*Namimori, edificio de
apartamentos, 8 p.m.*
En un edificio de apartamentos todo
estaba tranquilo a excepción de en uno de los pisos.
En el apartamento 18, justo al entrar,
se podía observar un pasillo que conducía a la sala de estar. En
ella se podía apreciar dos cómodos sofás de color blanco, una mesa
de centro de cristal, una televisión de pantalla llana que ocupaba
gran parte de la pared y una ventana que daba al balcón con unas
cortinas de color blanco con toques marrones que combinaban
perfectamente con el color chocolate de las paredes. Al lado de uno
de los sofás había una pequeña mesita con una lámpara. En las
paredes había algún que otro cuadro de paisajes de la ciudad y
justo debajo de uno había una pequeña estantería repleta de
distintos libros.
A la izquierda se encontraba la
cocina, impecablemente limpia y ordenada. La combinación de los
muebles le daba un toque elegante a la estancia tanto, que hasta un
cocinero profesional la querría. A la derecha del salón había otro
pequeño pasillo que conducía hacia las habitaciones y lo que
parecía ser un baño. En la habitación más apartada, se encontraba
un despacho donde una gran aura negra se podía palpar a través de
la puerta. Dentro había un moreno sentado en una mullida silla,
apoyando los codos sobre la mesa y la cabeza sobre sus manos
entrelazadas. Miraba fijamente la pila de papeles sobre su escritorio
sin leer nada realmente. Su mente estaba en otro lugar, para ser más
precisos, en algo que pasó algunas horas antes.
Repasemos el por qué de esa
situación....
*Namimori,
centro, 5 p.m.*
Un hombre alto, de piel algo blanca,
cabellera corta morena con algunos toques azulados en ella y de unos
profundos ojos grises con un toque azul metalizado, caminaba
rápidamente por las calles del centro de Namimori. Tenía que llegar
temprano a su departamento para terminar con algunos papeles para su
trabajo.
Iba tan concentrado que no se dio
cuenta de que alguien se dirigía hacia él, igual de despistado, lo
que ocasionó que ambos chocaran cayendo al suelo en una posición...
algo comprometedora, sin contar con qué...
Los dos abrieron los ojos de golpe al
darse cuenta de que.... ¡se estaban besando! Fue un leve roce que
apenas sintieron pero que ocasionó que el menor se ruborizara.
Entonces el moreno se permitió observar al chico debajo suyo
detenidamente. Su cabellera castaña, con los mechones algo revueltos
y que le llegaba casi a los hombros; unos preciosos ojos color miel
que desprendían una gran dulzura y pureza; un cuerpo delgado y fino,
piel levemente bronceada y a su parecer no pasaba del metro sesenta.
Se quedó observándole fijamente sin
darse cuenta de la situación en la que se encontraban y que ya
estaban llamando la atención de las personas alrededor.
No salió de su ensoñación hasta oír
la voz del menor.
-E-etto....¿po-podrías...levantarte?-dijo
en casi un susurro y de manera muy nerviosa con una dulce voz que
dejó algo encandilado al moreno. Ahí fue cuando se dio cuenta de
dónde estaban y en qué posición por lo que sin decir nada se
levantó, ofreciéndole una mano para ayudarle a levantarse.
-Gracias...-volvió a susurrar mientras
se sonrojaba levemente al momento de tomar la mano del moreno.
-Hmp.-“dijo”
este.
-E-etto... siento haber chocado con
usted.-dijo el castaño mientras agachaba la cabeza avergonzado.
-No importa.-dijo el moreno.- Yo
también tuve algo de culpa.-terminó la frase mientras le acariciaba
levemente el cabello al castaño ocasionando que este levantara la
cabeza para verle.
-Em...etto...m-me te-tengo que ir.-dijo
este para luego comenzar a caminar otra vez alejándose del moreno.
Este no dijo nada ni intentó
detenerle, simplemente se quedó allí hasta que el ojimiel se perdió
de su azulina mirada. Cuando ya no lo pudo ver suspiró y de nueva
cuenta emprendió su camino hacia su departamento.
Al llegar no perdió el tiempo en
encerrarse en su despacho y comenzar a revisar los papeles que su
mano derecha, Kusakabe Tetsuya, le había entregado esa mañana el
problema es que seguía recordando ese encuentro con el castaño. No
podía concentrarse y eso le enfurecía de sobremanera ya que eso
jamás, y recalco, JAMÁS, le había sucedido.
Para él su trabajo era lo más
importante, Namimori era lo que más amaba y nunca perdía el tiempo
para proteger su querida ciudad de lo que pasara pero... en ese
momento lo único que hacía era pensar en un castaño que había
conocido hace apenas tres horas...
Claro que era muy lindo, inocente,
puro...tenía unos ojos y una aura que enamorarían a cualquiera
y....
Se golpeó la frente con la mano. No
podía estar pensando como un....como un.... como un ¡herbívoro!
Eso no iba con él y jamás pasaría.
Frustrado se levantó de la silla,
cogió sus tan preciadas tonfas, las esposas, su pistola y a sus
inseparables animales, una ave amarilla de nombre Hibird y un pequeño
erizo de nombre Roll. Sin más se encaminó a su lugar de trabajo....
la estación de policía.
No tardó mucho en llegar y cuando lo
hizo, su jefe le miró algo impresionado, lo cual se le hizo extraño
pero no dijo nada esperando a que el mayor hablara.
-Hibari... ¿sabes la hora que
es?-preguntó un hombre en un traje negro con corbata de igual color
y una camisa naranja. Era moreno con unas extrañas patillas y
llevaba una fredora negra con una franja naranja en ella sobre el
cual había un camaleón descansando.
El moreno le miró alzando una ceja
dando a entender de que no sabía de qué narices le estaba hablando
el mayor.
-Es la primera vez que... te veo llegar
tarde a tu turno. Normalmente llegas incluso más de media hora
antes. ¿Pasó algo?-preguntó muy extrañado. No era que le gustara
meterse en la vida de sus subordinados... bueno sí le gustaba pero,
con el azabache casi nunca lo hacía por que sabía que no tendría
la oportunidad para ello ya que a él solo le interesaba su trabajo
pero... esa era una oportunidad que no desaprovecharía para nada.
El moreno levantó una ceja y miró el
reloj pensando a qué venía ese comentario cuando.... se dio cuenta
de que el mayor tenía razón. Había llegado casi veinte minutos
tarde, lo cual jamás había sucedido. Atónito y sin decir nada se
dirigió a su sitio bajo la atenta mirada de todos sus compañeros a
los que ni siquiera se molestó en mirarles mal para que volvieran a
su trabajo. El mayor suspiró sin decir nada más aunque.... ya se
enteraría sobre lo que le pasaba a uno de sus mejores hombres, por
no decir el mejor. Ese comportamiento no era normal en él.
Por su parte el moreno comenzó a
revisar los papeles que se había traído pero, al ver que seguía
sin poder concentrarse salió furioso de la oficina para ver si
conseguía desquitarse contra alguno de los herbívoros que siempre
estaban causando problemas en la calle.
Volvió dos horas después con la ropa
algo manchada de sangre y algo más aliviado. Reborn al verlo se
percató de algo de lo que seguramente el moreno no se había dado
cuenta o, mejor dicho, ignoraba. Se acercó a él y le miró de
arriba a abajo.
-Mas te vale ir al hospital a que te
vean esas heridas.-dijo seriamente el mayor.
-¿De qué hablas?-preguntó alzando
una ceja mirándole fijamente.
-De que tienes heridas en las piernas,
los brazos, el estómago, seguramente en la espalda también, y en la
mejilla derecha.-dijo aún más serio.
-Hmp. Ni que me fuera a morir por
ello.-dijo escépticamente.
-Lo que tú digas.-respondió el otro
ignorándolo completamente mientras cogía su celular y marcaba un
número.
El moreno se disponía cambiarse de
ropa cuando el mayor le hizo quedarse en su sitio con una simple
mirada asesina, hasta que del otro lado atendieron.
-Dame-Tsuna.-dijo el mayor. Ante el
nombre el moreno simplemente alzó una ceja. “¿Con quién demonios
estaría...
-Ya deja de quejarte.-interrumpió sus
pensamientos Reborn.- Ahora irá uno de mis subordinados y quiero que
te encargues de él.-dijo en un tono de voz que daba a entender que
no quería quejas.
-Se llama Hibari Kyoya y espero que lo
trates bien, no vaya a ser que con lo Dame que eres solo lo estropees
más.-dijo con algo de burla y una sonrisa ladeada.
-Hmp. Adiós.-colgó el mayor de pronto
seguro que cortando los reproches de la otra persona.- Muy bien,
ahora irás al hospital y más te vale que yo no me entere de que no
lo has hecho ya que ya avisé a alguien de que irías.-dijo con una
sonrisa prepotente en el rostro.
Al moreno no le quedó de otra más que
de suspirar y lanzándole una mirada asesina se encaminó hacia el
dichoso hospital.
*Namimori,
hospital central, 1 a.m.*
Nada más llegar y decir su nombre una
de las enfermeras le llevó hacia una de las habitaciones del
hospital y le pidió que se quedara allí que pronto llegaría la
persona que le curaría las heridas.
Sin nada más que hacer se sentó a
esperar ya que no le quedaba de otra ya que su jefe le mataría si se
iba sin más.
De pronto sus pensamientos fueron
cortados al escuchar la puerta abrirse y se sorprendió al observar a
la otra persona que entraba por ella.
-Bien... Reborn me dijo que me
encargara de usted Hiba..ri-sa...n.-el castaño se quedó atónito
ante la persona que tenía delante. No pudo evitar sonrojarse al
recordar el encuentro de esa tarde con el moreno y ponerse algo
nervioso por su mirada fija en él.
El moreno no estaba mucho mejor. A
pesar de mantener su cara de póker por dentro el moreno estaba
impresionado ya que no esperaba encontrarse con ese chico otra vez el
mismo día, ni tampoco pensar que sería médico o enfermero ya que
no parecía tener más de 16 años, 17 como mucho. Simplemente se
quedó observándole fijamente sin decir nada lo cual le permitió
darse cuenta del sonrojo que se había apoderado del rostro del chico
y lo nervioso que le estaba poniendo y no pudo evitar sonreír de
lado por ello.
-¿Vas a hacer tu trabajo?-preguntó
con su voz grave y sexy.
-Ha-hai.-respondió este muy nervioso y
se fue acercando al moreno.
Con ayuda del mayor el castaño le sacó
la chaqueta y la camisa del traje que llevaba y se sorprendió al ver
las heridas del moreno.
-¿Cómo se hizo esto?-preguntó
mirándole a los ojos de manera preocupada.
-Solo hice mi trabajo.-respondió sin
poder dejar de mirar al castaño mientras que recordaba a cierto
cabeza de piña con el cual se había estado peleando.
-Sokka...-dijo el otro mientras bajaba
la mirada otra vez y procedía a curar las heridas del mayor.
Primero observó detenidamente todas
las heridas de los brazos, espalda y dorso. Seguidamente cogió
desinfectante, algo de alcohol, algodón y vendas. Procedió a
desinfectar las heridas de los brazos con el algodón y luego puso
algunos parches y tiritas. Después se encargó de la espalda y del
estómago que era la herida más profunda, la cual le sorprendió el
que el moreno pudiera caminar con una herida como aquella. Le vendó
con mucho cuidado bajo la atenta mirada del moreno que no perdía
ninguno de los movimientos del castaño.
Cuando este terminó el moreno se
levantó dispuesto a irse pero el castaño le detuvo.
-Hibari-san todavía no terminé.-dijo
de manera tranquila aunque seria.
-¿De qué hablas herbívoro?-dijo este
mirándole mientras alzaba una ceja.
El castaño solo desvió la mirada
mientras se sonrojaba y le señalaba los pantalones, los cuales
estaban algo rasgados por lo que se veían algunas de las heridas de
allí.
Al moreno no le quedó de otra más que
suspirar y proceder a quitarse los pantalones para que el castaño
terminara con su trabajo.
El menor simplemente esperó a que
acabara sin ni siquiera mirarle. Cuando el mayor le avisó que ya
podía seguir le miró y con un gran sonrojo siguió curándole.
Al terminar le dio algo de recambio al
moreno ya que no podía dejar que se fuese con aquella ropa toda
rasgada y manchada de sangre.
-Bien... debe cambiar los vendajes,
parches y tiritas después de ducharse. No olvide aplicar el
desinfectante y una crema para que no le queden cicatrices.-dijo el
castaño mientras sonreía y le daba lo dicho.
-Hmp.-“dijo”
el moreno.
El castaño de disponía a salir de la
habitación cuando el ojigris le detuvo al llamarle.
-Oye.-dijo haciendo voltear al castaño.
-¿Dígame?-preguntó este algo
extrañado.
-¿Qué edad tienes herbívoro?-preguntó
sin cambiar su expresión de mármol del rostro.
-¿Eh?-dijo este algo confundido.
-Tu edad.-volvió a repetir sin dejar
de mirarle fijamente.
-Cumpliré 20 en un par de semanas
más.-dijo este sin entender el por qué de la repentina pregunta.
“¿En serio?” pensó el moreno algo
sorprendido. Realmente ese chico parecía 4 años menor a lo que
decía tener.
-¿Hablas en serio?- le volvió a
preguntar una vez había salido de la sorpresa.
-Hai.-respondió este mientras seguía
preguntándose el porqué de la pregunta, hasta que se atrevió a
dejar salir su duda.- ¿Por qué la pregunta Hibari-san?- preguntó
inocentemente el castaño.
La dulce voz del castaño junto con la
adorable carita confundida que le estada poniendo le estaba causando
estragos al pobre moreno que ya estaba sintiendo un leve calor
recorrerle todo el cuerpo.
Conteniendo las ganas de saltarle
encima y hacerle mil y una de las cosas para nada inocentes que le
estaban pasando por la cabeza decidió responderle.
-¿Acaso no te has mirado al
espejo?-preguntó el moreno.
-¿A qué se refiere?-volvió a
preguntar este sin entender nada de lo que quería decirle el mayor.
-Déjalo.-respondió este suspirando.
Realmente le costaba entender el que alguien en esos días pudiese
ser tan inocente e ingenuo.
-¿De qué conoces a Reborn?-volvió a
preguntar el moreno para cambiar de tema mientras se sentaba en la
cama y le hacia una seña para que se sentara a su lado.
El castaño obedeció, total, no tenía
nada que hacer en ese momento. Se sentó al lado del mayor y procedió
a responder a su pregunta.
-Reborn es... ¿mi padre?-respondió
con una dulce sonrisa y algo de duda al final.
-¿Tu padre?- preguntó sorprendido ya
que el no sabía que el moreno estuviese casado ni tuviese hijos,
aunque claro no es del tipo de personas que hablan de su vida privada
pero...
-Bueno... en realidad es mi tío.-dijo
cortando los pensamientos que se estaban formando en la mente del
moreno.- Mi padre trabaja en el extranjero por lo que Reborn siempre
ha estado conmigo. Hacia de mi tutor ya que yo no era muy bueno en
los estudios, jugaba conmigo, me defendía de los chicos que se
metían conmigo e incluso me acompañaba a clase y me iba a buscar
después de esta.-dijo mientras hacia un lindo puchero.
-¿Y eso es malo?-preguntó el moreno
al ver el puchero del menor.
-No pero incluso lo hacía cuando yo
estaba en la secundaria y cuando llevaba a algún amigo o compañero
por algún trabajo a casa siempre le amenazaba con la mirada y
muchos salían huyendo.-respondió con otro puchero.
-Hmp. Creo que entiendo el porqué lo
hacía.-dijo este al ver lo tierno del castaño.
-¿Eh?-le miró confundido pero siguió
con lo que decía.- Bueno, como siempre era él el que estaba conmigo
terminé llamándolo papá.-dijo con algo de gracia.- Recuerdo que
cuando tenía 6 años mi padre vino a vernos por las fiestas y se
puso a llorar cuando le pregunté a mi madre el porqué estaba ese
señor hablando con “papá” refiriéndome a Reborn y cuando
intentó acercarse para abrazarme me escondí detrás de él
pidiéndole que no dejara que ese extraño se me acercara.-dijo para
soltar una leve risa.
El moreno no dijo nada, solo le
limitaba a escuchar lo que decía el lindo castaño a su lado
mientras le observaba detenidamente.
-Entonces mi padre le reclamó a Reborn
diciéndole que le estaba robando a su hijo y este le respondió
diciéndole que no era su culpa que yo le tuviera tanto cariño. Yo
solo les observaba junto a mi madre la cual se reía y no hacía nada
por detener la pelea. Al final mi padre acabó encerrándose en su
habitación llorando e insultando a Reborn.-finalizó mientras
sonreía ante el recuerdo.
-¿Y al final accediste a que ese
hombre era tu padre y no Reborn?-preguntó el moreno para que esa
conversación tan agradable no terminara.
-Jejeje al final de esas vacaciones mi
padre me prometió que pasaríamos más tiempo juntos para que
empezara a verle como lo que era y no como a un desconocido. Yo no
estaba muy entusiasmado con la idea pero Reborn me dijo que lo
intentara y así lo hice. Aunque...
-¿Aunque?-preguntó para que siguiera.
-Aunque acepté que era mi padre yo
seguía queriendo mucho a Reborn por lo que algunas veces le llamaba
papá sin darme cuenta. Con el tiempo mi papá aceptó el que para mi
Reborn fuera mi oto-san ya que él no tenía la culpa de que yo le
quisiera tanto pero acabamos haciendo un trato los tres e incluso mi
madre estuvo de acuerdo con él.
-¿Qué clase de trato?-preguntó el
mayor. El castaño le miró un momento para luego volver la vista al
frente par seguir relatando.
-Bueno... quedamos que cuando mi padre
estuviera en casa pasaría el tiempo con él y le llamaría como tal,
pero cuando estuviera Reborn con nosotros yo podía llamarle Oto-san
si a mi padre le llamaba Pappa ya que él es italiano.
-¿Tu madre estaba de acuerdo con
ello?-preguntó algo extrañado.
-Si... Mi madre desde siempre vio el
cariño que yo le tenía a Reborn y estaba de acuerdo por que yo no
tenía a mi verdadero padre conmigo tanto como ella quisiera por lo
que aceptó el que yo le tratara como a mi padre. Cuando ya tenía la
edad suficiente ella estuvo de acuerdo con el trato por que mi padre
tenía derecho a que le quisiera como tal pero no iba a dejar que me
separaran de su hermano por que ella sabía que a mí no me sentaría
bien y si hubiera elegido me habría quedado con Reborn sin dudarlo.
Así que... con el tiempo acepté que Reborn no era mi padre pero
incluso ahora aunque, no lo sea verdaderamente, yo le sigo tratando
como tal.-finalizó el castaño con una gran y tierna sonrisa en el
rostro.
-Hmp. Nunca hubiese pensado que Reborn
sería... tan bueno con alguien.-murmuró el moreno.
-Jejejeje el que yo le quiera como a un
padre no significa que fuese la persona más cariñosa del
mundo.-comentó con algo de gracia el menor.- Cuando me hacía
estudiar era como un completo espartano y no le importaba nada el que
yo fuera familiar suyo pero, aún así me apoyó cuando le dije que
no iba a seguir con la empresa de mi padre que a mí me gustaría
ayudar a la gente.-dijo el ojimiel dulcemente.
-¿Y porqué no te hiciste policía
como él?-preguntó el mayor.
-Mmm... por que yo soy demasiado
amable. Me gusta confiar en los demás y no sería capaz de
desconfiar en las personas a mi alrededor. Además de que no sería
capaz de mirar las escenas de los crímenes y no ayudaría para nada,
más bien estorbaría.-respondió el castaño.
-Hmp. Si, se te nota el que eres
demasiado ingenuo.-comentó el moreno con una sonrisa de medio lado
en el rostro.
-Jejeje siempre me lo han dicho. Además
trabajando en el hospital puedo ayudar a todo tipo de personas y de
todas las edades pero, los que mas me gustan son los niños y las
personas mayores.-dijo con una gran sonrisa.
El mayor estaba a punto de preguntarle
algo cuando se oyó por megafonía el nombre del castaño
indicándole que se acercara a recepción, que le necesitaban. Con un
suspiro el castaño se levantó de su lugar dispuesto a irse y antes
de salir por la puerta se giró y le dedicó una dulce sonrisa al
mayor.
-Etto... si alguna vez necesita que le
curen o le ayuden en algo... no dude en llamarme.-dijo mientras se
acercaba al mayor y le daba un tierno y casto beso mientras se
sonrojaba y seguidamente se marchaba de allí.
El moreno se quedó algo sorprendido
por la acción del castaño pero rápidamente sonrió de lado, se
levantó y se marchó a su casa, sin dejar de pensar en el dulce
castaño. Al meter una de sus manos en el bolsillo de la chaqueta
notó que había algo en ella y al sacarlo se dio cuenta de que era
un trozo de papel en el que había escrito:
Sawada Tsunayoshi
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No
pudo evitar sonreír aún más mientras seguía caminando rumbo a su
departamento y volvía a guardar aquel trozo de papel en el
bolsillo de su chaqueta.
......Fin......
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