La
sinceridad antes que el orgullo.
¡Ya estoy harto! Hoy, por fin, después
de 4 años, me cansé. Decidí mudarme y no decirle a nadie dónde
vivo. ¿El porque? Eso os lo explicaré des del principio.
Mi nombre es Sawada Tsunayoshi y tengo
19 años. Soy un universitario cualquiera, o eso me gustaría a mí.
Por decisiones de mi estúpido padre, me eligieron el décimo jefe de
una familia de la mafia y no cualquier familia, sino de la más
importante de Italia, la familia Vongola. Bueno, volvamos a lo de
antes, la razón por la que me quiero mudar es por culpa de Hibari y
Mukuro, dos de mis guardianes y también, son algo así como mis
''novios''.
Siempre que se les antoja me lo hacen,
sea donde sea, y luego me tratan tan fríamente como si no existiera.
La verdad, ¡ ya estoy hasta las narices! Por eso me mudé y a la
única persona a la que le dije dónde es a Kozato Enma, que está
pasando por una pelea con su pareja y se vino a vivir conmigo una
temporada.
-¡¡A-ay!!! Enma hazlo con más
cuidado que duele...-dijo un castaño ojos miel, tumbado en un sofá.
-Pe-perdón....Tsuna, lo haré más
despacio. Sólo relájate, ¿si?- le respondió un pelirrojo, situado
sobre el castaño.
Un rato después, se sentó al lado del
ojimiel y esté también se sentó.
-Gracias, Enma.... me ayudó mucho que
me curadas las heridas de la espalda.(N/A: seguro que pensasteis otra
cosa.....pero todavía es pronto, ya luego... ^.^) .
-Oye Tsuna... ¿que te pasó? Tienes
las muñecas y los tobillos hinchados y algunas heridas en la espalda
y las piernas.-dijo el pelirrojo con preocupación en la voz.
-Eso... fueron los sádicos y
pervertidos de Hibari y Mukuro.
-¿Debería preguntar como?
-Tres palabras: enfermería, vendas y
nosotros.- respondió el castaño con desdén y un leve sonrojo.
-Vaya... lo aprovecharon bien.-dijo su
amigo en un tono de burla, a lo que se ganó una mirada asesina por
parte del ojimiel.
-Si...-suspiró- Por culpa de esos
cabrones, no puedo estar de pie, sentado o tumbado.
-Ya se ve.¿Por eso te mudaste?
-Si... estoy harto de que me traten
como a una puta. No soy su maldito juguete sexual.
-Pobrecito. Si es que a su lado Reborn
parece inocente, te han tocado los peores.-le dijo con un poco de
preocupación y comprensión.
-En realidad, no se quien es peor:
ellos por hacerme esto o yo por dejarles hacerlo- respondió
suspirando.
-Definitivamente, ellos. Tú siempre te
resistes a sus perversiones.
-Ya pero siempre acabo cediendo.
-Eso es por que les quieres, en cambio
ellos...
-Si, ya lo se. En cuatro años que
llevamos juntos no me han dicho ni una sola vez que me quieren.
Ne....-se hecha a llorar- ¿Por qué me tiene que pasar esto?
Yo...les quiero. Realmente los amo pero...aún así...
-Tsuna...¿no llores si?-le dijo Enma
abrazándolo- No es tu culpa.
-Eso ya lo sé pero aún así... es que
no puedo más. Me mata que me traten así pero... al menos me hacían
caso.-y seguía llorando desconsoladamente.
-Pero sabes que se acabó. Te mudaste y
no les dijiste nada.
-Si... es verdad. Ya no se puede
cambiar, simplemente seguiré con mi vida-dijo secándose las
lágrima- Ne... Enma, me alegro que te quedes pero...¿que pasó con
Dino-san?
-Es que...es un idiota. Se pasa todos
los días peleando con Reborn, desde que se levanta hasta que se
acuesta sólo piensa en las ganas que tiene de entrenar con él y si
no es con él es con Hibari-san, y no me hace el más mínimo caso.
Encima de eso luego me reprocha que sea frío con él cuando le dan
sus ataques repentinos de amor.- se quejó el pelirrojo.
-Pero... ¿se lo has dicho?
-¿Cuándo? Sí no para por casa para
nada. Así que me harté y por eso te pedí que me dejaras quedarme
aquí.
-Ya veo...pero Enma, si tienes la
oportunidad deberías arreglarlo.
-¿Eso no iría también por ti ? Pero
bueno, por ahora ¿te hago algo de cenar?
- Pensé que Dino-san se encargaba de
eso.
-Eso no significa que no sepa. Además
no quiero que lo hagas tú todo.-le dijo sonriendo.
-Vaya... gracias. Y sí que sabes
manipularle.-dijo un poco en burla-¿Pero crees que podrá vivir sin
ti? Dino-san no sabe hacer nada por su cuenta y sus hombres no
estarán para cuidarlo siempre.
-En realidad... espero que no pueda
para que venga a buscarme y demostrarme que me quiere. Aunque no creo
que lo haga, pero por soñar no pasa nada- dijo el pelirrojo con un
tono de tristeza en la voz.
-Bueno...quien sabe. Pero por ahora
gracias por hacérmela- dijo con su hermosa sonrisa a la cual el
pelirrojo le respondió con otra y le dijo:
-Claro.¿Qué quieres?
-No sé, lo que quieras está bien. Y
esto...
-No pasa nada, te ayudaré a comer.
-Gracias- dijo sonrojado al tener que
pasar por eso.
Mientras Enma y Tsuna hablaban, veis a
Hibari, Dino y Mukuro en casa de la madre de Tsuna esperando poder
encontrar a esos dos.
-¡¡Oye, Reborn!! ¿Como que Tsuna-kun
se mudó?-dijo Mukuro enojado.
-Si...Se llevó todas sus cosas y ni
siquiera se despidió. Tampoco dijo a dónde se mudó.
-¿Pero porqué Tsunayoshi haría
eso?-dijo Hibari que, extrañamente, mostraba un rostro de
preocupación.
-Bueno...eso sea seguramente por
vuestra culpa par de idiotas.-les recriminó el asesino.
-¿Cómo que culpa nuestra?-dijeron al
unísono esos dos, como si fuesen los más inocentes del mundo.
-Exactamente, y no os hagáis los
inocentes. Tratabais a Tsuna como a un esclavo y en cuatro años no
habéis sido ni una vez amables con él. Además de que nunca le
habéis dicho que le queréis.
-Bueno...eso es...-''verdad'' pensaron
los dos a la vez.-Es cierto que nunca se lo dijimos, pero... nunca se
quejó por eso, por otras cosas sí, pero de ese tema nunca dijo
nada.-se defendió Mukuro.
-Eso es porque no pudo, solo veníais
para hacérselo y luego os marchabais. Ni una vez habéis dormido con
él.
-Bueno...siento interrumpir pero ¿no
sabrás dónde esta Enma?-comentó Dino que hasta ahora se había
mantenido callado.
El ex-arcobaleno suspiró y procedió a
responder:
-Al parecer, Enma se ha ido a vivir con
Tsuna.
-....-los tres se quedaron en silencio.
-¿Qué os pasa?
-Nos estas diciendo que esos dos
vivirán juntos y encima ¿¿¿preguntas???- le gritó el pelinegro.
-Kufufufufu....Eso no lo
permitiremos-siguió el peliazul.
-Por supuesto que no-corroboró el
rubio.
Reborn se los quedó mirando. No podía
creer lo celosos que eran esos tres. Suspiró y decidió
ayudarles(puesto que él es igual cuando se trata de su vaquita xD)
-Bien...supongo que Tsuna y Enma irán
a la universidad mañana así que solo tenemos que esperar y
seguirlos cuando se vayan.
Por otra parte los dos chicos seguían
en su departamento tan tranquilos, sin saber lo que les depararía al
día siguiente.
-Ne...Tsuna, la cena ya está
lista-dijo el pelirrojo moviendo al castaño que se había dormido en
el sofá.
-Mmm....Hai...-respondió el otro
desperezándose un poco.
-Parece que te dormiste. Bueno dame las
manos.-el castaño obedece y el pelirrojo, con un poco de esfuerzo,
lo levanta y lo lleva hasta la silla de la mesa.
-Gracias Enma. -le sonríe- Vaya, esto
está muy bueno-dice después de probar lo que había preparado su
amigo. (Lo que cenen lo dejo a vuestra imaginación, que me da palo
pensar *-*)
-De nada, y gracias también. La verdad
es que es la primera vez que cocino para alguien y me ha gustado.
Los dos siguieron cenando y hablando y
luego Enma se sentó en el sofá con la cabeza de Tsuna sobre sus
piernas, mientras miraban la televisión.
-Ne...Tsuna ¿estás seguro de esto?
-¿Qué quieres decir?- preguntó el
castaño que no había entendido a lo que se refería.
-Me refiero a mudarte, a dejarme quedar
aquí....¿estás seguro de esto?
-Yo... ya lo he decidido. No quiero
depender de nadie, creo que soy capaz de vivir por mi cuenta y
también... no quiero seguir siendo su esclavo. Quiero que se den
cuenta que puedo vivir sin ellos.
-Bueno.... si lo tienes tan claro está
bien.-le dijo con una sonrisa el pelirrojo.- Pero te ayudaré con las
tareas de casa y con el alquiler. Solo falta conseguir un trabajo
parcial.
-¡Hai! Si trabajamos juntos será más
fácil-le dijo también sonriendo el castaño.- Por cierto Enma...
-¿Si?-preguntó el chico.
-¿Qué tanto te gusta mi cabello?
Llevas un buen rato acariciándolo.
-¡Ah! Lo siento,no me había dado
cuenta.
-No pasa nada me gusta.-le sonrió-se
siente cálido, es como cuando me ponía enfermo y mi madre me mimaba
así.-rió un poco al recordar lo protectora que era su madre.-Y
también...¿cuando crees que se curaran las heridas?
-Supongo que mañana ya te podrás
mover, pero seguirá doliéndote y no podrás cargar con peso.
-Sokka...-dice suspirando.
-¿Qué pasa? ¿Necesitabas hacer algo?
-No es eso, es que...he soportado de
todo y ni los entrenamientos de Reborn dolían tanto.
-Supongo que el dolor que sientes es
más del corazón.
-eh... bueno...supongo que sí. ¿Tu
que crees?
-¿Sobre que?
-Sobre Hibari y Mukuro. ¿Por que me
hicieron esto durante 4 años?
-No lo se la verdad, a esos dos no hay
quien les entienda. Ni siquiera ellos mismos.-le dijo con un poco de
gracia.
-Si es verdad.-le respondió el
castaño, riéndose un poco ante el comentario.
-Bueno parece que estás mejor. ¿Nos
vamos a dormir?-preguntó el pelirrojo.
-Si... estoy muy cansado.
Enma y Tsuna durmieron en la misma
habitación por si, el segundo necesitaba algo.
Al día siguiente.
Tsuna consiguió levantarse a pesar del
dolor en su cuerpo y se dirigió a la sala de estar(el piso era: al
entrar había un pasillo que conducía a la sala de estar y comedor.
A los lados del pasillo habían 4 habitaciones, dos a cada lado, 1 de
ellas el baño. Al lado del comedor había una cocina no muy grande
pero que tenía de todo, junto con una habitación a la derecha donde
estaba el lavadero.)
Enma había hecho el desayuno y lo
estaba poniendo sobre la mesa cuando vio a Tsuna.
-¿Tsuna? ¿Por dios que haces
levantado?-le dijo ayudándolo a sentarse en la silla.
-Tranquilo, estoy mejor y además tengo
que ir a la universidad.
-¿Y cómo lo haremos para ir? De
seguro que nos buscarán allí.
-Sí pero no nos montarán una escena
delante de todo el mundo. Solo los tenemos que ignorar y procurar que
no nos pillen solos.
-Si es verdad. Bueno vamos a desayunar.
Los dos desayunaron tranquilamente, se
vistieron y se dirigieron hacia la universidad. Al llegar allí,
tanto Gokudera como Yamamoto los estaban esperando.
-¡¡¡JUUDAIME!!!! ¿¿Está
bien??-gritó el peliplateado al verle.
-Gokudera-kun, estoy bien no pasa nada.
-Yoh, Tsuna, Enma.-saludó el pelinegro
una vez se acercó a ellos.
-Hola Yamamoto.-saludó el castaño una
vez consiguió que su auto proclamada mano derecha se calmase.
-Hola, Yamamoto-san -dijo el pelirrojo.
Después todos se encaminaron hasta su
aula, bajo la atenta mirada de un rubio, un pelinegro y un peliazul.
Bueno y también Reborn que tenía curiosidad por cómo acabarían
las cosas.
Mientras iban llegando, los dos chicos
no pararon de atosigar a Enma y Tsuna con preguntas pero ellos no
respondían así que se dieron por vencidos.
Las clases trascurrieron con normalidad
y por fin era hora de volver a casa. Tsuna estaba muy cansado y
adolorido ya que las heridas no se habían ido del todo por lo que se
apresuraron en volver al piso.
Mientras tanto, Reborn se había dado
cuenta de las heridas de su Dame-alumno y no le hizo mucha gracia y,
claro está, que ha Dino tampoco le gustó puesto que se había auto
proclamado el hermano mayor del ojimiel.
-Una cosa...¿que demonios le pasó a
Tsuna?-preguntó el ex-arcobaleno sin apartar la vista de los semes
de su alumno.
-N-no se....¿que podrá haber
sido?-respondió el peliazul como si con él no fuera la cosa.
-¡No mintáis! Ha sido cosa vuestra
¿verdad?-eso lo dijo más como afirmación que como pregunta.
-Vale....puede que nos pasáramos la
última vez-dijo con tono cansado el pelinegro.
-No me extraña que Tsuna se
fuera.-dijo el rubio- Soportó muchas cosas de vuestra parte y
supongo que ya no pudo más.
-Lo sentimos...-dijeron al unísono los
dos.
Los dos chicos ya habían llegado a su
apartamento y una vez entraron, el castaño se quitó la camiseta y
se acostó en el sofá boca abajo, para que el pelirrojo procediera a
cambiarle los vendajes y acabar de curarle las heridas. Poco después
de que empezaran, alguien llamó al timbre pero como estaban ocupados
simplemente dijeron que estaba abierto para que pasara quien fuera.
Desde la puerta, los 4 chicos oyeron
que podían pasar así que sin pensárselo, abrieron la puerta y se
encaminaron al salón. Una vez llegaron, no les hizo mucha gracia lo
que vieron, puesto que el pelirrojo estaba sobre el castaño ,que no
llevaba camisa alguna, tocando lo que, al parecer de Mukuro y Hibari
solo podían tocar ellos. Enma se giró para ver quién había
entrado y, bueno, se podría decir que no le hizo mucha gracia
tampoco.
-Los que faltaban-se quejó en un
susurro que solo Tsuna pudo oír. Éste se levantó y dirigió la
mirada a los inquilinos pero antes de que pudiera decir algo, Dino se
abalanzó sobre Enma.
-¡¡ENMA!! No vuelvas a dejarme
solo-dijo casi llorando el rubio. A lo que el pelirrojo se
sorprendió. No por la actitud infantil de este, sino por que solo
habían pasado dos días.
-Pero si sólo han pasado dos días
-¿Y eso que más da? Sabes que no
puedo estar sin ti.-dijo abrazándolo aún más fuerte. A lo que el
menor rió un poco y miró a Tsuna que estaba con una sonrisa en el
rostro.
-¿En serio? ¿Pero exactamente por que
crees que me fui? -preguntó el pelirrojo alejándose un poco del
rubio. A éste le daba mucha vergüenza decirlo pero se armó de
valor y lo soltó.
-Y-yo...realmente siento el haberme
portado como un idiota y el no haberte hecho caso. Lo siento, de
verdad que lo siento. Y si vuelves te juro que te haré todo el caso
del mundo y también...haré todas las tareas de la casa durante un
mes.-ante ese comentario Enma y Tsuna no pudieron evitar reír y
sorprender a los presentes.
-Pe-perdona...es que no me esperaba eso
último-dijo el pelirrojo después de menguar su risa- pero me vale
con la disculpa y el que me harás más caso- siguió hablando
mientras se abrazaba al rubio.-Además...yo también te he echado de
menos- dijo casi en un susurro pero que fue audible para su pareja,
el cual lo besó muy efusivamente.
Un rato después, Dino se llevó a Enma
para...(bueno, ya sabéis para que xD). Dejando solos a las tres
personas que todavía tenían que reconciliarse y a Reborn, que
estaba de cotilla. Bueno hasta que tanto Hibari como Mukuro lo
echaron a patadas del piso.
Una vez el sujeta-velas se había ido,
los mayores se sentaron en el sofá donde seguía su dulce niño
sentado. Ante esta acción el castaño se apartó un poco de ellos y
apartó la mirada cruzando sus brazos en un lindo puchero, al parecer
de los mayores.
-¿Qué hacéis aquí?- pregunto el
menor sin mirarlos todavía.
-Tsuna...podrías míranos-las palabras
del pelinegro sonaron como una súplica más que a una pregunta.
-Por favor...-ahora el que suplicó fue
el de ojos bicolor.
El castaño se lo pensó un poco pero
al final giró la cabeza para verles cara a cara. Lo que le
sorprendió ya que esos dos le miraban con unos ojos realmente
tristes y doloridos.
-N-no...habéis respondido a mi
pregunta-dijo el castaño agachando la cabeza.
-Lo sentimos-dijeron los dos mayores al
unísono y ante esas palabras el ojimiel no pudo evitar empezar a
llorar. Los mayores se asustaron al verlo y Hibari le abrazó, era un
tierno gesto que sorprendió al castaño pero que también le
encantó. Por otra parte, Mukuro le acarició el cabello una vez el
pelinegro lo había soltado y también le acarició la mejilla
secando unas cuantas lágrimas del menor. Una vez vieron que este se
había calmado un poco(bueno, no se había calmado, más bien estaba
shockeado ante las acciones tan dulces que habían hecho sus semes.)
procedieron a decirle todo lo que sentían.
-Mira Tsuna...realmente sentimos el
haber sido tan idiotas y fríos con la persona más linda del
mundo-dijo el ojinegro. Vale, eso ya si que era muy raro, el que el
temible ex-prefecto de Namimori fuese tan dulce, lo que hizo que el
castaño llorara otra vez.
-Definitivamente, seremos mejores
novios y te trataremos mejor. El pasar un solo día separados de ti
nos mata.-ahora había sido el de ojos bicolor el que hablaba.
Como vieron que su dulce niño no
respondía, siguieron hablando.
-Tsuna...-cogieron aire y...-¡¡TE
AMAMOS!!-dijeron al mismo tiempo, sorprendiendo al menor.-Eres
nuestra luz, nuestra vida, lo daríamos todo por ti y si te
perdiésemos por nuestro estúpido orgullo, no nos lo perdonaríamos
jamás.-el ojimiel al oír esas palabras, siguió llorando pero
abrazó al pelinegro y le dio un pequeño beso, luego hizo lo mismo
con el peliazul.
Estos se sorprendieron ante tal acto
pero no tuvieron tiempo de decir nada ya que el castaño se puso a
hablar.
-¿L-lo...decís...enserio?-dijo
entrecortadamente a causa del llanto.
El ojinegro se acercó y lo volvió a
abrazar:
-Pues claro que si. Sabes que nosotros
nunca soltaríamos esas cursilerías sino fueses verdaderamente
importante para nosotros.- el ojimiel rió ante esa frase y se separó
un poco del pelinegro para dedicarles una sonrisa. La más linda de
las sonrisas que habían visto en toda su vida, pensaron los dos a la
vez.
-Definitivamente eres lo más lindo del
mundo-dijo el peliazul abrazando al pequeño por detrás (por cierto
siguen sentados en el sofá).
Luego de toda la charla, el castaño se
quedó en los brazos de Mukuro mientras sonreía y Hibari le dio un
lindo y tierno beso. Así se quedaron dormidos y cuando Tsuna
despertó, seguía estando entre los brazos del ilusionista pero con
Hibari en el regazo. Miró el reloj, eran casi las 11 de la noche y
se dio cuenta de que no había cenado, así que, con mucho cuidado,
se levantó sin despertar a esos dos y se dirigió a la cocina. Un
rato después salió con una ensalada y un pequeño bocadillo, ya que
no tenía muchas ganas de cocinar pero cuando volvió a la sala, esos
dos se habían despertado y se miraban como si quisiesen matarse.
-¿Qué pasa?- preguntó el castaño al
verlos de esa manera.
-No es nada-dijo el peliazul
dirigiéndole al menor una sonrisa.
-No me mintáis, que no soy idiota-dijo
haciendo un pequeño puchero, logrando que los otros dos se le
lanzaran encima.
-Bueno...estábamos discutiendo sobre
quién lo haría primero.-comentó el pelinegro lamiendo el lóbulo
de la oreja del menor.
-S-sois unos per-pervertidos- dijo el
castaño que ya estaba más que sonrojado.
-No te enfades.... es que llevamos tres
días sin hacerlo-dijo el peliazul cargando a Tsuna al estilo
princesa y llevándolo hasta la habitación.
Una vez allí, el peliazul dejó
suavemente sobre la cama al castaño y el pelinegro aprovechó para
ponerse en cuatro sobre el menor.
-Bien Tsuna...¿a quien prefieres
primero?-le susurró el ojigris al oído del menor.
-Es verdad...esta vez queremos que
elijas tú.- dijo con una sonrisa el ilusionista.
-Y-yo...no-no se...-respondió
agachando la cabeza el menor, ocultando así sus preciosos ojos miel.
''Qué lindo'' pensaron los mayores.
-Ne...si no lo decides tú...¿que tal
si lo hacemos los dos a la vez?-dijo con un tono de lujuria en la voz
el peliazul. Aunque solo quería que el castaño se decidiera.
Ante esas palabras, el castaño se
sonrojó tanto que realmente había superado el color de un tomate.
No sabía qué responder, por que si elegía a uno el otro se
enfadaría, pero sino lo hacía lo harían los dos y eso sí que no.
Así que con mucha vergüenza, levantó un poco la cabeza y mirando
al ojigris, le dio un dulce y tierno beso, que el mayor no se
esperaba. Cuando reaccionó, se encargó de profundizar el beso.
Primero lamió los labios del menor y luego los mordió un poco,
provocando un pequeño gemido por parte del otro. Luego, le dio otro
mordisco pidiéndole permiso al menor para meter su lengua, que fue
rápidamente concedido por el pequeño. Una vez metió su lengua en
esa cavidad que le encantaba, fue moviendola por todo el lugar,
explorando cada centímetro de ese sitio y una vez encontró la
lengua del menor, empezó una lucha entre ellas que, claramente, ganó
el mayor. Se dedicó a morder, succionar y chupar cada parte de su
boca mientras oía los gemidos ahogados de su dulce niño. Pero, todo
beso tiene que acabar, ya que les hacía falta respirar. Una vez se
separaron, el menor ladeó un poco la cabeza suspirando y intentando
recuperar el aire.
-Oya, oya...parece que prefieres a
ave-kun -dijo el peliazul un poco ofendido y excitado por la visión
de aquél húmedo beso que se habían dado en sus narices.
-Es evidente que Tsunayoshi sabe quién
es mejor.- respondió el pelinegro, que ya había recobrado el aire.
-N-no os peleéis- dijo muy avergonzado
el castaño, haciendo que los mayores voltearan a verle. Como éste
sabia que no le harían caso, se acercó un poco al ilusionista
dándole un casto beso.- Por esta vez...¿no te enfades si?- dijo
sonrojado mirando al de ojos bicolor muy tímidamente. A lo que el
otro le respondió con otro tierno beso.
-Esta bien...pero sólo por esta vez.
Ademas...me vas a entretener con tu linda boquita.-le susurró lo
último en el oído.
El castaño se ruborizó y, no muy
convencido, asintió levemente. En ese momento, Mukuro se sentó
donde estaba el cabecero de la cama, tumbó a Tsuna colocándole la
cara en su entrepierna y le pidió que lo desvistiera. Kyoya no se
quedó quieto, se colocó detrás del castaño y fue acariciándole
el cuerpo por debajo de la ropa. Le fue desvistiendo lentamente
mientras el castaño le quitaba el pantalón al peliazul. Una vez lo
retiró, vio la gran erección que el mayor tenía y,
inconscientemente, tragó en seco y comenzó a acariciarlo por encima
de la tela.
Un poco después, sacó el gran miembro
y comenzó a lamerlo tímidamente, para después metérselo todo en
la boca (bueno lo que le cabía por que, a su parecer, esos dos
estaban demasiado bien dotados).
Mientras el castaño le daba placer
oral al peliazul, el pelinegro ya le había sacado toda la ropa y
estaba acariciando el miembro del menor.
-Ahh...Hib-ari...sahhn- gemía el
castaño ante las caricias del mayor.
Este fue aumentando el ritmo de su
mano, hasta que el ojimiel no pudo más y se corrió en la mano del
mayor.
Una vez vio la semilla de su niño en
su mano, la lamió para luego ensalivar tres de sus dedos y cuando
creyó que ya estaban bien húmedos, fue metiendo uno.
Al principio al castaño le pareció
molesto pero se acostumbró rápido. Luego notó un segundo dedo y
ese le dolió un poco. El pelinegro se dio cuenta y comenzó a
moverlos en forma de tijera y luego al meter el tercer dedo comenzó
a simular embestidas.
Mientras el ojigris estaba a lo suyo,
el peliazul disfrutaba mucho de la felación que le estaba dando su
lindo castaño. A decir verdad, después de 4 años, el menor se
había vuelto muy hábil en eso. En su momento vio como el pelinegro
comenzaba a prepararlo y los gemidos ahogados del pequeño le estaban
excitando de sobremanera.
Al poco tiempo, el ojigris comenzó a
penetrar al castaño haciéndolo gemir, aunque el miembro del
ilusionista ahogaba el gemido. Al principio no se movió, esperando a
que el menor se acostumbrara a la intromisión. En poco tiempo, el
castaño movió las caderas para avisar al mayor que ya se podía
mover y, así lo hizo. Primero se movió lentamente, metiendo y
sacando su miembro continuamente, luego las embestidas iban
adquiriendo más rapidez haciendo que el pequeño gimiera casi sin
atender al peliazul, al que, no le hizo mucha gracias así que, cogió
con las dos manos la cabeza del castaño y le metió el miembro lo
más profundo que pudo. Al mismo tiempo fue moviendo las caderas para
penetrarlo con mayor fuerza y, en un momento dado, llegó hasta la
garganta del ojimiel. Hibari por su parte, también lo embestía
salvajemente dándole en un punto en el cual el chico tocaba el
cielo.
-Mmm...ahhh...AHHH!!!- el castaño no
paraba de gemir ante las penetraciones, tanto oral como anal. En ese
momento, solo sentía un enorme placer, además de como le llegaban
lo más profundo posible. En un momento dado, sintió como el
pelinegro le cogía su hombría comenzando a masturbarlo, haciendo
que su sensación de placer fuera inexplicable.
-Mmm...
maáss...síii....mmmhhhh.....ahhhh!!!. Hibari...-san.....Muku..ro-
el castaño ya no pudo más y se corrió en la mano del mayor (otra
vez). El peliazul también se corrió pero en la boca del pequeño el
cual, se tragó todo el semen sin dudarlo. Por último, el pelinegro
al notar la estrechez de Tsuna, con un par de embestidas más se
corrió dentro de este.
-Tsuna...definitivamente...acostarnos
contigo es lo más placentero del mundo-dijo el peliazul besando al
castaño. Era un beso feroz y lujurioso.
-Si...realmente me encanta lo estrecho
que eres. A pesar de que lo hacemos tan seguido.- comentó el otro al
oído del pequeño.
-S.sois...unos pervertidos...-respondió
entrecortadamente el menor sonrojándose al instante.
-Bueno...pero aún así nos
quieres.-contestó con superioridad el ojigris.
El castaño sonrió ante ese
comentario, algo que hizo los otros dos reaccionaran al instante.
Tumbándolo otra vez en la cama y intercambiando posiciones.
-Bien...-dijo el ilusionista-Ahora me
toca a mí hacértelo.
-¿¿E-ehhh??-al castaño no le dio
tiempo ni de replicar ya que esos dos ya habían empezado a
manosearle por todas partes otra vez.
Cuando el castaño despertó, le dolía
todo el cuerpo. Además de que se sorprendió y le enojó al no ver a
su lado a esos dos. A duras penas se levantó y consiguió ponerse
una de las camisas de Hibari, que le iba bastante grande, y luego se
dirigió al salón a comer algo. Lo que no esperaba ver allí eran un
montón de cajas junto con los otros dos sentados tan tranquilamente
en la mesa.
Al verle, Hibari se levantó, se acercó
a él y lo acompañó a la mesa hasta hacer que se sentara sobre sus
piernas. Luego le dio un casto y tierno beso.
-Buenos días Tsunayoshi.-le dijo con
una leve sonrisa.
-Buenos días Tsuna-kun -le dijo
también el peliazul, acercándose para darle otro beso.
-Bu-buenos días...-dijo sonrojado-
E-etto... ¿y esas cajas?-preguntó inocentemente.
-Son nuestras. Decidimos mudarnos
contigo.-respondió tan tranquilo el ojigris, haciendo que el ojimiel
se atragantara con una tostada que le había dado el peliazul.
-Venga, no te enfades...- le dijo con
una sonrisa el ilusionista- Desde ahora te haremos más caso.
Al castaño le hizo feliz el saber que
lo tratarían mejor, pero no pensó en que al vivir juntos, esos dos
podrían hacerle lo que quisiesen las 24 horas del día. Cosa que
lamentará nuestro dulce castaño ya que esos dos ya estaban
preparando sus perversiones para esa misma noche. Bueno con la visión
tan sexy del castaño con esa camisa incluso, puede que no lleguen a
esperarse ni a que acabe de comer.
Por cierto, ese día tanto Hibari como
Mukuro, aprendieron que lo importante en una relación es la
sinceridad y que, a veces, el orgullo no siempre es bueno.
Fin.
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