The
Emperor's treasure
Como siempre, cada vez
que abro los ojos veo lo mismo. Una pared sucia, una cama desgastada,
una pequeña luz que titila de una diminuta lámpara, nada de
ventanas en la pequeña estancia y la puerta oxidada y sucia. Sé que
aunque intente levantarme las cadenas en mis muñecas y tobillos me
impedirán ir muy lejos, así que ya ni siquiera hago el intento.
Hace tanto tiempo que
llevo aquí que ya he perdido la cuenta. Solo en ocasiones salgo
cuando una subasta comienza, pero nunca he tenido suerte. Aunque
mejor así. Sé lo malo que es vivir aquí, pero no sé lo que pasa
allí fuera. Hay una remota posibilidad de que la persona que llegase
a comprarme fuese buena, pero eso solo es una banal esperanza.
Después de todo, ¿quién compraría a un esclavo sin querer meterlo
a su cama? Ese es básicamente nuestro trabajo. Por suerte, yo nunca
he tenido que hacerlo, aunque muchos de los que han pasado por aquí
sí. Es triste, saber que muchos a los que he conocido están
haciendo algo tan horrible como eso, y una pequeña parte de mi,
siente que tendría que ser yo quién lo hiciese en su lugar. Pero no
puedo hacer nada. Soy de los más mayores y la gran mayoría de
“clientes” buscan a alguien joven, pues todos son unos viejos
pervertidos a quienes les excita abusar de un menor. Siento náuseas
de solo pensarlo.
Esta sociedad está
corrupta, podrida, pero sé que no va a cambiar. La vida de los
donceles como yo no es más que un negocio, en el que nosotros
perdemos todo lo que tenemos: dignidad, integridad, orgullo.... y
tantas y tantas otras cosas.
Siento el ruido de las
bisagras de la puerta al abrirse y no hago ni el intento de mirar
quién es. Siempre es el mismo hombre: un tipo alto, de unos 40 años,
con una prominente barriga, arrugas en la cara, calvo y que cada vez
que me mira siento náuseas al ver como me desnuda con la mirada.
No es que particularmente
lleve mucha ropa, ya que a penas son unos pantalones cortos marrones
y medio rotos, junto a una camisa de media manga del mismo color y en
casi peor estado que la otra prenda. Giro la mirada hacia la pared
cuando veo que se acerca, sé lo que viene ahora y solo cierro los
ojos esperando a que acabe.
Efectivamente, sus
asquerosas manos comienzan a tocar y acariciar mis desnudas piernas y
después de un rato se digna a quitar los grilletes de mis tobillos.
Aunque su trabajo es desencadenarme siempre tarda lo suyo, ya que
aprovecha en tocarme demasiado. A continuación hace lo mismo con mis
brazos pero como siempre aprovecha para pasar sus manos por mi
abdomen y pecho. Me dan escalofríos del asco pero siempre lo hace,
así que solo espero a que acabe.
Por fin me quita los
grilletes de las muñecas y yo me siento en la cama acariciándolas
levemente, después de todo cuando duermo tiendo a moverme y estos
suelen hacerme algunas heridas. El tipo me mira y me hace una señal
para que me levante y lo siga. Yo suspiro y hago lo que me dicen,
después de todo se lo que viene después: una serie de hombres
examinándome de la cabeza a los pies imaginando lo que podrían
hacer conmigo, pero luego nunca me escogen. En parte prefiero que
solo usen su imaginación a que intenten llevarlo a cabo.
Camino por los pasillos
alumbrados por pequeñas lámparas, aunque sigue en su mayoría
bastante oscuro, hasta llegar a una gran sala con una tarima. Allí
se encuentran varios chicos como yo, algunos más jóvenes y otros de
mi edad, asustados, nervioso o indiferentes, e incluso hay algunos
que reconozco. No es extraño que una vez han crecido demasiado para
el gusto del amo, decidan devolverlos. Suspiro y camino hasta ellos y
me quedo en último lugar, puesto que hay ocasiones en que no llegan
a mi, ya que escogen a alguien antes.
Oigo la puerta abrirse,
la que da a la zona de la calle, pero no quiero ni mirar al nuevo
comprador. Todos suelen ser iguales así que no pierdo ni el tiempo
en girar. Pasa el tiempo y escucho los murmullos mientras examinan a
los candidatos. No se cuanto tiempo ha pasado pero veo que alguien se
para frente a mi, pero sigo mirando hacia la pared de al lado, sin
interés alguno.
-¡Oye!-oigo que me
hablan y efectivamente es la voz de un hombre. Suspiro y giro a
mirarle por fin. Me sorprendo al encontrar a una joven dama, de
cabello azul en un extraño peinado, piel pálida y un parche en uno
de los ojos. A su lado hay un rubio con una expresión molesta en el
rostro y, un poco por detrás hay otro hombre con gafas y actitud
indiferente. Vuelvo mi atención a la joven que no ha dejado de
mirarme y me tenso un poco cuando alza la mano y la posa en mi sucia
mejilla. Antes dejaban un tiempo para que nos diésemos un baño y
nos pusiéramos algo menos.... sucio y roto. Aun hay algunos que lo
hacen puesto que desean salir de aquí, pero yo ya hace mucho que no,
así que es normal que tenga el cabello hecho un asco, al igual que
cualquier parte de mi piel.
El rubio pone una
expresión de horror al ver como el antes blanco guante de la joven
se vuelve marrón, pero es detenido de hacer nada por el otro hombre.
-¿Cómo te llamas?-me
pregunta con una dulce voz y sin dejar de mirarme a los ojos. Yo me
extraño, puesto que nunca nadie me lo había preguntado antes, pero
cuando voy a hablar nuestro “dueño” me interrumpe.
-No creo que sea de mucha
importancia. Además seguramente les interesaría alguien con más
experiencia.-dijo con ese falso tono de amabilidad que solo usa para
simpatizar con los clientes.
Yo vuelvo a girar el
rostro, rompiendo todo contacto con la joven, después de todo sé
que le hará caso, pero me sorprendo al oír las siguientes palabras
que salen de ella.
-¡Cállese! Estoy
hablando con él, no con usted.-dijo más fríamente y me cogió de
la mano para hacer que la mirase otra vez.
-Pero insisto en que él
nunca ha salido de aquí, no creo que cumpla con lo que usted
desea.-volvió a insistir el hombre. Yo suspiro exasperado, después
de todo no le gusta que le lleven la contraria, mucho menos alguien
más joven que él. Ella me mira para después voltear a él.
-Usted no sabe lo que
quiero así que cállese de una vez. No pienso llevarme a ningún
chico que no llega ni a los 14, como todos los que me ha presentado
antes.-habló severamente. Eso me sorprende bastante, sobretodo por
que yo no es que aparente tener más de 15, a pesar de tener ya casi
18.
-De acuerdo, como usted
quiera joven.-habló entre dientes y eso me hizo sonreír levemente,
algo que no hacía desde hace mucho.
-¿Ahora me dirías como
te llamas?-volvió a preguntarme con una dulce sonrisa, muy diferente
al tono que había utilizando con ese hombre.
-...-yo solo la miro y me
lamo los labios pensando en si decirlo o no. Hace mucho que no hablo,
así que tampoco sé como sonará mi voz.
-¿Podrías?-me insta
algo preocupada. Creo que piensa que no puedo hablar y sonrío un
poco ante ello.
-Tsunayoshi.-susurro y
ella abre los ojos sorprendida, lo que me hace preocupar un poco.
Creo que entiende mi mirada porque me vuelve a sonreír.
-Entonces
Tsunayoshi-kun.... ¿querrías venir conmigo?-me pregunta amablemente
y yo vuelvo a sorprenderme. Nunca nadie pregunta, solo lo deciden y
hay que aceptarlo. No sé qué responder así que solo asiento con la
cabeza.
-¿Está completamente
segura?-vuelve a preguntar el hombre, pero recibe una fría mirada
por parte de los acompañantes de ella, así que se calla.
Ella solo me sonríe y
cogiéndome de la mano me insta a que la siga hacia la salida.
Llegados a este punto si empiezo a ponerme nervioso, ya que hace
mucho que no salgo a la calle. Entonces me miro a mí mismo y siento
un poco de vergüenza.
-No te preocupes, cuando
lleguemos a casa te daremos ropa para que te cambies y dejaremos que
te des un baño.-me dijo con dulzura.
Miro a los otros dos y
estos solo asienten con lo que parece una sonrisa satisfecha en los
labios. Eso me confunde y solo sigo caminando junto a ellos hasta un
lujoso carro.
Al ver el vehículo
comienzo a preocuparme. Realmente parecen personas de clase alta, al
menos ella, y no entiendo qué es lo que querrán hacer conmigo.
Suspiro y me armo de valor para entrar al auto, después de todo....
ya no hay vuelta atrás.
69//////27///////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27/////69//////27
Miré hacia la habitación
de mi hermano. Últimamente está de muy mal humor y los sirvientes
lo están notando. Les hace trabajar más, les grita por cualquier
cosa... parece como si estuviera irritado por el simple hecho de ver
las caras de las personas. Su trabajo sigue siendo impecable como
siempre pero estoy segura que dentro de poco también comenzará a
verse afectado.
Suspiro frustrada. No sé
qué hacer para ponerle contento y aunque hablé con los demás
seguimos sin ninguna idea. Supongo que no me queda de otra que hablar
directamente con él. Cojo aire para darme ánimos y llamo a la
puerta.
-Pase.-escucho del otro
lado. Abro con tranquilidad y le observo sentado en su enorme sofá
leyendo con interés.
-¿Podemos hablar?-le
pregunto y el voltea a verme.
-Claro.-dice mientras me
insta a que me siente a su lado.- ¿Qué pasa Nagi?-me pregunta con
amabilidad. Conmigo siempre a sido así, y eso me gusta.
-Verás.... últimamente
estás algo.... tenso y estricto con los empleados. Me estaba
preguntando si pasaba algo que te estuviese preocupando o....
enojando.-hablé algo dubitativa. No quería que se enojase conmigo.
Él me mira durante un rato sin decir nada hasta que suspira.
-No lo sé.-responde por
fin y yo alzo una ceja sin comprender.- Desde hace unos días que mi
vida es muy aburrida. Tengo dinero, poder y tantos amantes como
quiera pero no me siento satisfecho. Es como si me faltase algo muy
importante y no sé qué es.-me explicó mirando de forma ausente la
ventada del lugar.
-Ya veo...-susurro y creo
que sé de lo que habla. Siempre le he visto rodeado de mujeres y
donceles de la alta sociedad, interesados en convertirse en el o la
consorte del emperador. Pero ninguno de ellos ve a mi hermano, solo
su cargo. Creo que no le había dado importancia hasta ahora, pero
supongo que siente que le falta lo más importante.... amor. Un amor
sincero, puro y real. Y estoy dispuesta a conseguir que lo encuentre.
Me doy cuenta que me mira
extrañado por mi sonrisa y yo solo sonrío aún más.
-Gracias por contármelo.
Tengo trabajo y tú deberías descansar un poco.-le digo sin dejar de
sonreír. Él me devuelve el gesto y salgo de la estancia con paso
tranquilo. Ahora que ya sé lo que le pasa estoy más relajada.
Camino con paso decidido
hacia la cocina. Conociendo a Ken y Chikusa, se que estarán allí.
Ellos son los hombres de confianza de mi hermano y, después de mí,
son quienes le conocen mejor. Una vez llego al lugar, efectivamente
los encuentro sentados en una mesa comiendo.
-¿Pasa algo,
Chrome-sama?-pregunta el de gafas.
-Quiero que me acompañéis
a comprar algo.-digo con una sonrisa.
-¿Qué sería
eso-pyon?-cuestiona ahora el rubio.
-Un esclavo.-respondo con
decisión. Ellos me miran atónitos y sé que no saben qué decir
ahora.
-¿Para qué querría
alguno joven? Ya tenemos empleados suficientes en el palacio.-comentó
Chikusa.
-Es para mi hermano.
Hablé con él y lo que necesita es una pareja que le quiera de
verdad.-expliqué.
-Pero.... ¿porqué un
esclavo? ¿No puede buscar a nadie de la alta sociedad?-pregunta
ahora Ken.
-No. Todos y todas solo
buscan poder y riqueza y eso no es lo que él quiere ni
necesita.-dije segura y algo molesta por recordar a todos esos
cazafortunas.
-Un esclavo en cambio no
sabe quién es el emperador. Todos viven encerrados y los que están
fuera es porque ya tienen amo.-continuó el de gafas entendiendo lo
que yo quiero.
-En ese caso estoy de
acuerdo pero.... ¿qué tipo sería el indicado?-cuestionó el rubio.
Nos quedamos un rato pensando en silencio hasta que me di por
vencida.
-No lo sé. Mi hermano ha
estado con todo tipo de personas así que no sé que tipo sería el
ideal pero... creo que en cuanto le o la vea lo sabré.-dije
convencida.
-Supongo que es mejor ver
que tienen y cual de ellos o ellas encaja mejor con lo que
buscamos.-accedió Chikusa. Yo sonreí y los tres nos dirigimos al
carro para ir a nuestro destino.
Unos veinte minutos más
tarde llegamos frente a un viejo y destartalado edificio. Con solo
una mirada se podía notar lo antiguo y mal cuidado que estaba.
Suspiré y caminé a la puerta donde el rubio llamó.
-¿Sí? ¿Qué
desean?-preguntó amablemente un hombre de unos 40 bastante
desagradable a la vista.
-Vinimos a ver la
mercancía.-dijo seriamente mi acompañante más serio. Yo odié esa
palabra. No son objetos para hablar así de ellos, pero así es como
se refieren a ellos en este tipo de lugares, por lo que tuve que
morderme la lengua y no hacer un comentario inapropiado.
-De acuerdo,
síganme.-dijo y volteó para caminar por un pasillo poco alumbrado.
Nosotros nos miramos y le
seguimos sin decir nada. Me sorprende que no nos preguntaran nada,
pero bueno, a ver que pasa.
Caminamos poco hasta
llegar a una pequeña sala con un sofá bastante caro, una mesa de
roble bien cuidado junto a una silla igual, un par de estanterías
llenas de libros y una pequeña mesa de café. Nos sentamos y
esperamos unos minutos hasta que llegó otro hombre, que se presentó
como el dueño del lugar.
-¿Qué tipo
buscan?-preguntó después de las presentaciones.
-Nos da igual. Mi hermano
no tiene un gusto específico, así que solo traiga lo que tenga y
veremos.-respondí seriamente.
-Bien... pero primero
quiero aclarar que aquí solo hay donceles, por si lo que buscan es
una mujer.-habló con cortesía que supe definir como falsa e
interesada. Odio a los tipos como él. Sonreí levemente y respondí
con tranquilidad.
-Eso no será un
problema.-dije. Él sonrió y mandó a llamar a sus chicos para que
se preparasen.
-Así que.... ¿será
para el emperador?-preguntó con una sonrisa. No me extrañó que
supiese quién soy yo, y mucho menos quién es mi hermano.
-Así es. Un regalo de mi
parte.-respondí sin mucho interés. La mirada de ese hombre era
repugnante, puesto que no había dejado de desnudarme con ella.
-Me sorprende que haya
venido usted en persona, con lo distinguida y bella que es. Podría
ser peligroso para usted.-comentó intentando ser cortés con un
vulgar cumplido. Fruncí el ceño y le miré con desagrado notable en
el rostro.
-Perdone pero no estoy
sola y le aseguro que ellos serían capaces de matar a quien
intentase acercarse a mi más de la cuenta en tan solo unos
segundos.-dije y fue entonces que él pareció notar a mis
acompañantes que también le miraban con desagrado.
En ese momento llamaron a
la puerta y otro horrible hombre entró, avisando que estaba todo
listo. ¿No había ninguno lo suficientemente decente? No pido un
adonis pero al menos alguien que no te de náuseas de tan solo verlo
sería un detalle.
Suspiré aguantando el
asco y seguí al dueño del lugar. Caminamos relativamente poco y
llegamos a una gran puerta de roble. Una vez esta se abrió vislumbré
una gran estancia y a una cantidad considerable de donceles en una
tarima. Me molestó un poco la forma de exhibirlos pero no dije nada.
Comenzamos a analizarlos
pero la verdad es que ninguno cumplía con lo que imaginábamos.
Además todos ellos eran unos niños que no llegaban ni a los 14
años. ¿En serio piensa que esto es lo que queremos? Encima los
presenta como lo “mejor” de su mercancía y sentí pena por
muchos de ellos. Eran tan jóvenes, y supe que por mejores quería
decir más experimentados.
Fruncí el ceño cansada.
Quizás uno de ellos era decente pero sabía que no le gustaría a mi
hermano. Suspiré pensando que tendríamos que ir a otro lugar hasta
que llegamos al último de ellos. Era un chico de estatura promedio,
unos 1,62 m. más o menos, cabello castaño aunque bastante mal
cuidado, la piel no podía distinguirse mucho ya que se veía
bastante descuidada y sucia, unas ropas completamente desgastadas y
rotas, lo que me sorprendió ya que el resto estaban bastante más
arreglados, y por último los ojos que no pude ver puesto que miraba
hacia la pared. Parecía completamente desinteresado, como si le
diese igual a quién escogeríamos. Eso hizo que una punzada
atravesara mi corazón. ¿No tenía ninguna esperanza de salir de
aquí? El resto nos miraba con algo de esperanza, esperando que los
sacásemos pero él no. Parecía como si le diese completamente
igual. Miré a mis acompañantes y creo que pensaron lo mismo que yo.
Ken le llamó y cuando giró a vernos me quedé sin aliento. Tenía
unos precioso ojos miel pero estos no expresaban ilusión, miedo ni
nerviosismo como el resto de chicos, sino una gran indiferencia,
tranquilidad y muy en el fondo, pude notar resignación.
Me dolió y no pude
evitar acercar la mano hasta posarla en una de sus mejillas, en
seguida el guante blanco se ensució , pero eso no me importó, mi
atención estaba fija en lo tenso que se había puesto al ver que le
tocaría. La sensación de pesar no salía de mi corazón pero le
sonreí con cariño y le pregunté el nombre. Vi su sorpresa y supe
que no se lo habrían preguntado en mucho tiempo, lo que me molestó.
¡Seguían siendo personas, por el amor de dios! Antes de que dijese
algo ese estúpido hombre intervino y me enojó su forma de hablar
así que respondí fríamente, aunque lo que más me dolió fue la
reacción del joven delante mío, por lo que le cogí de la mano para
que volviese a mirarme.
El hombre volvió a
insistir y oí como el chico suspiraba, supongo que estaba
acostumbrado a eso, por lo que me molesté y le respondí de mala
manera. Después volví a centrar mi mirada en el castaño y le vi
sonreír. Fue levemente pero lo hizo y sentí un sentimiento muy
cálido al ver esa sonrisa. Estoy segura de que si sonriese
ampliamente sería lo más bello del mundo.
Sonreí yo también y
volví a preguntarle el nombre, pero cuando vi que pasaba su lengua
por sus labios y dudaba casi entro en pánico. Tal vez el joven no
podía hablar y yo había hecho una pregunta inapropiada. Pregunté
preocupada si podía y él sonrió, viendo mis sentimientos y
entonces susurró algo.
Sorpresa es poco. Lo que
sentí fue más bien estupefacción. Esa voz... era angelical. Pude
notar una gran dulzura, suavidad... y muchas cosas mas que no supe
identificar. Sonreí al ver su preocupación y solo pregunté si
querías venir. Cuando asentiste no aguanté más y casi te arrastré
hacia la salida contenta, al igual que mis compañeros que seguro
piensan lo mismo que yo. Hemos encontrado a un ángel y será
perfecto para mi hermano.
Durante todo el camino le
vi bastante preocupado y nervioso pero intentamos darle seguridad.
Antes de llegar decidí saber un poco más de él.
69//////27///////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27/////69//////27
-Tsunayoshi-kun....-la oí
llamarme así que volteé a verla.
-¿Si?-dije nervioso.
-Emm... ¿qué edad
tienes?-preguntó interesada. Yo lo pensé y respondí lo mejor que
pude.
-18....creo.-digo no muy
seguro.
-¿Crees?-preguntó
extrañada.
-Bueno.... no sé a qué
mes estamos así que....-susurré algo avergonzado. Ella me miró con
comprensión y dijo.
-Diciembre.
-Entonces 18.-digo con
una leve sonrisa.
-¿Cuando los
cumpliste?-volvió a cuestionar.
-En Octubre. El 14, para
ser precisos.-respondí con una sonrisa.
-Hace
bastante....-murmuró frunciendo el ceño y reí un poco por ello.
Hubo un rato de silencio hasta que decidí preguntar algo que llevaba
en mi cabeza desde que salimos de aquel lugar.
-Etto.... ¿para qué
quieren a alguien como yo?-pregunté nervioso.
-Verás.... buscábamos a
alguien que pudiese acompañar a mi hermano.-respondió. Eso me
decepcionó un poco puesto que era lo de siempre.
-Ya veo...-susurré
girando el rostro hacia la pequeña ventana.
-¡No es eso!-gritó
asustándome.
-¿Qué?-pregunté sin
entender.
-Por acompañarlo me
refiero a hablar con él, ya sabes. No a mantener relaciones. Eso
sería solo si tú le aceptases, no queremos obligarte a nada. Además
él no sabrá de donde vienes, solo diré que eres un amigo.... si me
perdonas el atrevimiento.-habló nerviosa y sonrojada. Yo sonreí,
puesto no tenía amigos desde hacía mucho tiempo, y me sonrojé un
poco.
-Si usted está
dispuesta, lo aceptaré gustoso.-respondí con formalidad.
-Nagi.-dijo haciendo un
puchero.
-¿Qué?-pregunté no
entendiendo.
-Llámame Nagi, no
utilices el usted que soy más joven que tú.-dijo haciendo
berrinche. Reí divertido y le sonreí abiertamente, como hacía
mucho que no hacía.
-De acuerdo y.... gracias
Nagi.-agradecí sin dejar de sonreír.
-N-no es nada.... por
l-lo que.... de-debas agradecer.-dijo nerviosa y sonrojada.
Poco después llegamos y
al salir casi me desmayo. ¡Eso era el palacio real! Miré al borde
del colapso a mi nueva amiga y ella solo sonrió y me cogió la mano
para tranquilizarme.
Suspiré y seguidamente
entramos al lugar donde viviría a partir de ahora.
69//////27///////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27/////69//////27
Caminaba como perro
rabioso hacia la habitación de mi hermana. Hace unos minutos quise
hablar con ella otra vez, pero no estaba. Después de amenazar a uno
de los empleados este confesó que había ido a comprar a un esclavo.
¿¡En qué piensa esa niña!? Si es por nuestra conversación de
esta mañana creo que me malinterpretó. No necesito a alguien que se
meta en mi cama sin rechistar, de eso me sobra. Volví enojado a mi
habitación esperando que me avisaran cuando esa mocosa decidiese
volver para poder regañarla como se debe. Y a eso voy ahora mismo,
puesto que hace un par de minutos me avisaron de su llegada.
Estoy muy cerca de su
alcoba, pero entonces veo a mis dos hombres de confianza impidiéndome
el paso. Creo que tengo que conseguirme a otros, porque a estos
pienso matarlos.
-Quitaos del medio.-gruñí
molesto.
-No hasta que te
calmes.-dijo el de gafas.
-¿Pensáis que voy a
calmarme cuando mi hermana me compra un esclavo para follar? ¿Habéis
pensado en lo denigrante que son esos lugares? ¡Le podía haber
pasado algo!-grité aún más molesto.
-Tranquilízate. Recuerda
que nosotros fuimos con ella y no te lo ha comprado para que lo metas
en tu cama.-dijo con tranquilidad el rubio, algo muy raro en él.
-¿No?-pregunté
confundido.
-Después de hablar
contigo pensó que necesitabas tener a alguien con quien desahogarte
con tranquilidad. Hay cosas que no puedes contarle a ella o a
nosotros y pensó que te iría bien.-me explicó Chikusa.
-Además te
agradeceríamos el que no intentases meterle mano ya que Chrome-sama
le prometió que no había sido comprado para “ese” tipo de
trabajo. ¿No creo que quieras dejar a tu hermana como a una
mentirosa?-dijo ahora Ken.
-Pero en caso de que
quieras algo serio con él entonces no hay problema. Siempre y cuando
le conquistes y esté de acuerdo con estar contigo, no por orden u
obligación.-volvió a hablar el de gafas.
-Dudo que un chico de
esos cumpla con mis gustos.-dije con escepticismo. ¿Qué se han
creído? ¿Qué a mi me vale cualquiera? ¡Ja! ¡Están muy
equivocados!
Seguí caminando hasta
llegar a mi destino, con ellos dos detrás. Hmp. Realmente creen que
me enamoraré tan fácilmente. Ridículo.
Estoy por llamar a la
puerta cuando oigo un fuerte ruido. Olvido los formalismos y entro
apresurado a ver qué a pasado. En ese momento me paralicé por
completo. Retiro todo lo que dije y pensé antes... ¿Es eso un
ángel? Por que si no lo es está muy cerca de serlo.... pienso al
ver a un precioso castaño vestido con un sencillo pantalón corto
blanco, que deja ver su acanelada y brillante piel, junto a una blusa
anaranjada que hace juego con esos preciosos ojos miel que tiene. Al
igual que su brillante y espero que suave cabellera castaña que
gotea levemente, supongo que se acaba de dar un baño. Me quedo
mirándole como hipnotizado y al parecer tanto él como mi hermana
siguen sin percatarse de mi presencia en el lugar.
-Moo.... Tsunayoshi-kun
eres sorprendentemente torpe.-oigo el comentario divertido de Nagi.
Así que su nombre es Tsunayoshi.... le queda perfecto la verdad.
-Hai... gomen nee.-se
disculpa el joven mientras se sienta en el suelo sobándose la cabeza
por el golpe y un sonrojo cubre sus mejillas.
¡Dios! ¡Esa voz no
puede ser real! ¿Porqué no le habré conocido antes? ¡Es perfecto!
Grito en mi cabeza sin dejar de mirarle. Entonces oigo la voz
divertida de Ken detrás mío.
-¿Y bien? ¿Sigues
pensando lo mismo que antes de entrar?-pregunta y tanto Nagi como el
castaño giran a vernos.
-¡Onii-chan! ¡No puedes
entrar sin llamar!-me reprocha fingiendo enfado. Creo que se ha dado
cuenta de lo mucho que me ha gustado su idea.
-Oí un ruido y entré
pensando que había pasado algo malo.-me excusé pero sin dejar de
mirar al joven en el suelo, que ahora me miraba fijamente con un aún
más notorio sonrojo en las mejillas. Eso provocó que sonriese de
lado encantado de provocar esa reacción en ese adorable chico. Me
acerqué con tranquilidad y le ofrecí una mano para ayudarle a
pararse. Él la cogió y sentí una corriente eléctrica recorrerme
entero. Y creo que a él le pasó lo mismo por su mirada curiosa en
ambas manos unidas.
-¿Qué edad
tienes?-pregunté interesado. Parecía bastante joven pero teniendo
en cuenta que yo tengo 23, no creo que Nagi haya escogido a alguien
menor de edad. Pero no lo sé muy bien, porque parece tener unos 15.
-18.-susurra y no puedo
evitar mirar esos dulces y rosados labios. Paso la lengua por la mía,
recordando lo que me habían advertido antes mis dos ayudantes y creo
que les odio por ello. Me está costando no meterle mano. Nunca había
tenido tantos problemas para controlarme y creo que eso hace a este
joven aún más especial.
-Onii-chan, te presento a
Tsunayoshi-kun. Tsunayoshi-kun, te presento a mi hermano, Mukuro.-oí
la voz de Nagi pero ninguno de los dos apartó la mirada del otro.
-Mukuro....-susurró el
castaño y ahí se fue todo mi autocontrol por la borda. Oírle decir
mi nombre con esa dulce y tentativa voz fue demasiado para mi. Puede
que Nagi me odie después de esto pero no lo pensé más y junté mis
labios con los suyos. Noto su sorpresa y como su cuerpo se tensa pero
poco a poco se va relajando. Poso mi mano libre por su cintura, la
otra sigue sosteniendo su mano, y él coloca la suya en mi pecho,
con la cual arruga la camisa de mi traje al apretar la tela con
fuerza. No intento profundizar el beso para no asustarle, es solo un
contacto dulce que no dura mucho. Después de todo puedo notar la
negligencia lo que hace que me de cuenta que es su primero y me
encanta saberlo porque significa que es completamente puro. Me separo
lentamente, abriendo mis ojos y observo los suyo mirándome con un
gran brillo en ellos y un rubor en sus mejillas. Sonrío encantado al
verle. Nunca nadie me ha provocado tanta dulzura, ternura y ganas de
protegerle antes. Definitivamente no puedo dejarle escapar.
-¿Te casarías
conmigo?-pregunté en un susurro y él me mira atónito.
-¿Qué?-murmura
sorprendido pero después de mirarme a los ojos su sonrojo aumenta y
asiente con la cabeza.
69//////27///////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27//////69//////27/////69//////27
-Después le abracé,
alcé dándole vueltas y volví a besarle. Así fue como tu mami se
volvió completamente mío.-terminé de explicar. Giré a mi costado
viendo dos pares de ojos mirándome ilusionados y emocionados. Dos
niños, un varón y una doncella, de 7 años cabellos azulados y ojos
miel.
-¿Entonces así os
conocisteis?-preguntó ilusionada mi niña, Rui.
-Así es.-respondí
acariciando sus largos cabellos.
-¿Porqué aceptó
casarse contigo mami si te acababa de conocer?-preguntó Ryu.
-Pues porque supe que
vuestro padre iba completamente enserio y que si me negaba no iba a
aceptar el no, sino que seguiría insistiendo hasta oír el si.-dijo
una dulce voz desde la entrada.
-Es de mala educación
oír a escondidas Tsunayoshi.-comenté girando a ver a mi ángel.
-Moo... es porque estabas
tan centrado contando esa historia que no viste que entré.-se quejó
haciendo berrinche. Me encanta cuando se comporta como un niño, a
pesar de tener ya 26 años.
-¡Mami!-gritaron ambos
niños corriendo a abrazarle.
-¡Oye! ¡Con cuidado no
vayáis a lastimar a vuestro hermanito!-grité cuando casi tiran al
suelo a mi doncel, preciosamente embarazado de nuestro 5 hijo.
-No soy tan frágil
Mukuro.-se quejó mirándome con un puchero. Se acercó a mi, me besó
y después se sentó a mi lado en la enorme cama de nuestra
habitación.
-Mami.... ¿qué sentiste
cuando viste a papá la primera vez?-preguntó la pequeña,
acercándose y sentándose en las piernas de mi castaño. Este sonrió
e hizo como si lo pensase, pero sé que no le hacía falta. Es algo
que ambos tenemos muy presente en nuestras memorias.
-Pues.... primero sentí
mucha vergüenza de que viese lo torpe que era, después.... sentí
como si un dios me estuviese mirando y fue como si me hipnotizara
y.... cuando me cogió la mano sentí tantas cosas... felicidad,
nerviosismo, vergüenza, pero sobretodo.... amor. Sentí que él era
el hombre destinado para mi y que podía confiar en que siempre
estaría conmigo, sin importar nada.-respondió mirándome a los ojos
y si no fuese por los gritos emocionados de nuestra pequeña,
habríamos olvidado todo a nuestro alrededor, como siempre nos pasa
cuando nos miramos fijamente.
-¡Rui, vamos a
jugar!-gritó otra voz. Entrando por la puerta, una pequeña de 5
años, cabellos castaños y ojos azules, corrió hasta su hermana.
-¡Megu! ¡Estábamos
escuchando como se conocieron papá y mami!-gritó contenta la
peliazul. La castaña la miró sin entender y nuestra hija mayor
suspiró cansada.
-Nada.... vamos a
jugar.-accedió y cogiendo a su pequeña hermana salieron de la
habitación.
-A veces creo que Megu es
muy despistada.-comentó nuestro hijo.
-Bueno.... eso lo sacó
de vuestra mami, eso está claro.-comenté yo divertido.
-¡Mukuro!-se quejó mi
niño. Yo solo sonreí y le besé para calmarle.
-Ryu.... ¿puedes ver que
Yuki esté bien?-preguntó mi ángel sonriéndole al peliazul.
-La última vez estaba
jugando con Nagi-nee. Iré a ver.-dijo para salir de la estancia.
-Creo que proteges
demasiado a Yuki.-comenté puesto que a mi lindo castaño no le
gustaba alejarse mucho de nuestro pequeño doncel: un castaño con
reflejos azulados y ojos azules de apenas 3 años.
-Gomen.... sabes que no
puedo evitarlo.-dice sonrojado. Yo volví a besarle al tiempo en que
le recostaba en la cama.
-¿Te he dicho lo mucho
que te amo?-pregunto mirándole a los ojos.
-Todos y cada uno de los
días desde que nos conocimos.-responde con una sonrisa llena de
dulzura.
-Creo que no es
suficiente.-confieso y él ríe divertido.
-Nee.... ¿qué ibas a
contarles a los niños cuando preguntasen algo de la
boda?-preguntaste curioso.
-Pues.... habría
descrito lo bello que me pareciste con ese yukata dorado con detalles
en naranja pálido. Lo muy nervioso que estaba de que te arrepintiese
de estar con un amargado como yo... y tantas y tantas cosas que
pasaron en tan solo 24 horas.-dije apoyando mi cabeza sobre la tuya,
cerrando los ojos.
-¿También habrías
contado nuestra noche de bodas?-preguntaste divertido.
-Mmm... déjame
pensarlo..... nop. Eso es algo que quedará entre nosotros.... lo
lindo que te veías en ropa interior, lo avergonzado que parecías al
sentir mi mirada sobre tu cuerpo, como te tensabas y estremecías
cuando mis manos te acariciaban, los lindos y excitantes gemidos que
salían de esa deliciosa boca que tienes cuando te hice completamente
mío.... eso solo lo sabré yo.-te susurré provocativamente al oído.
Sentí como te estremecías al recordar no solo esa, sino todas las
noches que hemos pasado juntos hasta ahora. Y aún así, tus
reacciones siguen siendo las mismas, y sigues provocándome de la
misma forma.
-¿Quieres hacerlo?-te
pregunté al oído y tu solo asentiste al tiempo en que me besas con
toda la dulzura y cariño que solo tu puedes transmitirme.
-Eres mi tesoro,
Tsunayoshi. Lo más valioso e importante que tengo en mi vida,
seguido de las preciosidades de hijos que me has dado.-confieso
mirando tu sonrojado rostro. Solo sonríes y de tus ojos salen
lágrimas de felicidad por mis palabras.
Mi vida comenzó a tener
sentido cuando conocí a este ángel que ahora gime ante mis
caricias. Y seguirá teniendo sentido mientras él siga conmigo. Lo
cual espero que sea para el resto de nuestras vidas y.... ¿quién
sabe? Tal vez en la siguiente también. Al menos.... eso espero.
......Fin......