Obsesión
dulce
Recibir
regalos día a día sin saber quién es el destinatario podía llegar
a ser aterrador para algunas personas, pero para él no. Unos meses
después de aquel día había comenzado a recibir distintos regalos.
No eran cosas exóticas sino pequeños detalles como notas, alguna
rosa de colores increíbles, un desayuno recien preparado servido en
la mesa de la cocina... para una persona corriente el hecho de que un
extraño fuese capaz de entrar en su casa sin que su persona se
percatara de ello resultaría en una llamada a la policía y una
búsqueda del culpable. Probablemente también se iría unos días de
casa o incluso llegaría a mudarse. Pero él no era una pesona común
y corriente. No. Él es un renombrado detective que no le tiene miedo
a nada, además que ya conoce al autor de semejantes actos.
El primer
día se sorprendió de sobremanera al encontrar su desayuno
preparado, pero luego vio una pequeña nota que decía así:
Se que
sueles olvidar desayunar como dios manda así
que ahora
me encargaré de que siempre lo hagas.
El ladrón
que más adoras (;
Una leve
risita escapó sus labios al comprender el significado de aquello.
Así que el joven mago pretendía conquistarle de esa forma ¿eh?
Pues veremos si lo conseguía.
Ese fue el
pensamiento que tuvo, pero al día siguiente encontró una rosa azul
en el asiento que tenía la costumbre de usar durante sus clases en
la universidad, y volvió a sonreír a la vez en que se sonrojaba
pues varias personas se le quedaron viendo curiosos. Otra pequeña
nota venía con el presente y no tardó en sentir un mezcla de
emoción y vergüenza al leer lo que decía.
Amo el
color de esta rosa porque me recuerda
a los ojos
más atrayentes y bellos que una vez vi.
Aquellos
detalles continuaron durante semanas, hasta que su amiga Ran le
arrastró hasta la comisaría para denunciar a su "acosador".
Cuando estos le preguntaron si era cierto que alguien le estaba
siguiendo él solo negó con la cabeza con una sonrisa de medio lado
en los labios y un ligero sonrojo en sus mejillas. Su amiga se enojó
y explicó lo que pasaba a los inspectores, logrando la sonrisa
contenta de la Inspectora Sato que le felicitó por tener un
pretendiente. En ese momento su castaña acompañante cayó en cuenta
del significado de todas esas acciones y las sonrisas y sonrojos de
su amigo. Le exigió emocionada que le dijera de quién se trataba,
pero él se negó pues todavía no eran nada y no quería asumir
cosas. Ella se quejó haciendo pucheros, pero acabó desistiendo al
ver la mirada ilusionada de su amigo cuando al llegar a su hogar
encontró otro pequeño sobre en la mesita del recibidor junto a una
caja pequeña.
No siguió
insistiendo en el tema, pero si que le pidió que le contara los
avances. De cierta forma se alegraba por su mejor amigo ya que
parecía que nunca encontraría a alguien de seguir siempre tan
metido en sus casos.
Lo que
recibió en esa ocasión resultó ser una figura de cristal en forma
de rosa. Era un trabajo tan maravilloso que el castaño se quedó
maravillado al verla. La colocó en su mesita de noche, para poder
verla siempre que se fuese a dormir y al levantarse.
Porque la
belleza debe ser preservada para que otros puedan disfrutar de ella.
Después de
ese presente hubo una semana en que no llegó nada. Su amiga se enojó
e intentó animarle, pero el sabía muy bien la razón de que aquello
pasara.
Desde la
primera vez que fue a un robo le pidió a su amigo Saguru que le
avisara sobre los movimientos del ladrón. Cierto que no pudo ir a
ninguno otro después de aquel día, pero al menos sabía que ahora
el joven mago se encontraba en europa, Francia concretamente,
realizando uno de sus tan famosos robos.
Entonces
apaciguó a su amiga diciéndole que seguramente se encontraba
ocupado. Esta emocionada le cuestionó si sabía su agenda o algo por
estilo y él decidió solo sonreír y comenzar a caminar hacia su
siguiente clase.
Los meses
trascurrieron con tranquilidad tanto que llegó la navidad.
Particularemente él no adoraba esa festividad pues siempre estaba
solo ya que sus padres trabajaban en el extranjero. Ran le invitó a
su casa, pero se sentía realmente incómodo entre sus padres así
que decidió rechazar la invitación otro año más. Algunos de sus
otros amigos también le invitaron, pero obtuvieron la misma
respuesta. La misma víspera de Navidad recibió otra nota.
Para mi
amado detective cuyas festividades pasará sin copmpañía.
¿Tal vez
le gustaría ver un pequeño espectáculo de magia el día de hoy?
Una
dirección venía en el mismo papel y armándose de valor salió de
su casa bien abrigado y caminó hasta el lugar. Este no estaba muy
lejos de su casa por lo que supuso que el mago lo escogió pensando
en su persona. Con el corazón acelerado subió las escaleras del
viejo edificio y al llegar a la azotea se sentó en una silla que
había ya colocada allí.
Miró su
reloj de pulsera y suspiró al notar que había llegado un par de
minutos antes de lo indicado, pero al parecer no importó mucho pues
las luces se encendieron dando comienzo con el espectáculo.
Aquel era
uno de los mejores recuerdos que tenía hasta la fecha. Solo
rememorarlo le hacía sonreír.
Una figura
vestida con un traje negro y camisa azul eléctrico se
dejó ver a través del humo
en el
pequeño escenario. Con una sonrisa de medio lado en
los labios
del hombre fue cuando comenzó con su número. Palomas volaron de
repente, la iluminación cambió de colores a los típicos usados
para
esa fecha
en concreto. La lenta y atrayente música le dieron un toque
íntimo al lugar.
No supo
cuanto tiempo pasó él observando embelesado las acciones
del joven
frente suyo que para cuando se percató se encontraba él de pie
junto al mago el cual se
encontraba
arrodillado sobre una pierna, una mano sorteniendo
la suya de
forma delicada y un leve beso en el dorso de esta. Se sonrojó de
sobremanera mientras
que el
castaño solo le sonrió con dulzura.
-Y este es
el fin de este espectáculo privado. Espero que te haya gustado
Shin-chan.-dijo en voz baja, dulce y suave para luego desaparecer del
lugar.
El castaño
reaccionó tarde y no llegó a detener su partida, pero una adorable
sonrisa adornó su
rostro y
aumentó al notar un ligeron peso sobre su mano. Miró para saber qué
era en esa
ocasión y se rió divertido al ver un punto de libro con una rosa
plastificada dentro.
Todavía
usaba ese punto cada vez que leía alguno de los muchos libros que se
encontraban en la enorme biblioteca de su hogar. Él también le dio
un regalo al mago pues había dejado una pequeña cajita sobre el
escritorio de su habitación junto a una nota con el nombre del
castaño en él y cuando regresó de esa pequeña pero mágica
reunión no la vio.
Al día
siguiente recibió otra nota que le hizo sonreír de nuevo.
Gracias
Shin-chan. Nunca pensé que unos guantes me harían tan feliz nwn
Espero
recibir algo aún más especial en fin de año (;
Al recordar
lo último en aquella breve nota otro recuerdo vino a su mente en
seguida. Fue durante la fiesta de fin de año a la cual asistió
junto a sus amigos. En un comienzo no tenía muchas ganas de ir, pero
pensó que sería bueno para distraerse y no pensar en cierto mago
bobo que le dio esperanzas sobre verle en ese día. Lo cual no había
sucedido y ya eran las once de la noche pasadas. Algo desilusionado
se percató que ya comenzaba la cuenta regresiva donde acabaría
aquel año y comenzaría uno nuevo.
Las
campanadas sonaron, indicanto las doce en punto, pero él solo sintió
unos cálidos y suaves labios contra los suyos. Fue breve, pero
inmensamente dulce y agradable. Sus mejillas se colorearon de la
forma en la cual al castaño ajeno le gustaba tanto, pues ese color
quedaba perfecto en el pálido rostro de su detective.
-Feliz año
Shin-chan.-murmuró el mago contra la boca ajena. El contrario
suspiró y le miró con amor.
-Feliz año
Kaito...-susurró y dejó que este volviera a capturar sus labios en
un beso más apasionado que el anterior, pues ambos habían esperado
mucho para volver a besarse y no se contuvieron en lo más mínimo.
Después de
aquello comenzaron a salir formalmente y ya llevaban un mes y medio
lo cual nos trae al porqué de toda la situación en la cual se
encontraba el detective en ese mismo momento.
Como al día
siguiente era San Valentín decidió que le regalaría un chocolate
hecho a mano a su querido novio el cual tenía una malsana obsesión
por ese dulce de color marrón. El único problema es que no tenía
ni idea de como hacerlo. Normalmente su novio era el que preparaba la
comida pues él era completamente incompetente en ese ámbito.
Nunca
imaginó que el mago se mudaría a su casa ese mismo día, pero al
llegar encontró que las cosas del contrario ya se encontraban
acomodadas en su respectivo lugar. Solo negó con la cabeza divertido
y dejó que este le llevara escaleras arriba hacia la habitación que
compartirían y en la cual harían muchas otras cosas más que
dormir. Sobretodo esa noche en particular.
Otro sonrojo
inundó sus mejillas y sacudió la cabeza para quitarse esos
pensamientos prevertidos. Otra cosa que había notado desde que
comenzó a salir con el castaño fue que este era un pervertido que
amaba pasarse el día tocándole, lo cual no le desagradaba en lo más
mínimo, y eso conllevó a percatarse que él mismo adoraba tener a
su novio encima suyo en cada oportunidad donde se veían. Aunque el
mago no solo era pervertido sino que también era dulce, cariñoso,
un poco malicioso y bastante bromista, pues adoraba usar sus trucos
en cualquier persona que pudiera, sobretodo si este era su amigo
británico.
Suspiró y
volvió a centrarse en el problema que tenía entre manos en ese
mismo momento. ¿Qué podía prepararle a su novio que no le matase?
¿Cómo demonios hacía para que saliera algo comestible?
Esas dos
eran su mayor preocupación y como llevaba más de dos horas con
aquello decidió que haría lo más lógico... llamar a su castaña
amiga. No por nada esta era realmente buena cocinera y de seguro que
no tendría ningún inconveninente en ayudarle con aquella pequeña
sorpresa para su novio. Estaba seguro que, con lo romántico y
detallista que era su ladrón, este le habrá preparado algo también,
pero aquella idea le agradaba pues así no sería el único en hacer
algo vergonzoso... o tal vez si, pues su querido mago era toda una
sorpresa y de seguro que logrará sacar el lado tímido del
detective, el cual solo conoce él y al parecer adora ver a su amado
castaño ponerse nervioso y tartamudear a causa de la vergüenza.
Suspiró
otra vez y envió un simple mensaje a su amiga:
Necesito
tu ayuda. Es urgente. Ven lo más rápido que puedas.
Y no fueron
más de cinco minutos después que esta se encontraba en su puerta
tratando de recuperar el aliento, seguramente debido a que había
corrido hasta allí. Jadeando le miró a son de pregunta y con un
sonrojo en su rostro le explicó la situación.
-¿No podías
haberme dicho eso por mesaje? ¡Pensé que te habían atacado o
algo!-gritó frustrada y algo enojada con el castaño.
-Si eso
llegara a suceder me las apañaría solo y, como mucho, llamaría a
Kaito para que me ayudara.-respondió casí ofendido de que dudara de
su capacidad de autodefensa.
-¡Tiendes a
meterte en problemas Shinichi! ¡Por lo menos llama a la policía si
algo malo sucediese! ¡Además que casi siempre te olvidas de
cuidarte cuando te enfocas demasiado en algo! ¡Si no fuese por
Kaito-kun de seguro que habrías muerto de inanición después de
olvidar comer por culpa de un caso difícil!-le gritó enojada pues
aquello había pasado más de lo que al detective le gustaría
reconocer. Cuando se mete de lleno en sus casos tiende a olvidar algo
tan básico como comer o dormir así que es cierto que si no fuese
por Kaito, el cual siempre le arrastra a la habitación a que duerma
o a la cocina donde la comida está servida, lo más probable es que
hubiese acabado en el hospital o muerto. Por dios si es que a duras
penas y recordaba ir al baño en aquellas ocasiones y su dieta se
centraba básicamente en café... litros y litros de café, que le
ayudarían a mantenerse despierto a pesar de las quejas de su cuerpo.
Se encogió
de hombros y sin rebatir caminó hacia su cocina la cual parecía un
campo de batalla, pues había harina, huevos, azucar, leche y
utensilios varios por todo el lugar, incluidos el suelo y el
fregadero. Además de que en la olla había una sustancia que no supo
identificar pues parecía estar quemado y ser incomestible.
-¿Exactamente
qué estabas tratando de hacer?-preguntó ella mirando todo con una
gota recorriendo su sien.
-Pues...
quiero hacer galletas bañadas en chocolate y gominolas en forma de
rosa, pero como puedes ver el resultado ha sido catastrófico.-comentó
él sonrojándose. En serio que se le daba muy mal la cocina.
-Mmm... para
que tú te esfuerces en hacer algo en lo que eres espantosa e
irrevocablemente horrible significa que Kaito es realmente importante
para tí.-dijo ella mirándole con una sonrisa cariñosa.
-Pues claro
idiota....-murmuró él y giró el rostro pues este parecía estar en
llamas de lo sonrojadas que se encontraban sus mejillas.
Ella soltó
una risita divertida y ambos comenzaron a limpiar aquel estropicio
para luego proceder a hacer todo de nuevo. Fue difícil, pero de
alguna forma consiguieron que aquello tuviera una forma y sabor
decentes. Se sorprendieron al notar que ya había anochecido para
cuando acabaron de ordenar todo. Ella se despidió de su amigo
deseándole suerte al día siguiente y se marchó a su casa.
El castaño
volvió a la cocina y se sentó en la mesa que había allí para
luego mirar fijamente la caja con su regalo. Suspiró nervioso pues
realmente esperaba que al mago le gustara, pero solo lo sabría al
día siguiente. Miró el relog y pensó si debería enviar un mesaje
a su novio preguntándole si quería que cenaran fuera, pues ya era
tarde y, sinceramente, con lo que había tardado en limpiar la cocina
no quería que su novio manchara algo solo porque tenía que hacer la
cena.
Se
sorprendió al oir la puerta abrir y cerrarse y la voz de su novio
anunciando su llegada. Apresurado escondió la caja en uno de los
armarios y volteó para ver como este entraba tranquilamente a la
cocina.
-¿Shin-chan
quieres que haga de cenar o vamos fuera a algún sitio?-fue lo
primero que preguntó para después acercarse y besarle castamente
los labios.
-Hmp. Justo
antes que llegaras pensé en preguntarte si querías salir a comer
fuera..-respondió divertido al ver que su novio había pensado lo
mismo.
-Mmm... eso
es raro. Normalmente dices que salir es molesto y prefieres mi cocina
casera.-comentó mientras le miraba curioso.
-¿Qué
tiene de malo salir de vez en cuando?-preguntó y desvió la mirada
algo nervioso. Era en momentos como ese que se le dificultaba
mantener algo escondido de su pareja, pues cuando este tenía
curiosidad era realmente obstinado hasta conseguir una respuesta
satisfactoria.
-Are...
¿Shin-chan hiciste algo con chocolate?-preguntó curioso el
contrario. El mencionado se tensó levemente, agradeció que el
castaño estuviese enfocado en otra cosa y no lo notara, y miró en
dirección al salpicadero. Algunos utensilios que servían para
derretir chocolate al agua maria se encontraban allí, limpios y
esperando ser retornados a sus respectivos lugares.
-Idiota...
¿crees que yo lograría hacer algo que no envenenase a
alguien?-preguntó entre burlón y ofendido.- Obviamente fue cosa de
Ran. Mañana tiene una cita con su novio y me preguntó si podía
preparar algo aquí, pues en su casa está su padre molestando cada
dos por tres.-explicó y agradeció internamente con que no fuese del
todo una mentira, pues realmente la castaña aprovechó para preparar
algo por su cuenta mientras le ayudaba.
-Cierto....
desde que lograste hacer estallar el microondas que se que es mejor
no dejar que te acerques mucho a esta habitación... no se como no
has muerto antes.-comentó entre divertido y preocupado. Después de
ver las artes en la cocina de su novio llegó a la conclusión de no
dejar que este hiciera nunca nada, pues realmente moriría si ingería
algo preparado por su misma persona.
-Por eso
siempre compraba fuera o Ran me traía algo.... incluso el profesor
Agasa de tanto en tanto me invitaba a comer en su casa.-dijo
mirándole molesto. Sabía que era malo cocinando, no hacía falta
que se lo recordaran cada cinco minutos.
-Sabes que
solo me preocupo por ti.-dijo el contrario acariciando su mejilla
para hacer que dejara el puchero de lado.
-Lo
se.-respondió con una leve sonrisa y le besó castamente en los
labios.- ¿Donde quieres ir a cenar?-preguntó caminando hacia la
salida.
-Mmm...
cualquier sitio donde no haya "eso"-dijo frunciendo el ceño
al recordar al ser de sus pesadillas.
-Nunca
entenderé tu problema con los peces.-dijo divertido al tiempo en que
cogía su abrigo y abría la puerta de la calle.
-¡No
nombres a ese ser del demonio!-espetó horrorizado de solo escuchar
su nombre. No era culpa suya que los viese como seres horribles y
asquerosos de los cuales no quería ni tenía la más mínima
intención de acercar su persona.
-Hai,
hai.-respondió divertido ante la fobia de su novio. Caminaron por
las calles poco transitadas hasta uno de sus restaurantes favoritos
de pasta. El mago no se contuvo en sostener la mano contraria durante
todo el trayecto e incluso no le soltó cuando llegaron al
establecimiento. El castaño se sonrojó, pero no intentó apartarle
para nada.
Cenaron en
tranquilidad, hablando de todo y nada, para luego volver a su hogar e
irse a dormir pues ya pasaba de la media noche.
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Al dia
siguiente despertó gracias al delicioso aroma de café recién
hecho. Se estiró en la cama como gato y estaba por levantarse de
esta cuando la puerta se abrió y dejó ver a su querido mago con una
bandeja con comida.
-Me alegra
que ya estás despierto Shin-chan.-dijo con voz cantarina.
-Buenos días
Kai. ¿Qués es todo esto?-preguntó al ver la gran cantidad de
comida en la bandeja que su novio dejó sobre la mesa de noche para
luego sentarse a su lado en la cama.
-Buenos
días...Pues... como es un día especial pensé en hacerte un
desayuno a la altura.-explicó y acercó las cosas a su detective.
Había desde fruta y tostadas a tortitas con caramelo y zumo natural
al igual que su elixir de vida, el café, con la cantidad de azúcar
perfecta. Realmente su novio era maravilloso.
-Vaya...
gracias.-agradeció con una sornisa en los labios. Besó a su novio
en los labios y estaba a punto de comer algo cuando recordó dos
cosas.-Kai... ¿tienes algo planeado para hoy?-le preguntó.
-Mmm...
muchas cosas pasaron por mi cabeza, pero.... pensé que pasarla
tranquilamente en casa los dos sería mejor. ¿Porqué? ¿Quieres ir
a algún sitio?-respondió mirándole curioso.
-No
particularmente. Me gusta más la idea de quedarnos aquí la
verdad.-comentó algo sonrojado.-Y pues... ¿crees que puedes ir por
una pequeña caja azul que hay en el armarito de la cocina al lado de
la nevera?-le pidió y este solo asintió sin comprender del todo.
Regresó un
par de minutos más tarde y le entregó lo pedido.
-¿Qué
hay?¿Para qué lo necesitas?-le interrogó al ver como el detective
no habría el objeto en sus manos, sino que lo miraba algo dudoso.
-Emm...
¿porqué no lo abres?-preguntó y le ofreció la caja de vuelta.
Cada vez más confundido el mago decidió solo acatar la order.
Volvió a coger el paquete y lo abrió. Inmediatamente se maravilló
al ver las galletas y las pequeñas rosas de colores.
-Shin-chan...
¿dónde las conseguiste? No creí que hicieran gominolas con esta
forma.-cuestionó sin mirar a su novio. Este no respondió y fue
entonces que volteó a verle. Observó su sonrojo y como jugaba con
sus dedos como si fuese realmente interesante.-¿No me digas que
tu...?
-Hai.... le
pedí ayuda a Ran así que deberían estar bien... aunque no mentí
al decir que hizo algo para su novio pues aprovechó mientras me
ayudaba para hacerlo.... adem-hmmp-no acabó pues sus labios fueron
apresados por los del contrario en un beso apasionado.
-Shin-chan...
no puedo creer que te esforzases tanto por mi... eso me hizo tan
feliz que no pude evitarlo... además estabas balbuceando por los
nervios.-dijo dulcemente y con un deje divertido aquello último.
El castaño
se sonrojó de sobremanera ante la burla de su novio e hizo un
pequeño puchero que le hizo verse adorable a los ojos contrarios.
-Calla
idiota.-dijo para luego besar al mago antes de que este pudiera decir
algo más. Cuando se separaron para recuperar el aire recibió la
mirada lujuriosa del mayor.
-Sabes... me
alegra haber decidido que nos quedaramos en casa.-comentó en un
susurro con voz grave y ronca que logró que un escalofrío de
excitación recorriera el cuerpo del menor. No pudo preguntar a qué
se refería cuando se vio empujado, acabando recostado sobre la cama
con él encima, y con los labios ajenos capturando los suyos en otro
beso apasionado lleno de promesas pecaminosas.
Cierto a sus
palabras fue que no salieron a la calle en todo el día... o mejor
dicho de aquella cama.
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Acariciando
los sedosos cabellos castaños de su novio, el cual se encontraba
profundamente dormido con su cabeza en el regazo del mayor, fue que
sonrió al recordar las palabras de su amiga Aoko. Se encontraba tan
nervioso por ese día que recurrió a su amiga de la infancia para
preguntarle sobre el regalo de su querido detective. Esta solo le
dijo que con un pequeño detalle sería suficiente pues sabía que a
la pareja de su amigo no le gustaban las cosas demasiado ostentosas o
llamativas. Así fue como acabó proponiéndole lo del desayuno y
pasar un día tranquilo en casa, pues últimamente tenía muchos
espectáculos de magia agendados, no robos de Kaito Kid sino
actuaciones de Kuroba Kaito, y no había podido pasar tiempo de
calidad con su adoración de ojos azules.
La verdad es
que nunca imaginó que este le habría hecho algo a mano, mucho menos
comestible, y no solo se esforzó en hacer algo que le gustara como
es su obsesión por el chocolate sino que las gominolas en forma de
rosa eran un recordatorio de todos los regalos que él le había dado
antes de que comenzaran a salir.
Su sonrisa
se amplió al notar como su amado detective acercaba más su rostro a
su cuerpo y sin molestarle siguió acariciando su cabello, comiendo
las deliciosas galletas de su novio y mirando la luna que se alzaba
orgullosamente en el cielo, iluminando con su tenue luz la figura de
ambos.
FIN
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