sábado, 11 de octubre de 2014

El mejor regalo de San Valentin


El mejor regalo de San Valentin.


-¡Dame-Tsuna, despierta!-grito un moreno entrando por la puerta.
-Reboorn...déjame dormir...para siempre.-dijo el castaño escondiéndose más entre las cobijas de su cama.
-¿Qué estas diciendo? Tienes que ir a clase.-dijo el otro mientras le quitaba la manta.
-¡Déjame! Este es el peor día del año para mí-decía el ojimiel mientras volvía a taparse.

El ojinegro no aceptó lo dicho por el menor y de una patada lo sacó de la cama y le obligó a vestirse y dirigirse hacia la cocina para desayunar con su madre.
Una vez la mujer vio entrar a su hijo en la sala con la cara de cansancio de todos los años, a causa del día en el que estaban, se acercó hacía el y le dio un suave beso en la mejilla.

-Buenos días Tsu-kun. Y no pongas esta cara que no es para tanto.-decía Sawada Nana, la madre del dulce castaño Sawada Tsunayoshi.
-Kaa-san...esto te divierte mucho ¿verdad?-dijo el ojimiel soltando un gran suspiro.
-Hai.-respondió esta con una gran sonrisa.
-¿De qué estáis hablando?-preguntó el arcobaleno.
-De que hoy es San Valentín.-dijo emocionada la mujer, haciendo que al ojimiel le recorriera un escalofrío por todo el cuerpo.
-¿Y qué tiene?-preguntó aún más extrañado ante la reacción del menor.
-Pues que Tsu-kun es muy popular este día.-comentó divertida la mujer. El moreno solo levantó una ceja, pensó que la mujer seguía soñando ya que su alumno no era muy popular que digamos. El castaño se dio cuenta de lo que pensaba su tutor y decidió aclarárselo.
-Cuando salgamos...fíjate bien en lo que pasa.-dijo este dando un suspiro.

Terminó de comer, cogió sus cosas y junto al pelinegro se dispusieron a salir de la casa. Al abrir la puerta, una avalancha de regalos, flores, bombones, peluches, cartas, etc, etc, estaban en la entrada.

-¿Qué demonios?-dijo el mayor ante lo cual el menor solo suspiró.
-Esto es el por qué no me gusta este día.

Tardaron un poco en poder apartar todos los objetos y dirigirse a la escuela. De camino muchos hombres se quedaban mirando al ojimiel mientras babeaban.

-¿Qué se supone que está pasando?-preguntó extrañado el mayor.
-Siempre pasa lo mismo. Cuando tenía 7 años, hice una apuesta con mi hermano y unos amigos en la cual, nos teníamos que disfrazar los dos de chicas y confesarnos a un chico. El que primero consiguiera una aceptación y un beso en la mejilla ganaba.-dijo mientras suspiraba.- El problema es que, desde ese día, cada San Valentín me acosan los chicos, es como si mis feromonas solo actuaran este día. Lo bueno es que me ven tan frágil que no se atreven a acercarse ya que otra persona se los impide.

-Bien...1º, no sabía que tenías un hermano y 2º, ¿no has intentado hacer nada para pararlo?
-Claro que lo he intentado pero no hay manera. Normalmente ante mis torpeces la gente se ríe pero este día les parece adorable. Es como si pensaran con otra parte.-respondió mientra volvía a suspirar.
-Pues tendremos que hacer algo.-paró para pensar un rato.- ¿A tu hermano le pasa lo mismo?
-Le pasaba.
-¿pasaba?¿en pasado?¿y qué se supone que hizo?
-Se consiguió novio a los 9 y siguen siéndolo desde entonces.
-Vaya...¿y porqué no lo intentas tú?
-¿Te crees que yo puedo salir con alguien así como así?
-No pero que yo sepa te gusta cierto prefecto de cierta escuela y que forma parte de cierta mafia.-respondió el mayor sonriendo maliciosamente.
-Ca-cállate-dijo el castaño mientras se sonrojaba de sobremanera.

Mientras discutían llegaron a la escuela. El comité de disciplina estaba revisando los uniformes como normalmente y cierto moreno miraba al castaño de manera extraña, al parecer del menor.

-Sawada, ven a mi oficina.-dijo el mayor. El menor solo asintió y siguió al mayor hasta la sala del comité disciplinario.
Una vez entraron le indicó al castaño que se sentara en el sofá mientras él cerraba la puerta con llave. Luego se giró y se sentó al lado del menor.
-Bien...¿me puedes explicar qué es todo esto?-preguntó el ojinegro mientras señalaba una montaña de regalos dirigidos hacia el ojimiel.
-E-eso es...-se quedó un poco atónito ante esa gran montaña de regalos.- Lo siento...van dirigidos a mí.-respondió en un susurro mientras agachaba la cabeza.
-Eso ya lo sé. Lo que quiero saber es por qué son para ti y por qué los han mandado aquí.-respondió un poco enojado.
-Eso es...bueno...no sé por qué lo mandaron aquí y...sobre lo primero...-el castaño suspiró y le contó toda la historia al mayor.
-Así que es por eso...-dijo mientras miraba a un sonrojado castaño a su lado.- Está bien no es culpa tuya...pero ¿como piensas arreglarlo?- preguntó mientras acariciaba los orbes castaños del menor.
-N-no no lo se...-dijo avergonzado ante el acto del moreno.- Reborn dijo que me buscara una pareja como hizo mi hermano.
Al moreno eso le cayó como un balde de agua fría. El no quería que su dulce ojimiel, y recalco SU ojimiel, saliera con nadie.
-Pero eso no garantiza que te dejen en paz.-dijo intentando que no se tomara en serio las palabras del bebé.
-Si...eso ya lo sé además...yo no saldría con alguien que no me guste.- respondió el menor mientras se sonrojaba aún más.
-Ya veo...eso significa que ¿hay alguien que te gusta?-preguntó el mayor mientras deseaba que la respuesta fuera un “no” o un “si pero no me corresponde” en el segundo caso, mataría al idiota que no se fijaba en lo lindo que es el castaño pero también significaba que tendría alguna posibilidad.
-¿eh?Bu-bu-bueno...se...puede decir que...si,supongo.-finalizó el ojimiel más que avergonzado. El pobre no sabía por qué el mayor le hacía esas preguntas.
(N/A: Hay Tsu-chan que inocente e ingenuo eres. Inner: Cállate. Eso ya lo sabemos todos. Yo: qué mala)
-Ya veo. ¿Y quién es la afortunada? -preguntó un poco molesto por que al pequeño ya le gustara alguien.
-El.-dijo el menor mientras ladeaba la cabeza.- Y además...es imposible que se fijara en mí.
-¿Y quien es ese idiota?-volvió a preguntar mientras se acercaba al ojimiel, le cogía de la barbilla y hacía que le mirara a la cara.
El castaño no supo que decir, solo se sonrojó y, en acto de estupidez según él, no hizo otra cosa que besar al moreno. Fue un beso tierno, torpe y casto el cual solo duró unos segundos.
Después de separarse el castaño se sonrojó aún más, se levantó y se dirigió a la puerta más rápido que la luz pero, aún así, el ojinegro fue más rápido. Le cogió del brazo y lo sentó sobre su regazo para luego besarle.
Este, al contrario del primero,era un beso húmedo, demandante, pasional y salvaje que duró unos minutos para finalmente separarse a causa de la falta de aire.
El menor miró al moreno sonrojado, con los ojos entrecerrados y un hilito de saliva que le escurría de la boca, una imagen muy excitante para el ojinegro.
-¿Po-por...que?-preguntó este al recuperarse un poco del apasionado beso recibido.
-Tú me besaste primero.- le recordó y esto hizo que el otro se sonrojara aún más, si es que era posible.- Pero...es por qué te quiero, mi lindo conejito.
-Hibari-san...yo...-le dio un pequeño beso y le abrazó.- También te quiero.
-Hmp.
Luego se volvieron a besar.
“Por fin conseguí a mi dulce conejito y no pienso dejar que nadie me separe de él” pensó el moreno.
Por otra parte el castaño también estaba muy feliz.
“No puedo creer que el día que más odiaba se convirtiera en el mejor de mi vida. Este, definitivamente, es el mejor regalo de San Valentin” pensaba el ojimiel.

Desde la ventana, un bebé lo había observado todo y sonrió al ver que por fin su alumno había conseguido el único regalo que realmente quería.



......Fin......

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