues es ese pelirrojo de allí.-respondió también deprimido.
-También está el doncel rubio con el que acaba de hacer el ridículo mi hermano.-comentó el azabache mirando divertido a un moreno de cabellera larga atada en una cola baja, piel pálida y ojos negros con unas notorias ojeras debajo.
-Cierra la boca otouto.-dijo molesto el mayor.
-Pues que yo sepa el lindo mesero rubio también estaba hablando con ellos hasta hace un rato.-comentó el castaño de gafas lo que hizo que ahora fuese al azabache al que le cubría la nube de depresión.
-Lo mismo va para el castaño de marcas que te gusta Shino.-comentó ahora un castaño de ojos verdes y una máscara que le cubría la boca.
-Vamos que los donceles que nos gustan y no nos hacen el más mínimo caso se conocen y están justo delante de nuestras narices.-dijo el castaño pelilargo con voz amarga.
-Eso parece.-concordaron los otros cinco con pesar.
-Espera. ¿Y tú por qué estás de acuerdo Kakuzu?-preguntó desconcertado el moreno pelilargo.
-Conozco al peliplateado.-respondió sin más.
-¡Eso no lo sabíamos!-exclamaron sorprendidos.
-Para que veáis que estoy en la misma posición que vosotros.-comentó desanimado.
Después de conversar un rato más y ver que los chicos ya se habían retirado decidieron irse también de allí. El castaño caminó hasta su casa a pesar de que se encontraba algo alejada del local. Necesitaba pensar y despejar la cabeza. Realmente quería conocer más al moreno pero no sabía como demonios hacerlo. Al parecer ser amable no funcionaba, tampoco ser caballeroso, igualmente no podía ser antipático o frío porqué sino tampoco habría un acercamiento.....Mientras más pensaba peor veía las cosas. Suspiró y decidió que simplemente dejaría que las cosas fluyesen sin intentar nada de nada. Prefería comportarse como siempre y ver si conseguía algo de esa forma. Una vez llegó a su casa sonrió de lado al recordar que lo tendría de ayudante por lo menos una semana y aquello le hacía realmente feliz.
Así llegó la mañana siguiente. Ambos, castaño y moreno, fueron a sus respectivas escuelas y pasaron la mañana con tranquilidad. Bueno, si por tranquilidad te refieres a aguantas los acosos de las mujeres por parte del mayor y las miradas y palabras lujuriosas de los varones por parte del menor.
Llegó la tarde y el moreno caminó hacia su lugar de trabajo algo más temprano de lo usual. Como iba a ayudar al mayor con sus clases tuvo que buscar su uniforme y lavarlo puesto que hacía bastante que no lo usaba. Lo único que le gustaba de aquella situación era que podría descansar de las miradas de los molestos varones. Tampoco tenía que preocuparse porque las clases del castaño también eran a niños así que de cierta forma se sentía relajado.
Llegó al gimnasio y se cambió para seguidamente dirigirse a la sala correspondiente. Allí encontró al varón vestido con su correspondiente traje pero lo que le sorprendió fue la seriedad y concentración que mostraba. Sin hacer mucho ruido para no molestarle entró y se sentó en un banco. Cinco minutos después el mayor abrió los ojos y encontró el reflejo del moreno en el espejo lo cual le sorprendió.
-¿Cuanto llevas aquí?-le preguntó a la vez que se levantaba y giraba a verle.
-Algunos minutos.-respondió y giró la cabeza puesto que no se había percatado que no había dejado de observar al mayor en todo aquel rato.
-Ya veo. Bueno.... te explicaré lo que haremos hoy y en lo que tendrás que ayudarme.-dijo para recibir un asentimiento del contrario.
Después de explicárselo todo comenzaron a llegar los niños. La clase pasó sin incidentes y al parecer a los pequeños les había gustado la presencia del doncel. Por parte de este estaba sorprendido de la actitud del varón. Nunca pensó que se tomase tan enserio dar aquellas clases e incluso pensó que no iría con todo contra él o los niños pero no fue así. No subestimó a ninguno de sus alumnos y a él tampoco. Poco le importó que fuesen niños, varones, donceles o niñas. Aquello le gustó al doncel puesto que no le gustaba que le tratasen como si se fuese a romper.
Sonrió levemente mientras veía como el mayor se despedía de los últimos niños para finalmente quedar solos los dos en aquella habitación.
-Gracias por acceder a ayudarme y.... al parecer le gustaste mucho a los niños.-comentó el mayor mientras le miraba.
-La verdad es que fue bastante divertido.-dijo el menor y para sorpresa del castaño le sonrió levemente.-¿Qué?-preguntó algo más frío al ver la reacción del mayor.
-No... es solo que.... es la primera vez que me sonríes y.... me tomó desprevenido, solo eso.-respondió algo aturdido.
Estuvieron un par de minutos en silencio hasta que el menor lo rompió.
-Sabes..... me gustó que.... te lo tomases en serio.-dijo en voz baja. El mayor le miró sorprendido pero el contrario miraba hacia otro lado.
-¿Pensaste que por ser niños no lo haría?-preguntó con una leve sonrisa.
-La verdad... si.-respondió y le miró a los ojos.- Pero... también pensé que....tampoco irías en serio conmigo.-confesó algo avergonzado puesto que parecía que no hablase de las clases sino de algo más personal. El mayor captó el doble sentido pero no comentó nada de ese tema.
-Bueno. Siento el haber sido tan duro contigo pero es algo que me tomo muy enserio así que....
-¡No!-le interrumpió el menor y se avergonzó al notar la mirada sorprendida del varón.- En realidad.... sino me hubieses tomado en serio me habría enfadado. No me gusta que crean que puedo romperme por el simple echo de ser doncel. Así que.... gracias.-comentó y le sonrió para seguidamente salir ha cambiarse.
El castaño siguió en shock durante unos minutos pero sonrió al darse cuenta de que el menor no solo le había dado las gracias, sino que no había sido tan frío y, sobretodo, le había sonreído. Agradeció a todos los dioses por ser tan serio sobre ese deporte porque gracias a ello se había acercado un poco al doncel.
Pasó una semana y gracias a aquella conversación pudo hablar un poco más con el menor. No consiguió unos grandes avances pero al menos le hablaba sin ser tan distante y le había visto sonreír de tanto en tanto e incluso reírse cuando alguno de los alumnos hacía alguna broma. Pensó que cuando su ayudante regular volviese todo volvería a ser como antes y eso le aterró pero aquello no pasó. Si que no hablaban tanto como en clase y tampoco había contacto directo pero al menos ahora el menor le saludaba por cuenta propia, sin tener que acercarse él primero.
Era lunes y el castaño salía de su última clase. No había podido ver al moreno ya que tenía que ayudar a sus padres y no llegó a despedirse de él. Suspiró cansado pero mientras caminaba hacia el estacionamiento para coger el coche se sorprendió al reconocer una cabellera morena.
Iba a saludarle hasta que vio como al parecer discutía con una mujer de unos treinta años. Se sorprendió porque nunca había visto al menor gritarle a alguien. Disimuladamente se acercó pudiendo más la curiosidad que la razón.
-¡Ya te dije que no pienso dártelos!-dijo molesto el menor.
-No me vengas con esas mocoso. Si no quieres que las cosas te vayan mal más te vale obedecer.-dijo la mujer con odio en la voz.
-He. ¿Y porqué debería obedecerte?-preguntó burlón.
-¡Soy tu madre!-gritó ella lo cual sorprendió al varón.
-No lo eres.-dijo fríamente el menor para comenzar a alejarse de ella.
-Puedes negarlo cuanto quieras pero sabes que lo soy.-dijo molesta a la vez que le agarraba del brazo para detener al doncel. Este giró enfadado y la encaró mirándola con odio.
-Solo eres la segunda esposa de mi padre. No tengo ni una pizca de tu sangre en las venas así que deja de creerte tanto porque no eres nada mío.-le rebatió.
Esto no se quedará así!-gritó la mujer para seguidamente marcharse de allí enojada.
El moreno suspiró cansado y se marchó de allí a paso lento sin percatarse de que el castaño había escuchado gran parte de la conversación. Este estaba sorprendido no solo por lo oído sino por la actitud del doncel aunque también se encontraba preocupado y curioso. Decidió dejarlo pasar puesto que probablemente el menor no querría hablar de ello con él.
Suspiró y se dirigió a su coche para a continuación marcharse de allí hacia su casa.
El moreno por otra parte caminaba enojado por las calles.
-¿Cómo se ha atrevido esa mujer a aparecer enfrente mío?-se preguntaba molesto el menor. Caminó sin importarle que la gente le mirase raro por hablar consigo mismo.
Decidió que tenía que hablar con alguien así que no fue al departamento donde vivía sino a un sitio completamente distinto. Pero al llegar allí se percató que por culpa de aquella mujer era demasiado tarde y no le dejarían entrar por lo que tuvo que dar media vuelta e irse. Lo que no se percató es que alguien estaba observándole con una sonrisa maliciosa en el rostro.

Al día siguiente el doncel se encontraba algo distraído tanto en clases como en su trabajo. En este último el varón se percató de la actitud del menor y se preocupó. Tenía claro que al moreno le preocupaba lo que había sucedido ayer y por eso se comportaba de aquella forma. Pasaron un par de días y la actitud del doncel seguía siendo despistada lo cual preocupaba cada vez más al varón. Siguió pensando en que no tenía derecho a meterse pero durante la clase de ese día el menor no logró reaccionar a tiempo y uno de los niños casi se ahoga. Aquello provocó un gran revuelo ya que la madre del niño pidió que echasen al moreno el cual no objetó nada al sentirse totalmente culpable. Por suerte solo recibió una fuerte reprimenda y le ordenaron que se fuese a casa durante unos días. El doncel no dijo nada solo hizo lo que le habían ordenado. Sin aguantar más el castaño corrió a alcanzarle cuando este estaba ya fuera, caminando por el estacionamiento hacia la salida.
-¡Lee, espera!-gritó para pararle.
-¿Qué quieres?-preguntó molesto el menor.
-¿Estás bien?-le preguntó con preocupación.
-¿No lo ves? ¡Pues claro que no lo estoy! ¡Ese niño casi muere por mi culpa!-le gritó enfadado pero sus ojos mostraban lo dolido que estaba por cometer ese error.
-¡Entonces cuéntamelo! ¡Si tanto te preocupa lo que pasó hace un par de días, entonces háblalo conmigo!-le gritó el varón al ver la mirada dolida del doncel.
-¿Un par de días? ¿De qué hablas?-preguntó confundido pero sus ojos se abrieron de repente al caer en cuenta de lo que quería decir el mayor.- ¿¡Escuchaste a escondidas!?-le preguntó enfadado.
-¡Fue sin querer!-le gritó pero entonces se calmó porque no podía discutir aquello a gritos.-Mira... estabais al lado de mi coche y os escuché cuando me dirigía hacia allí. No era mi intención escuchar y tampoco pensaba preguntarte nada porque no tengo ningún derecho....
-¡Exacto! ¡No tienes ningún derecho así que ni siquiera lo menciones!-le interrumpió enojado.
-¡Después de lo que acaba de pasar si merezco preguntar!-volvió a gritarle.
-¡Esto no tiene nada que ver con aquello!-gritó a su vez el menor.
-¡Si lo tiene! ¡Estás distraído por eso y esa a sido la razón de que pasase lo de hoy!-siguió gritándole.
-¡Está bien! ¡Tienes razón! ¡Pero sigue sin tener nada que ver contigo! ¿¡Por qué demonios te importa lo que me pase!? ¡Incluso alegaste a favor mío hace un rato para que no me echasen!-le recriminó.
-¿Que no tiene nada que ver conmigo? ¿Qué porqué me importa lo que te pase?-preguntó en un susurro dolido.- ¡Maldita sea! ¡Es por qué me gustas que me preocupa! ¡Por que no me gusta verte distraído o dolido o sin esa estúpida sonrisa que me gusta tanto!-le confesó en un grito.
-¿De... de qué hablas?-preguntó sorprendido y aturdido por la repentina confesión.
-¡No te hagas el que no sabe nada! ¡Desde hace mucho que me gustas y sé que lo sabes!-le gritó.
-Y-yo.... será mejor que me vaya.-susurró e intentó darse la vuelta para marcharse pero un brazo agarrando el suyo se lo impidió.
-¡Joder! ¡Estoy aquí para que hables conmigo! ¡Me da igual sino me correspondes! ¡Solo quiero que confíes en mí y desahogues todo lo que te preocupa!-siguió gritando con la voz dolida.
-Yo...-susurró sin saber qué decir.
-Está bien....-le interrumpió en voz baja.- Pero..... siempre estaré aquí para que puedas hablar. Piénsalo en estos días libres que tienes y.... ven a verme si lo necesitas.-susurró y le sonrió levemente para soltarle el brazo e irse de allí.
El doncel se quedó paralizado al ver la sonrisa llena de tristeza del mayor. Quiso detenerle pero para cuando reaccionó este ya no se encontraba allí. Suspiró y decidió irse y pensar como se lo había dicho el castaño.

Después de aquello pasó una semana en la que el doncel no apareció por el gimnasio y el varón se sentía morir. Definitivamente había echado a perder todos sus avances al meterse donde no debía. Mientras caminaba hacia su casa con una nube negra sobre su cabeza sintió su móvil vibrar. Miró la pantalla y reconoció el número de su amigo azabache.
Leyó el mensaje y después de suspirar entró en su coche y condució hacia el apartamento del mencionado, recogió los papeles que le pidió y procedió a llevárselos al hospital, lugar donde trabajaba ayudando a su madre.
Una vez llegó allí y se encontró con su amigo, se quedaron en el jardín sentados en una banca hablando un poco ya que se notaba que el castaño no estaba muy animado. En mitad de la conversación vio a una mujer que reconoció al instante salir caminando con una gran sonrisa en la cara. Aquello no le gustó para nada.
-Sasuke....-le llamó y el azabache volteó a verle.
-Dime.
-Esa mujer..... ¿sabes a quién vino a ver?-le preguntó a su amigo.
-Mmm....es la primera vez que la veo.-respondió sinceramente después de pensar un rato.
-Ya veo....-murmuró sin despegar la vista de ella.
-¿La conoces?-le preguntó con curiosidad el azabache.
-Algo así..... pero realmente no me gusta esa sonrisa en su cara.-dijo más para sí mismo que para su acompañante.
Hubo un par de minutos de silencio hasta que se oyó una voz conocida por el castaño y pasó algo que nunca pensó que pasaría.
-¿Neji?-dijo alguien para seguidamente abrazar al mayor como si la vida se le fuese en ello.
-¿Lee?-preguntó sorprendido al verse abrazado por un lloroso moreno que se aferraba a él con fuerza.
El azabache sintió que no debía estar allí en ese momento por lo que se levantó y se marchó, dejando sola a la pareja.
-¿Lee, estás bien?-preguntó un preocupado castaño al ver al doncel llorar de aquella forma.
-No...-susurró con la voz quebrada por el llanto.
-Sshh.... tranquilo.... estoy aquí así que puedes contarme lo que sea.-le susurró a la vez que le acariciaba la espalda y cabello para intentar tranquilizarle.
-Hmp.... lo decías en serio ¿verdad? Que.... podría contar contigo....sin importar qué....-murmuró mirándole con los ojos llorosos.
-Por supuesto.... sea lo que sea que te pase o necesites.... yo estaré ahí para ti.-respondió con seguridad.
-Vale....-dijo algo más tranquilo el menor al tiempo en que se separaba levemente del mayor para secarse las lágrimas con la manga del jersey.
-¿Esto tiene que ver con esa mujer?-preguntó unos minutos más tarde.
-Si....-susurró el doncel que se encontraba sentado sobre las piernas del mayor y apoyando la cabeza en el pecho ajeno. Una de las manos del varón se encontraba en su cintura y la otra seguía acariciando la espalda del contrario.
-Si no quieres....
-¿Podrías escuchar toda la historia?-le interrumpió.
-Claro.-respondió con seguridad.
-Primero.... ¿cuanto escuchaste de aquella conversación?-le preguntó sin mirarle a los ojos.
-Desde la parte en que te negaste a darle algo y después ella te amenazó o algo así entendí.-respondió con sinceridad.
-Vale.... entonces, ya debes saber que ella no es mi madre sino que es mi madrastra.-dijo y solo recibió un asentimiento como respuesta.-Bien.... poco después de que cumpliese 6 años mi padre llegó a casa con esa mujer presentándola como mi nueva madre.-comenzó a explicar.
-¿Y tu madre de sangre?-preguntó confundido.
-Al decirte eso probablemente pensaste que mi madre murió o que estaban divorciados ¿verdad?-preguntó.
-¿No es eso?-preguntó aún más confundido y recibió una negación con la cabeza en respuesta.
-Mis padres no se habían divorciado y mi madre no había muerto.... para ser exactos metió a su amante en la casa con mi madre presente.-le dijo y el mayor frunció el ceño ante eso.
-He. Yo no entendí qué quería decir con eso pero mi verdadera madre solo se encerró en su cuarto a llorar. No se quejó ni pidió una explicación. Simplemente comenzamos a vivir los cuatro en la casa como si fuese lo más normal.-siguió explicando escondiendo su cara en el pecho ajeno.
-Durante unos meses aquello se me hizo raro. Yo no quería una nueva madre al tener ya una pero al ver como todo parecía normal intenté dejarlo pasar. Un mes antes del cumpleaños de mi madre la oí discutir con esa mujer. No entendí muy bien lo que decían pero cada vez gritaban más. Mi madre sostenía unos papeles en sus manos y al parecer la otra quería quitárselos. Después solo vi como mi madre caía por la ventana de su habitación. Me asusté y corrí hacia abajo para ir donde ella estaba pero solo vi como no dejaba de sangrar.-siguió relatando pero su cuerpo comenzó a temblar por lo que el mayor volvió a acariciarle para que se tranquilizara. El moreno le sonrió en agradecimiento y siguió su relato.
-Cuando reaccioné estaba en la ambulancia con ella. Apenas estaba consciente pero aún así me pidió algo....
-¿El qué?-le preguntó para animarle a seguir.
-Dijo.... que pasase lo que pasase.... nunca debía de darle esos papeles. Que con ellos.... nunca me pasaría nada.-respondió en un susurró.- Yo solo asentí y los guardé dentro de mi ropa. Pasé un par de días en el hospital donde ella había entrado en coma y en ese tiempo descubrí porqué me los había dado a mí.-paró para coger aire y ver cómo seguir.
-¿Qué decían esos papeles?
-Cuando dos personas se casan los bienes se reparten en caso de separarse ¿verdad?-preguntó y el varón solo asintió.- Pues en este caso.... mi madre engañó a mi madrastra diciéndole que si firmaba los papeles todo lo que le pertenecía a ella pasaría a ser suyo, sin necesidad de un divorcio.
-¿Y se creyó algo como eso?-preguntó incrédulo.
-Si.... en cuanto oyó que todo sería suyo ni siquiera leyó lo que ponía. En realidad estaba dando permiso para que, en caso de que a mi madre le pasase algo y no pudiese administrar sus bienes, estos pasarían a ser míos.-le explicó.
-¿Cómo llegaste a entender algo como eso?-preguntó con curiosidad.
-Una de las enfermeras me lo explicó. Además de esos papeles también tenía una carta suya donde decía que en una cuenta bancaria me había dejado el dinero suficiente para que me fuese. Yo no quería hacerlo puesto que seguía queriendo a mi padre y pensaba que si le contaba lo que había pasado dejaría a esa mujer y todo volvería a como antes..... pero me equivoqué.-dijo con tristeza.
-¿Qué pasó?-preguntó preocupado.
-Mi madrastra se enteró de lo que realmente ponía en ellos y habló con mi padre. Cuando este se presentó en el hospital demandó que se le diesen todos los objetos de mi madre sin saber que me los había dado a mi. Pasó una semana y él estaba más preocupado por esos papeles que por mi madre o por mí así que decidí que me iría..... Arreglé todo para poder hacerlo: empaqué mis cosas, guardé lo mejor que pude lo que tanto querían, borré mi inscripción en la escuela.... y antes de que se diesen cuenta yo ya no estaba en la ciudad. Solo les dejé una nota diciendo que me iba y desaparecí.-respondió.
-Pero con la edad que tenías....era imposible que no te encontrasen.-comentó sorprendido.
-Para ese entonces ya tenía 7 años y sabía algunas cosas. Logré llegar a esta ciudad y fue cuando conocí a Iruka-sensei.-dijo feliz.
-¿Iruka-sensei?-preguntó confundido.
-Verás.... él es el dueño de un orfanato a las afueras de esta ciudad. No me preguntó nada sobre lo que me había pasado. Solamente me preguntó si quería ir a vivir con él y yo accedí. Esa es la razón por la que no dije ni mi apellido ni mi dirección cuando hice la entrevista en el gimnasio. En ese entonces seguía viviendo en el orfanato así que no quise ponerlo aunque ahora ya vivo en un departamento con unos amigos.-explicó con una sonrisa mientras le miraba a los ojos.
-Pero.... entiendo que no te caigan bien las mujeres y los varones pero hasta el punto de odiarlos de la forma en la que lo haces....-comentó un poco confundido.
-Bueno.... el detalle que falta es que mi madre.... es doncel.-aclaró al ver la confusión del contrario.
-Ahh..... ahora si lo entiendo todo. Bueno.... casi todo. Hay algo que todavía no entiendo.-comentó.
-¿El qué?-preguntó confundido.
-Pues.... ¿qué hacía tu madrastra en este hospital?-preguntó.
-¿Eso? Pues la razón es que unos meses después de comenzar a vivir en el orfanato le conté todo a Iruka-sensei y gracias a él pude trasladar a mi madre a este hospital sin que mi padre o esa mujer se enterasen. Pero al parecer el día que discutí con ella y vine aquí....no me di cuenta de que ella me seguía así que lo averiguó todo y hoy se presentó amenazándome con que si no le daba los papeles se encargaría de hacerle algo a mi madre.-explicó con la cabeza gacha y preocupación en la voz.
-No te preocupes por ello. A tu madre no le pasará nada te lo aseguro.-dijo con seguridad.
-¿A qué te refieres?-preguntó confundido.
-¿Viste al chico con el que hablaba?-preguntó y el menor asintió.- Resulta que es mi amigo y su madre es la dueña del hospital. Sasuke tiene muy buena memoria y si le decimos que no dejen que esa mujer se acerque por aquí él se encargará de que eso se cumpla al pie de la letra.-le explicó.
-Entonces....-dijo con los ojos brillando de emoción.
-Tu madre estará completamente bien mientras esté en este hospital.-le aseguró.
-¡Gracias!-gritó al tiempo en que le abrazaba completamente feliz.
-¿Lee?
-¡Gracias, gracias, gracias!-siguió gritando mientras comenzaba a llorar.
-¿Por qué me agradeces? Yo no he hecho nada.-dijo sin entender el mayor.
-Te equivocas..... me escuchaste, me apoyaste, me ayudaste a darme cuenta que no todos los varones son iguales y que puedo confiar en algunos y.... también..... me enseñaste que....puedo enamorarme sin tener miedo a que jueguen conmigo..... que si hay alguien que me puede querer de verdad.-le dijo mirándole con los ojos aguados por las lágrimas.
-Eso significa que.....-dijo impresionado.
-Te quiero Neji....al principio pensé que serías como todos y solo me querrías llevar a la cama para luego deshacerte de mi. Pero.....después de meses intentando hablar conmigo sin rendirte, viendo como ignorabas a todas esas mujeres con buenos cuerpos y dinero sin importarte nada de eso, notando que a pesar de no saber nada de mi o de mi pasado....seguías intentando conocerme.....me empezaste a interesar. No quería admitirlo así que seguía ignorándote pero.... el día que te ayudé con aquella clase.... me di cuenta de lo serio que eres, de lo mucho que te gustan los niños y los deportes y a medida que siguió la semana.... me encontraba más cómodo a tu lado. Cuando me gritaste todo aquello.... en realidad tuve miedo de que si conocías mi pasado te alejarías de mi. A nadie le gustaría estar con un chico que ha tenido un pasado como ese y.... me asusté. Quería que te alejases de algo como eso pero....después de una semana sin verte ni hablar contigo.... me di cuenta que te necesitaba. Me sentía seguro a tu lado y tenía pensado ir a verte después de ver a mi madre y contarle que....por fin había encontrado al chico indicado.-le confesó sin dejar de llorar.
El varón estaba realmente sorprendido después de escuchar todo aquello pero al procesar todas las palabras no pudo evitar sonreír lleno de felicidad al tiempo en que abrazaba con amor al doncel.
-¿Neji?-preguntó confundido por el repentino abrazo.
-No sabes lo feliz que estoy al escucharte decir todo eso.... estaba pensando en que me odiabas después de meterme en algo tan personal pero.....estoy realmente feliz de que por fin correspondas a mis sentimientos. Te quiero Lee.-le susurró con amor en el oído. El menor se sonrojó completamente por ello y abrazó con fuerza la espalada ajena.
-Yo también te quiero Neji.-susurró de igual forma.
Estuvieron largos minutos en aquella posición hasta que oyeron como una mujer carraspeaba para llamar su atención. Al voltear encontraron a la madre del azabache sonriéndoles contenta y avisándoles que era hora de irse. Ellos accedieron pero para no perder tiempo el castaño explicó la situación a la mujer que solo sonrió y le aseguró al doncel que no tenía de qué preocuparse haciendo que este sonriera tranquilo.
Se marcharon y para sorpresa del doncel el varón lo llevó a su casa para presentarlo ante sus padres como su novio oficial. Al principio se sintió un poco incómodo pero después de una larga conversación y de que los mayores escuchasen toda la historia del menor se sintió aliviado y contento. La razón fue que la mujer nada más terminar el relato, abreviado un poco puesto que tampoco quería que lo supiesen todo, le abrazó con dulzura y le dio la bienvenida a la familia mientras que el padre amenazó a su propio hijo con arruinarle la vida si alguna vez hacía llorar o sufrir al doncel.
Después de aquello no pasó ni una semana cuando el moreno ya había conocido a los amigos de su novio y ya se había ido a vivir con él. Incluso el varón conoció a los amigos casi hermanos del doncel y a su tan amado Iruka-sensei, los cuales también le amenazaron para diversión del pequeño.

Así pasó un mes y ahora ambos estaban recostados en el sofá de la sala de su apartamento pasando un tranquilo y relajante sábado solo ellos dos.
El doncel se encontraba sobre el mayor acariciando su pecho mientras este estaba con las manos en la cintura ajena y los ojos cerrados disfrutando del suave toque.
-Nee, Neji....-susurró suavemente.
-Dime....-dijo de igual manera.
-¿A tus amigos les gustan los míos verdad?-preguntó algo que llevaba tiempo en su cabeza.
-La verdad es que si.... ¿por?-preguntó viendo los ojos de su lindo novio.
-Mmm.... solo que no les será fácil.... después de todo.... mi pasado no se compara ni de lejos con los suyos.-comentó pensativo.
-¿Qué quieres decir?-preguntó entre curioso y preocupado.
-Pues.... que tanto Kiba como Hidan tienen un pasado muy cruel mientras que el de Naru, Gaara y Dei.... es muy triste.-dijo con tristeza al recordar por lo que sus amigos habían pasado.
-¿Tanto así?-preguntó preocupado al ver la tristeza en los ojos ajenos.
-Si....-respondió en un susurro.
-Bueno.... al igual que yo no me rendí..... mis amigos no lo harán y si lo que dices es verdad.... ellos se encargarán de hacerles superar ese pasado.... como yo lo hice contigo.-le dijo entre susurros mientras besaba tiernamente la cara del menor.
-¿Por qué tan seguro?-preguntó divertido pero enternecido por el cariño que le mostraba su varón.
-Porque les conozco desde hace mucho tiempo y se que están tan enamorados de esos donceles como yo lo estoy de ti.-le dijo dulcemente.
-Idiota.....-murmuró avergonzado el doncel mientras escondía su sonrojado rostro en el pecho del mayor.
-Te amo Lee.-le susurró al oído con amor.
-Te amo Neji..... como nunca pensé amar a alguien.-respondió de igual forma.

Y es así como termina la triste pero bella historia de Lee. ¿Queréis conocer las del resto?


......FIN ......



SP & HF- Kiba Story

Kiba story

El castaño limpiaba con tranquilidad una de las mesas de su sección. Ya estaban a punto de cerrar por lo que no quedaba mucha gente en el local. Suspiró cansado cuando terminó y miró a su alrededor observando el lugar casi en completo silencio. Sonrió levemente al ver cada rincón del lugar. Todavía le sorprendía el echo de llevar ya casi un año trabajando allí. Aunque al principio no estaba muy seguro de ello y comenzó casi por obligación, después comenzó a gustarle todo aquello. Volvió a suspirar y se encaminó hacia los vestuarios para poder quitarse el uniforme de trabajo, cambiarse a su ropa de calle y así marcharse a casa. Ese día no trabajaba su amigo rubio y los demás no habían podido venir así que le tocaba irse solo al departamento.
Estaba a punto de cruzar la puerta trasera para marcharse cuando oyó la voz de unos varones fuera de esta. Esa era la parte que no le gustaba del trabajo. Algunos de los clientes creían que podían acercarse de más por el simple echo de que los meseros eran amables, sin entender que aquello formaba parte de su trabajo y no era por propia elección. Si fuese de aquella manera tanto su amigo como él no hablarían con ninguno de ellos, tanto varones como mujeres, aunque en su caso era más bien con las mujeres con las que no se llevaba bien.
Rodó los ojos exasperado y abrió la puerta dispuesto a ignorarlos e irse de allí, pero nada es como uno planea. Nada más dar un paso fuera fue recibido por 3 varones bastante altos y corpulentos, se notaba que iban al gimnasio, que le sonrieron intentando ocultar el echo de que le estaban observando el cuerpo de forma descarada.
-¿Necesitan algo?-preguntó intentando ser respetuoso pero no era precisamente lo que quería en ese momento. Estaba cansado y no tenía ganas de aguantar a un trío de pervertidos descerebrados.
-Nos preguntábamos si te gustaría ir a tomar algo con nosotros. Debes estar cansado de tanto trabajar.-respondió uno de ellos mientras que los otros dos se lamían los labios con lascivia.
-Lamento tener que declinar su oferta puesto que como muy bien ha comentado estoy cansado y solo deseo marcharme a mi casa a descansar.-respondió formalmente. Sabía que estos tipos eran de los que se enojaban más cuando los rechazabas con tanto respeto a cuando lo hacías de forma brusca.
Ante aquella respuesta observó como, efectivamente, sus rostros se tensaban y mostraban algo de molestia.
-Bueno.... en ese caso podemos acompañarte hasta tu casa.-comentó otro de ellos. El castaño aguantó un suspiro molesto.
-Lo siento pero no será posible.-respondió mientras comenzaba a caminar hacia la calle principal ya que estaban en un callejón.
-¡Espera!-gritó el tercero de ellos mientras le sostenía del brazo para detenerlo.-¡Estamos siendo amables! ¿No querrás hacerlo por las malas?-preguntó con la paciencia al límite.
El castaño frunció el ceño y les observó bien. Suspiró y les sonrió lindamente para seguidamente golpearle las partes bajas al que le estaba sosteniendo del brazo.
-Mira.... estoy harto de que inútiles como vosotros crean que pueden llevarme a la cama por la fuerza. Qué os quede bien claro que la única razón por la que os hablo en el local es porque es mi trabajo el hacerlo y... ¿sabéis que? Me haríais un enorme favor si desaparecieseis de aquí. No sois más que una molestia que por ser varones os creéis que podéis conseguir lo que queráis. Pues para vuestra información si primero pensaseis antes de hacer las cosas, estas os saldrían mejor.-les dijo enfadado y se marchó de allí, dejando sorprendidos a los tres hombres.
Con un gran enojo caminó por las calles. Todavía era temprano así que había bastante gente caminando por el mismo lugar que él. Suspiró para intentar tranquilizarse y paró al observar la tienda que tenía en frente. Se le había echo costumbre parar allí de camino a casa.
Entró y observó los distintos objetos en venta al igual que a los distintos animales. Sonrió al ver a los hámsters, los pájaros, los reptiles, los gatos, etc. Caminó hasta llegar frente a los juguetes para perros y su sonrisa se amplió al pensar que a su querido Akamaru le gustaría alguno de ellos pero no podía comprar ninguno puesto que todavía faltaba para que le pagasen en la cafetería. Suspiró resignado y procedió a salir de allí pero al girar chocó contra alguien. Ambos perdieron el equilibrio y cayeron el suelo. El doncel esperó caer sobre el frío y duro suelo pero se sorprendió al notar algo más caliente y agradable que el suelo. Abrió los ojos , que había cerrado al esperar un duro golpe, y se sorprendió al encontrarse de frente con el rostro de un varón.
Lo reconoció al instante. Era un varón de 18 años con cabellos castaños, piel pálida y los ojos no lo sabía puesto que llevaba unas gafas de sol al igual que la mitad inferior de la cara era tapada por el cuello de la chaqueta. Se sonrojó al saberse encima de uno de los empleados del lugar o, para ser más precisos, de Aburame Shino, el hijo de los dueños de la tienda.
Se levantó con una gran rapidez y antes de que el mayor pudiese pronunciar palabra alguna se disculpó por haberle derribado y salió casi corriendo de allí.
Mientras huía del lugar se reprochaba su actitud tan infantil. Conoció al mayor hace unos meses, cuando entró por primera vez a la tienda y decidió comprarle algo a su perrito, el mayor fue quien le atendió. Reconoció que el varón le llamó la atención por lo mucho que parecía saber de animales cuando le oyó hablar con uno de los clientes pero entonces, otro día que fue allí, le vio rodeado de mujeres. Se sintió un poco decepcionado de que el único varón que le había llamado la atención en todo lo que llevaba de vida era tan popular. Supuso que este nunca se fijaría en él así que decidió que olvidaría todo sobre el mayor. Ya no volvió a ir a la tienda pero un par de semanas después le vio entrar en la cafetería donde trabajaba. Afortunadamente para el castaño, se sentó en la sección de otro trabajador así que no tuvo que atenderle, pero vio como había quedado con una atractiva mujer con la que parecía llevarse muy bien. Ver aquello le hizo rendirse definitivamente. Durante aquellos días había pensado en que podría intentar acercarse al varón pero ya no pensaba hacerlo para nada ahora que sabía que tenía novia.
Luego de aquel día el doncel siguió con su vida aunque sus amigos se dieron cuenta de que parecía algo despistado y , por qué no, decaído. El castaño continuó sin ir a la tienda de animales para no ver al mayor pero aquello se hizo absurdo cuando este iba casi cada tarde a la cafetería. Así decidió que podría pasarse por allí pero asegurándose de no acercarse al varón.
Los meses pasaron y ya habían transcurrido cuatro desde que el menor le vio por primera vez. Nunca habían hablado puesto que aunque el de gafas fueses prácticamente todos los días a su lugar de trabajo nunca se había sentado en ninguna de las mesas que el doncel atendía. A veces sentía como si este le mirase pero luego pensaba mejor y se convencía de que aquello era imposible, aunque una parte de él deseaba que fuese él la razón de la visita diaria del varón al local.
Durante esos cuatro meses se percató de que cada vez le parecía más interesante y atractivo el castaño y, también que no lo vio nunca más con aquella mujer pero no quería hacerse falsas esperanzas. También notó que algunas veces se reunía con un grupo de varones y parecían llevarse muy bien por lo que supuso que eran amigos desde hacía algún tiempo. Una semana más y por fin reconoció con sus amigos que había alguien que le interesaba pero nunca mencionó nombre ni lo describió físicamente. Aquello sorprendió a los demás donceles pero le animaron y apoyaron, aunque su amigo Lee parecía algo pensativo después de oír la noticia pero supuso que estaría pensando en Neji, su recién adquirido novio.
Pasaron unos días más hasta el mencionado encuentro con el castaño mayor. Dejó de correr cuando se percató que ya estaba muy cerca de su apartamento. Cuando habló con sus amigos aquel día decidió que intentaría acercarse al varón pero al tenerlo tan cerca los nervios pudieron más. Se maldijo internamente e ingresó a su casa, donde fue recibido por su querida mascota. Le acarició con una sonrisa y al llegar a la sala vio muy concentrado a su amigo rubio con algunos papeles. Su sonrisa se amplió al ver lo mucho que se esforzaba a pesar de lo cansado que parecía el menor por culpa de un trabajo que debía entregar. Le saludó y después buscó con la mirada al resto. El rubio mayor estaba en la cocina junto con el peliplateado y supuso que su pelirrojo amigo estaría en la ducha puesto que podía oír el sonido del agua al caer.
Volvió a suspirar y se marchó a la habitación que compartía con el menor de los Namikaze, necesitaba echarse un rato antes de ponerse con sus propios deberes.

Volviendo con el varón después de que el castaño menor saliese corriendo. Suspiró para seguidamente sentarse en el suelo. Cuando encontró al menor en la tienda, por fin decidió hablarle. Estaba harto de solo mirarle cuando trabajaba en la cafetería y cuando este iba a su propio trabajo. Además, hacía unos días, se había enterado que a ese lindo doncel que le llamó la atención desde el primer momento en el que entró le gustaba alguien. No fue fácil dar con esa información pero, después de casi suplicarle al novio de su amigo Neji, Lee que le contase algo sobre su amigo castaño y que este por fin accediese, resulta que lo primero que le dice es que a este parece ya gustarle alguien. Estuvo a punto de ponerse a gritar de la frustración después de oír aquello. Durante los siguientes días le observó más detenidamente pero no parecía que nadie le llamase particularmente la atención así que pensó que no sería un cliente de la cafetería. Eso lo ponía en desventaja puesto que lo más probable sería que fuese alguien de su instituto y él no iba al mismo que el lindo doncel. Reconocía que si se hubiese acercado antes al menor tal vez ahora no estaría tan preocupado pero simplemente no tenía el valor de comenzar una conversación con este.
Se removió el cabello con frustración y se levantó para seguir con su trabajo. Después de haber conocido al de ojos cafés sintió algo cambiar dentro suyo. En aquel momento estaba saliendo con una chica pero decidió romper con ella poco después de conocer al menor. A pesar de no saber ni su nombre se dio cuenta que sentía algo muy diferente por él cuando le veía y, aquello le hizo darse cuenta de que esa chica no le interesaba de la misma forma que el castaño.
En realidad le sorprendió bastante darse cuenta de que este trabajaba en aquella cafetería cuando le vio el mismo día en que había quedado con ella para romper. Pensó que esta se lo tomaría a mal pero pareció muy comprensiva, además de que le animó a que conquistase al lindo mesero. No supo cómo se había dado cuenta ella pero cuando le preguntó esta solo rió, le dio un beso como despedida y se marchó. Desde entonces a veces hablan y le pregunta como van las cosas e incluso le ha gritado más de una vez por ser tan lento en actuar. Siguió yendo a la cafetería solo o con sus amigos pero nunca tuvo el valor de sentarse en su zona para que le atendiese él. Lo que no podía evitar era mirarle fijamente durante mucho tiempo. La verdad es que después de tanto tiempo no dudaba que el menor se había dado cuenta y por eso había huido de esa forma. Se deprimió un poco al pensar que aquella era la razón puesto que a él también le molestaría que solo fuesen allí a mirarle fijamente sin luego decirle nada.
Negó con la cabeza para centrarse puesto que había un cliente preguntándole algo enfrente suyo y él no había prestado la más mínima atención. Nada más este se marchó fijó su vista en los juguetes para perros que tenía a su derecha y sonrió. Siempre le veía mirándolos pero solo una vez compró uno. Ese fue el día en que se conocieron. Su sonrisa se amplió pero entonces frunció el ceño extrañado. Es cierto que siempre le veía mirando esos juguetes pero para llegar a ellos hay que pasar enfrente de los perros o dar una vuelta y pasar por la zona de pájaros y reptiles, y el doncel siempre escogía este último. No entendía muy bien eso. ¿Si le gustaban los perros porqué nunca había mirado a alguno de ellos?
Se removió el cabello frustrado al no encontrar una respuesta a esa pregunta. Tal vez si le preguntaba a Lee este se lo diría pero a lo mejor era algo que debía descubrir por si mismo.... no lo sabía pero en cualquier caso lo averiguaría.
Asintió decidido a que la próxima vez que le viese hablaría con él y seguidamente recogió sus cosas para ir a hablar con el novio de su amigo. No quería que le contase todo pero al menos un par de cosas sí que las necesitaba saber.
Caminó con paso tranquilo por las calles hasta llegar a un alto edificio de apartamentos. Suspiró para armarse de valor y entró. Una vez llegó enfrente de aquella puerta volvió a detenerse para coger aire y llamó al timbre. No fueron más que un par de minutos después cuando reconoció la larga cabellera castaña de su amigo. Este le miró con sorpresa pero aún así le dejó pasar.
-¿Está tu novio?-preguntó un rato después para romper el silencio.
-¿Para qué lo quieres?-cuestionó a su vez su amigo, aunque por la sonrisa que tenía en el rostro era claro que sabía para qué le quería.
-Necesito preguntarle algo.-respondió después de suspirar.
-¿Es sobre Kiba?-preguntó ahora otra voz a sus espaldas. El de gafas se tensó pero asintió y se removió el cabello exasperado.
-Es solo.... que hay algo que no entiendo y pensé que podrías decírmelo.-dijo por fin. El doncel se sentó enfrente suyo y le miró detenidamente.
-¿Algo que no entiendes? Si es lo de quién le gusta ya te dije que no lo sé. No nos ha dicho ni su nombre ni su aspecto.-habló confundido.
-No es eso.-murmuró con el ceño fruncido puesto que aquel tema no le gustaba para nada.
-¿Entonces?-preguntó sin entender.
-Lo diré claro. ¿Tiene algo en contra de los perros?-preguntó rápidamente. El moreno abrió los ojos sorprendido y abrió la boca y la cerró un par de veces sin saber muy bien qué responder.
-Primero....¿porqué piensas eso?-cuestionó de forma seria y eso alertó a ambos varones que se miraron entre si.
-Cuando va a la tienda siempre mira los juguetes para perros pero.... nunca pasa por su sección sino que hace un rodeo por otro pasillo, como si los evitase.-respondió de igual forma. El doncel suspiró y miró para otro lado pensando.
-No sé si tengo derecho a contarte nada.-murmuró el menor con la mirada algo perdida.
-No quiero que me des los detalles solo quiero saber si es algo serio.-dijo también en voz baja el varón. El moreno le miró y asintió después de suspirar.
-Mira.... es verdad que Kiba tiene un perro pero.... aunque parezca contradictorio.... al mismo tiempo le tiene pavor a estos.-le dijo seriamente. Ambos varones le miraron sin entender y fue su pareja la que habló, después de sentarse en el posa-brazos del sillón en el que se encontraba el menor.
-¿Cómo puede ser posible que tenga un perro pero al mismo tiempo les tenga miedo a estos?-preguntó sin entender.
-Es algo complicado. Al único que permite que se le acerque es a Akamaru y eso es porque han estado juntos desde pequeños. En cuanto al resto.... no importa el tamaño que tengan no soporta tenerlos cerca.-respondió y suspiró frustrado al no saber muy bien cómo explicarlo.
-Solo responde a esto.... ¿pasó algo grave?-preguntó el de gafas mirándole seriamente. El moreno asintió pero cuando el mayor se levantó para marcharse susurró algo que le dejó estático.
-Tanto como para que estuviera a punto de morir.-murmuró mirando hacia el suelo y apretando la mano de su pareja con fuerza.
-¿Cómo?-preguntaron ambos sorprendidos y preocupados. Uno por el semblante de su pareja y el otro por el que sería su futura pareja.
-No puedo contar a detalle pero.... Kiba estuvo a punto de morir por unos perros de presa.-dijo sin mirarlos.
-¿Cuando?-cuestionó el mayor.
-A los 7 años. Todos.... llegamos al orfanato por distintas razones pero.... Kiba llegó allí porque Akamaru lo encontró cerca y.... si no hubiese sido por eso... él habría muerto.-explicó mordiéndose el labio inferior. Ese tema era algo que a ninguno de sus amigos ni a él les gustaba recordar.
-Vale.... gracias por decírmelo.-susurró el castaño y seguidamente se marchó de allí, pensando en lo que le había contado el moreno.
-¿Estás bien?-le preguntó el castaño a su doncel.
-Si.... es solo que no me gusta recordarlo.-dijo y le miró con cariño.
-Tranquilo..... gracias por contarle un poco a pesar de no querer recordarlo.-le susurró al oído para luego besarle con ternura.
-¿Qué crees que hará ahora?-preguntó preocupado a su seme.
-Conociéndole.... no parará hasta saberlo todo... pero solo si tu amigo quiere contárselo.-respondió y se sentó al lado del menor para abrazarle.
Después de aquella conversación pasaron un par de semanas en las que el moreno no dejó de pensar en todo aquello. Sabía que no tenía derecho a preguntarle al castaño directamente puesto que todavía no habían hablado así que primero intentaría acercarse al menor.
Se encontraba en la cafetería a la misma hora de siempre pero esta vez se armó de valor y se sentó en la zona del doncel. Esperó unos minutos y por fin lo tuvo a su lado, echo que provocó que comenzase a ponerse nervioso, aunque no lo demostró en su rostro.

Después de terminar su tarea le contó a sus amigos lo que había pasado en la tienda puesto que le veían bastante distraído. Estos se sorprendieron, no solo de descubrir quién era el famoso varón, sino de la actitud de su castaño amigo. Este nunca se dejaba llevar por el nerviosismo, sino que era muy directo, pero esta vez había sido incapaz de superar la timidez. El rubio menor le sonrió y le animó a que a la próxima conseguiría hablar con él, que no se preocupase. El pelirrojo solo le guiñó un ojo y le dio un pequeño golpe en el hombro, en forma de ánimo. Los mayores simplemente sonrieron y Hidan le dio un abrazo mientras que Deidara un pequeño beso en la frente.
A continuación mandaron a los tres menores a dormir mientras ellos terminaban de limpiar los trastes de la cena. Tardó un poco en conciliar el sueño pero se encontraba algo más relajado después de los ánimos de los chicos así que rápidamente se hizo a la idea de que a la próxima las cosas irían mejor.
Así pasaron un par de semanas en las que el varón no se presentó en la cafetería y el castaño pensaba que había sido culpa suya por huir de aquella forma. Suspiró mientras limpiaba una de las mesas y en aquel momento sonó la campana de la puerta. No quiso hacerse ilusiones pero abrió grandemente los ojos al verlo allí. Sonrió levemente y esperó a que se dirigiese a su mesa de siempre pero eso no pasó. El varón se sentó por primera vez en su sección. Tardó un par de minutos en asimilarlo y después de que su rubio amigo le diese un codazo para que fuese allí y le animase, él suspiró y caminó hasta la mesa del moreno.
Tenerlo enfrente suyo le puso nervioso pero intentó que no lo notase. Estaba en su trabajo y no podía dejar de ser profesional, por mucho que quisiera salir corriendo o desmayarse de los nervios.

-Buenas tardes. Mi nombre es Kiba y seré yo el que lo atienda. Aquí tiene la carta pero si ya sabe lo que quiere pedir no dude en decírmelo.-habló educadamente y logró no tartamudear lo cual consideró un logro puesto que sentía la boca completamente seca.
-Café solo y unas galletas de canela, gracias.-respondió este con una sonrisa en el rostro aunque el menor no pudo verla por el cuello del jersey.
-Entendido. En un momento se lo traigo.-dijo haciendo una reverencia para luego marcharse. Una vez alejado suspiró para tranquilizar a su acelerado corazón. La verdad es que no sabía si había sido su imaginación o no, pero notó el tono de voz muy amable y cariñoso. Negó con la cabeza para quitarse esa idea y después de volver a suspirar dio la orden y mientras esta se hacía fue a atender a otros clientes.
Por otra parte el mayor no dejaba de mirar todas y cada una de las acciones del doncel. Se había dado cuenta del nerviosismo de esta a la hora de atenderlo y le pareció realmente tierno. Sabía que no podrían conversar mucho pero al menos ya había algo de contacto. En cuanto este volvió con su orden le sonrió y le dio las gracias y, podría jurar, que vio las mejillas del contrario sonrojarse un poco. Aquello lo alentó puesto que al menos no parecía serle indiferente al castaño.
Pasó la tarde y ya era hora de que se fuese así que se levantó después de pagar y se disponía a irse cuando recordó algo. Adentró su mano en el bolsillo de su chaqueta y a continuación se marchó de allí con una sonrisa en el rostro.
Cuando el castaño le vio marcharse se sintió un poco decepcionado ya que no había podido hablar mucho con él. Fue a su mesa para recoger la cuenta y se sorprendió al encontrar una pequeña cajita sobre esta. Miró hacia la puerta pero el mayor ya no se encontraba allí. Un poco dudoso la cogió pero antes de poder abrirla y ver qué había dentro, le llamaron de otra mesa. Guardó el pequeño objeto en su bolsillo, cogió el dinero y después de dárselo al de la caja se dirigió hacia donde le necesitaban.
Desde su lugar el rubio sonrió al ver aquello. Al parecer su amigo era correspondido puesto que había visto las reacciones de ambos y eso le hacia muy feliz. Esperó a que todos se marchasen y mientras ellos se cambiaban decidió preguntarle.
-¿Y?-preguntó quitándose la camisa.
-¿Y qué?-preguntó confundido mientras le miraba.
-¿Qué fue lo que te dio? Todavía no lo has abierto ¿no?-le recordó y eso hizo enrojecer al contrario.
-Seguro que se le olvidó, no es como si lo hubiese dejado a propósito.-comentó el castaño mientras sacaba la cajita de su bolsillo.
-A otro perro con ese hueso porque yo vi como lo dejaba expresamente antes de irse.-le dijo divertido.
-¿En serio? Pero aunque lo dejara a propósito podría ser para otra persona.-comentó mirando con duda la caja.
-Estaba en tu sección por lo que sabía que serías tú quién recogería la cuenta. Vamos, ábrelo de una vez.-le animó y con un poco de duda el castaño lo hizo. Su rostro mostró sorpresa y no pudiendo evitarlo el rubio miró dentro.
-¿Un dije?-preguntó algo confundido pero recibió la misma mirada de duda por parte de su amigo. Observó con detenimiento la caja y vio un papel blanco sobresaliendo de debajo de la tela.
-¿Y eso qué es?-preguntó ahora el de ojos castaños. El rubio solo sonrió y soltó una leve risita para pasarle el papel.
-Léelo.-le animó y este lo tomó dudoso.

Kiba.... sé que parecerá extraño pero.... la razón por la que solo dejé el dije fue.... que pensé que quizás te molestaría recibir un collar o una pulsera ya que no he visto que uses ninguno de los dos, así que.... decidí que solo te daría el dije para que pudieses decidir cómo llevarlo. Bueno, en caso de que decidas hacerlo. Tal vez creas que es un atrevimiento por mi parte y decidas tirarlo pero tengo suficiente con saber que te lo dí. Lo que hagas con él es decisión tuya.”

El doncel miró otra vez el dije y sonrió levemente. Era una pieza de plata pura en forma de la huella de un perro y en la parte de detrás había algo inscrito: “I love...” le sorprendió que lo dejase inconcluso pero se sonrojó cuando en su mente completó la frase sin dudar.
El ojiazul sonrió al ver el semblante de su amigo.
-¿Y bien? ¿Piensas usarlo?-le preguntó aunque ya sabía la respuesta. El castaño solo asintió sin dejar de sonreír ni de mirar el dije.
Después de eso ambos se encaminaron hacia su departamento hablando, aunque era más bien que el rubio se estaba burlando de su amigo por todo lo que había pasado, mientras que este solo le respondía sonrojado a más no poder.
Al llegar todos tuvieron curiosidad y no dudaron en interrogarle. Evidentemente el rubio no tuvo ningún reparo en contarlo todo, dejando otra vez al castaño con las mejillas coloradas a más no poder.
Esa misma noche, cogió un par de cuerdas negras y una plateada para hacerse una pulsera con el dije. Cuando terminó le pidió al pelirrojo que se la anudase el cual no se negó. Después casi no pudo dormir al no dejar de observar el pequeño objeto en su muñeca pero la sonrisa no había desaparecido de su rostro en ningún momento.

Volvieron a pasar un par de días para que se volviesen a ver. La verdad es que el varón estaba algo nervioso por cómo se habría tomado el castaño su regalo así que no había tenido el valor de volver a la cafetería. Sus amigos se cansaron de verle tan ausente en clase así que en esa tarde de viernes le arrastraron hasta allí. El varón estaba nervioso y eso que no estaban en la zona del doncel sino en la de su amigo rubio, pero aún así seguía sin poder mirar al contrario para ver si llevaba o no su regalo. Estaba tan metido en sus pensamientos que solo reaccionó cuando notó un golpe en su cabeza.
-Oh, vaya.... lo siento mucho.-comentó el rubio ojiazul pero con una sonrisa divertida.
-No pasa nada...-murmuró algo adolorido por el golpe, además de que sentía la mirada aniquiladora de su amigo azabache.
-Realmente lo siento.-volvió a decir y se acercó hasta casi rozar sus labios con su oreja.- Su muñeca derecha.-le susurró para después separarse, sonreírle y marcharse.
El mayor no entendía nada pero sintió un duro golpe en su cabeza de nuevo y pudo observar la mirada asesina de su amigo sobre él.
-¿Qué.Fue.Eso?-preguntó enfatizando cada palabra. Estaba que se subía por las paredes al ver como el rubio se había acercado tanto a su amigo.
-¿Muñeca derecha?-susurró el de gafas extrañando a sus compañeros.
-¿De qué hablas?-volvió a preguntar el azabache.
Cuando este iba a responder sintió como alguien paraba a su lado. Volteó y se encontró con el castaño y pudo observar las mejillas coloradas del menor.
-Este.... emm....-murmuró sin saber qué decir. Giró un poco y la mirada del rubio topó con la suya, dándole ánimos.
-¿Si?-preguntó el mayor. El doncel cogió aire y lo exhaló para después mirarle, aumentando su sonrojo.
-Gra-Gracias.... por el.... regalo.-susurró nervioso mientras pasaba su mano derecha por su cabello. Ahí es cuando el mayor pudo ver un pequeño brillo y se sorprendió al reconocer lo que era.
-Yo....-intentó decir algo pero fue interrumpido por el menor.
-Eso era todo. Adiós.-dijo atropelladamente y salió huyendo en dirección a la cocina.
Tardó unos segundos en asimilar lo que había pasado pero entonces sonrió feliz. Sus amigos no terminaron de entender nada hasta que susurró algo.
-Lo lleva puesto....-murmuró feliz. El resto se miraron y sonrieron levemente, felices por su amigo.

Ese día marcó el inicio de su relación. Tal vez no salían formalmente pero el varón iba todos los días a la cafetería y era atendido por el castaño. Los días en que este estaba solo porque su amigo no trabajaba, él se quedaba y le acompañaba a casa. Comenzaron a hablar más, sobre sus gustos y todo tipo de cosas y ambos estaban felices de estar cada vez más cerca del otro.
Así pasaron un par de meses hasta que el mayor por fin decidió pedirle salir en serio. Caminaba apurado ya que había tenido que ayudar a sus padres a hacer inventario. Su castaño debería de haber acabado ya su turno y le estaría esperando, aunque era realmente tarde puesto que ya había oscurecido, por lo que quizás se habría marchado ya.
Suspiró y llegó a la cafetería pero como supuso esta se encontraba ya cerrada. Se acercó al callejón y caminó hasta la puerta de empleados pero no parecía que hubiese nadie. Suspiró y comenzó a caminar para irse de allí pero entonces oyó algo que no le hizo mucha gracia.

-¡No por favor! ¡No te acerques!-gritó una voz que reconoció al instante y sin dudarlo entró en el local.

Un rato antes el castaño había terminado de limpiar y ya se había cambiado el uniforme pero cuando estaba por salir, su jefe le llamó y le pidió que esperase a que todos se marchasen para cerrar puesto que él tenía una reunión y no podía hacerlo. El doncel suspiró cansado pero accedió, después de todo era su jefe y no podía negarse. Salió un momento para ver si el varón ya había llegado pero se sorprendió al ver que no era así. No era como si hubiesen quedado, era simplemente que de alguna forma se había vuelto rutina el volver juntos cuando su rubio amigo no estaba.
Decidió no preocuparse demasiado. Quizás el mayor tenía algo que hacer y no pudo ir, aunque le habría avisado de ser así....
Sacudió la cabeza para dejar de pensar en ese tipo de cosas. De seguro que estaba bien, no había nada por lo que preocuparse. Suspiró y observó como el lugar estaba completamente vacío. Terminó de bajar las persianas de la entrada y apagó las luces. Después caminó hasta el vestuario para coger sus cosas y salir pero primero recordó que también tenía que sacar la basura.
Dejó su bolsa en la entrada de atrás y volvió a la cocina. Cogió la bolsa de basura y la llevó como pudo hasta el contenedor que había en el callejón. Cuando volvió vio la puerta abierta y su bolso no estaba, lo que se le hizo extraño ya que recordaba haberlo puesto ahí hace un momento.
Miró a su alrededor y al no verlo suspiró para volver a entrar. A lo mejor estaba paranoico y simplemente no lo había cogido.
Llegó al vestuario pero tampoco lo encontró ahí. Volvió a suspirar y caminó hasta la cafetería donde tampoco encontró nada. Giró de nueva cuenta y casi grita del susto.
-¿Qué hacéis aquí?-preguntó algo exaltado. Allí se encontraban los tres tipos de hace tiempo. Desde que les rechazó no los había vuelto a ver así que pensó que se habían rendido.
-Vaya.... ha pasado un tiempo y ¿eso es lo primero que dices?-habló con sorna uno de ellos.
-¿Qué queréis?-volvió a preguntar asustado, pero no de ellos, sino de lo que traían.
-¿Oh? Parece que no te gusta nuestro amigo.-dijo el segundo mirando como el doncel retrocedía ante el gran doberman que traían atado con una correa.
-Hmp. Dijiste que teníamos que pensar bien antes de hacer algo así que seguimos tu consejo.-explicó el tercero también divertido.
-Así que te observamos y nos dimos cuenta de que no te gusta tener perros cerca.-comentó divertido el segundo.
-Si eres bueno y haces lo que decimos nuestro amigo no se acercará a ti en lo más mínimo. ¿Qué dices?-preguntó con una sonrisa torcida el primero.
El castaño miró a todos y cada uno pero centró su mirada en el animal. Parecía bastante agresivo, lo cual no le extrañó ya que esa raza tiende a volverse de esa forma dependiendo del trato del amo y estaba seguro de que esos tres no le habrían tratado muy bien.
-¿Y bien?-preguntó impaciente uno de ellos.
-¡Ni hablar!-gritó el castaño.
-Mmm.... ya veo.-comentó otro y a continuación dejó ir la correa del perro. El doncel se asustó y retrocedió unos pasos mientras que el animal le observaba con detenimiento. Pronto comenzó a gruñir y por acto reflejo el castaño tembló.
-¡No por favor! ¡No te acerques!-gritó cuando este comenzó a avanzar. El animal comenzó a ladrar y el menor cayó al suelo temblando sin poder evitarlo, mientras lágrimas comenzaban a salir de sus castaños ojos..
-¡Jajajajaja! ¿Has visto? ¡Está completamente aterrado!-rió uno de los varones.
-¡Tendrías que haber aceptado el trato!-dijo otro mientras daba la orden y el perro comenzó a acercarse el doncel.
Este solo cerró los ojos y esperó al dolor que sabía que vendría pero solo escuchó un gruñido y como el perro salía corriendo. Abrió los ojos y se sorprendió a quién vio enfrente suyo, que aunque estaba de espaldas sabía quién era.
-¿Shino?-preguntó sorprendido.
-¿Estás bien Kiba?-preguntó el varón una vez giró y se agachó para mirarle a los ojos.
-S-si...-susurró y se sintió mejor al sentir como el mayor le acariciaba la mejilla son su mano, pero entonces notó algo húmedo. Miró hacia abajo y observó como el brazo izquierdo del moreno estaba sangrando.
-¡Sh-Shino, tu brazo está...!-gritó pero no pudo acabar la frase ya que unos labios contra los suyos se lo impidieron.
-Estoy bien.... en realidad me alegra que no te pasara nada a ti.-dijo una vez se separaron a la vez que le sonreía con dulzura.
-Pero... debe dolerte.-susurró el menor preocupado y algo avergonzado por el beso.
-Dolería más si no hubiese impedido que te hicieran daño.-comentó sin dejar de sonreír, aunque había empezado a arderle la herida.
-Ellos....-comenzó pero vio como los tres varones estaban en el suelo inconscientes.- ¿Como has...?
-Jejeje ¿con quién crees que Neji practicaba kárate?-preguntó divertido.
-Eso ahora da igual. ¡Tenemos que llamar a una ambulancia!-gritó preocupado al ver como el sangrado no se detenía.
-Coge mi teléfono y llama a Sasuke. Así será más rápido.-dijo para luego sentarse y apoyar la espalda en la barra del lugar. La verdad es que comenzaba a sentirse cansado. Oyó la voz del castaño llamarle pero poco a poco todo se iba quedando negro hasta que ya no sintió nada.

Despertó gracias a la luz del sol que le daba directamente en la cara. Miró a su alrededor desorientado y entendió que estaba en el hospital. ¿Pero en el hospital porqué? Se preguntó. Intentó mover el brazo izquierdo pero no podía, así que intentó con el derecho pero notó un peso extra. Miró en esa dirección y observó una cabellera castaña sobre la cama. Comprendió quién era y cuando miró su mano, notó como el de marcas la tenía sostenida con una de las suyas. Sonrió con dulzura y fue entonces que oyó la puerta abrirse.
-Ha estado aquí desde que te trajeron.-dijo la voz de la señora Uchiha.
-Ya veo...-susurró sin dejar de ver al doncel.
-Tu brazo está bien. La herida no ha sido tan profunda aunque tuvimos que darte algunos puntos. Además te pusimos la vacuna contra la rabia por si acaso. Si te sientes mal no dudes en decírnoslo.-explicó la mujer con dulzura aunque sin quitar la seriedad del asunto.
-De acuerdo. ¿Qué hora es?-preguntó pero sin mirarla.
-Las diez. Tus padres están fuera pero supongo que primero querréis hablar vosotros dos.-supuso y solo obtuvo un asentimiento de cabeza por parte del menor. Sonrió y salió de allí para dejarles intimidad.
-Eres un idiota.-susurró una voz que hizo sonreír al varón.
-Si... soy un idiota por ti.-susurró también.
-¡No te lo tomes a broma! ¡¿Sabes lo preocupado que estaba?!-gritó alzando la cabeza, mirándole con lágrimas recorriendo su rostro.
-Lo siento.... pero no podía dejar que te pasase nada.-susurró con dulzura.
-¿Porqué?-preguntó mirándoles a los ojos.
-Por que te quiero Kiba.-respondió con sinceridad.
-Idiota...-murmuró el menor para darle un suave beso en los labios.
Estuvieron en silencio hasta que los padres del varón entraron riñendo a este por su descuido. A este poco le importó lo que le dijeron y simplemente aprovechó para presentar a su novio ante ellos. Este se sonrojó y les pidió disculpas ya que el moreno se había hecho daño por ayudarle. Al enterarse de toda la historia los mayores suspiraron y simplemente abrazaron al menor para darle la bienvenida a la familia, al igual que le pidieron que no se culpase por lo que había sucedido.
Sin más salieron y volvieron a dejarlos solos. El castaño estaba recostado en el lado derecho del varón con la cabeza apoyada en su pecho, mientras que este le rodeaba la cintura con su brazo sano.

-Hey Kiba....-llamó el varón al doncel.
-Dime.-susurró este mirándole desde abajo.
-¿Te parece que te ayude a superar tu miedo a los perros?-preguntó algo inseguro. Tampoco quería forzarle.
-Si es contigo estoy seguro que podré superarlo.-respondió con dulzura al ver la inseguridad en los ojos ajenos pero pronto cayó en algo.-¿Cómo sabías que me daban miedo? Nunca te lo dije.-comentó mirándole con sospecha.
-¿Prometes no enojarte?-preguntó y recibió un asentimiento del menor.- El día que chocamos y huiste, días antes de darte el dije, me di cuenta de que a pesar de que mirabas accesorios y juguetes para perros en la tienda, siempre evitabas pasar por delante de estos. Quise saber porqué y fui a preguntarle a tu amigo Lee.-explicó.
-¿Qué fue lo que te dijo?-preguntó con temor el menor.
-Solo dijo que habías tenido un accidente y casi mueres. No quise obligarle a que me contase todo con detalles así que pensé que si algún día confiabas en mi lo suficiente como para contármelo, yo te escucharía hasta el final.-dijo mirándole a los ojos. El doncel vio la sinceridad en los orbes ajenos y bajó la mirada hasta apoyar otra vez la cabeza en el pecho ajeno.
-Cuando era pequeño.... mi padre siempre salía de viaje y yo me quedaba con mi madre y mi hermana en casa. Al principio todo era normal pero un día mi madre se enfadó diciendo que no soportaba que mi padre pasase todo su tiempo conmigo cuando volvía y que a ella no le hiciese el más mínimo caso. Comenzó a maltratarme, tanto verbal como físicamente, y al principio mi hermana me defendía pero.... poco después de cumplir los 7 años.... ella invitó a un chico que le gustaba a la casa pero al parecer a este le interesé yo. A esa edad a mi no me interesaban los chicos así que lo rechacé sin saber lo que ella sentía por él.... Ahí es cuando ella se unió a mi madre.-comenzó a explicar.
-¿Tu padre se enteró de lo que hacían?-preguntó preocupado mientras acariciaba la cabellera del contrario.
-Si.... un día que volvió antes vio las marcas que tenía. Se enfadó y discutió con ellas y ahí fue cuando le pidió el divorcio a mi madre. Comenzó a hacer las maletas para irnos lo dos pero ella no lo soportó, no quería que él se fuese y mucho menos conmigo.-siguió pero paró porqué había comenzado a hipar.
-¿Qué tienen que ver los perros con esto?-preguntó preocupado por su doncel.
-La familia de mi madre siempre se ha dedicado al adiestramiento de perros de caza y de presa así que cuando vio que mi padre la dejaba para irse conmigo..... dio la orden a estos para que nos atacasen. Recuerdo comenzar a correr mientras oía a mi padre gritarme que no parase por nada pero como solo era un niño me cansé bastante rápido.... Nuestra casa estaba rodeada de árboles y pronto me perdí,sin saber hacia donde ir y con los perros detrás. En un momento tropecé y caí al suelo, y cuando me di cuenta estaba rodeado. Estaba tan asustado que solo cerré los ojos esperando que me matasen o que alguien me ayudase. Fue lo primero.-dijo temblando al recordarlo.
-Kiba...-susurró con amor y abrazó mas fuertemente al menor.
-Solo sentí como me dolía todo y simplemente caí inconsciente. Cuando desperté estaba en la cama vendado y había un hombre castaño sentado al lado. Me explicó que me habían encontrado gracias al perro del lugar y aunque me asusté cuando este entró en la habitación y quise que se marchara... este no me dejó ni un solo día. Se quedó en la puerta de mi habitación procurando que no hiciese nada raro y... poco a poco acepté que se me acercara, hasta el punto de que comenzó a dormir a mi lado. Mi pierna estaba bastante mal al igual que mi estómago, donde tenía una gran herida, pero aún así me recuperé bastante bien. Lo único que queda de eso son las cicatrices que tengo pero a parte de eso estoy bien, aunque sigo sin poder estar cerca de cualquier tipo de perro, sobretodo si son grandes y de razas dominantes.-terminó de explicar pero algo más calmado al sentir el calor que desprendía el cuerpo del mayor.
-Gracias por contármelo.-murmuró el mayor sobre su cabello.
-Gracias por escucharme.-dijo de igual forma el menor.
-Te amo Kiba.... incluso más que antes y estoy seguro que seguiré amándote cada vez más.-le dijo mirándole a los ojos.
-Idiota.... yo también te amo Shino.... y no dudo de que así seguirá por siempre.-susurró para después besarle con cariño.
Cuando se separaron ambos se sonrieron pero oyeron unos sollozos procedentes de detrás de la puerta y fue ahí cuando los padres del varón volvieron a entrar corriendo para abrazar al doncel mientras lloraban.
El castaño solo se rió cuando sus suegros comenzaron a amenazar a su novio sobre lo que le harían si alguna vez le hacían cualquier tipo de daño, mientras que este alegaba que primero se cortaba las manos y la lengua que hacerle daño.

Bueno.... es verdad que su familia resultó acabar mal pero.... ¿quién decía que no podría formar una con ese varón al que adoraba y con el que procuraría que todo saliese bien?



...... FIN ......