Rosas
Azules
-¡Pero Shinichi!-gritó
una joven castaña de unos 17 años.
-He dicho que
no.-respondió con voz neutra un joven también castaño de ojos
azules y de la misma edad que la chica.
-¡Es tu cumpleaños! ¡No
puedes quedarte aquí encerrado!-volvió a gritar la muchacha, pero
suspiró al ver como su amigo solo cruzaba las piernas y se acomodaba
todavía más en el mullido sillón en el cual se encontraba leyendo
tranquilamente, ignorando las palabras de la joven.
-Shinichi...por favor...
es tu cumpleaños número 18.... es algo importante y hay que
celebrarlo.... solo por esta vez....-rogó la joven mirándole con
ojos tristes y suplicantes.
El castaño la miró,
volvió su vista al libro y después de un par de minutos en
silencio, suspiró, cerró su pequeño entretenimiento y se levantó.
-Solo esta vez...-dijo
con voz derrotada.
La joven gritó feliz y
cogiéndole del brazo comenzó a arrastrarlo hacia la salida.
-¡Espera que coja mis
cosas por lo menos!-gritó el joven, pero solo pudo coger las llaves
de casa y el teléfono una vez pasaron rápidamente por el recibidor
de la casa, pues ella se negaba a soltarle, no fuese que él cambiase
de idea a último momento.
Suspiró aún más
resignado y dejó que ella le arrastrase a donde fuera que quisiera
pues realmente no había prestado atención cuando ella le dijo a
dónde quería llevarle. Caminaron durante unos cuantos minutos y
después pidieron un taxi. La castaña dio la dirección y el
vehículo comenzó su camino.
-¿Y dónde era que
íbamos?-preguntó a la vez que miraba por la ventana.
-No escuchaste cuando te
dije antes ¿verdad?-dijo frunciendo el ceño. Al ver la mirada de
“¿no es obvio?” de parte del chico suspiró.- Sonoko me dio
entradas para un espectáculo de magia. A ella le hubiera gustado ir,
pero como estaría fuera del país, decidió que yo podría
aprovecharlas.-le volvió a explicar.
-¿Magia? ¿Y desde
cuando me gusta a mi la magia Ran?-preguntó mirándole con una ceja
alzada.
-Sé que realmente no
crees en la magia pero... Sonoko dijo que el joven que pertenece a
esta compañía a sido muy elogiado y que seguramente hasta tú te
sorprenderías.-volvió a decirle.
Por no sabe cuanta vez,
el castaño suspiró y simplemente volteó a mirar el paisaje otra
vez, continuando así el camino en silencio.
Llegaron unos 20 minutos
después. La castaña le llevó hasta el teatro donde se celebraría
el evento y observó como una enorme fila de gente se concentraba en
la entrada. Frunció el ceño molesto, pensando que tendría que
hacer cola, y su amiga solo rió divertida.
-Tranquilo, esa cola es
para comprar entradas. Como nosotros ya las tenemos solo nos queda
entrar y sentarnos en nuestro lugar.-le explicó. El ceño del chico
volvió a fruncirse.
-¿A qué hora se supone
que empieza esto entonces?-preguntó molesto.
-Bueno.... en tres
cuartos de hora.-respondió bajito.
-¿¡Me vas hacer esperar
45 minutos!?-gritó enojado.
-Es que... no sabía
cuanto tardaría en convencerte de que vinieras así que.... decidí
ir con tiempo.-respondió haciendo pucheros.
El joven volvió a
suspirar y comenzó a caminar hacia la entrada mientras pensaba. Es
cierto lo que su amiga había dicho. Se presentó en su casa muy
pronto, a penas eran las 9 de la mañana, y había comenzado a
parlotear sobre algo a lo que él no prestó atención pues se
acababa de levantar y todavía no había tomado el elixir que le daba
la vida. Si, exactamente eso, su adorado e indispensable café.
Mientras él se preparaba su querida bebida, ella seguía hablando
sin parar. Cuando él acabó de desayunar, ella seguía hablando sin
descanso. Y después de cambiarse de ropa y sentarse en su biblioteca
personal, alias el despacho de su padre, a leer uno de su amados
libros de Sherlock Holmes, ella seguía hablando. No fue hasta que le
preguntó si aceptaba que la miró como dándose cuenta recién que
se encontraba allí. En ese momento su amiga suspiró frustrada y le
resumió lo que llevaba casi dos horas diciéndole. Una vez escuchó
vagamente algo sobre lo de celebrar su cumpleaños se había negado
sin dudarlo, pero al final había cedido, razón por la que ahora se
encontraba a punto de ver un espectáculo de magia.
Volvió a suspirar, por
sabe qué vez en esa mañana, y miró el reloj en su muñeca,
percatándose que llevaba ya 35 minutos pensando. Miró a su
alrededor confuso, dándose cuenta que ya estaba en su sitio sentado
y mucha más gente se encontraba sentada en sus respectivos lugares,
en ese enorme teatro. Miró ahora a su castaña amiga, la cual estaba
pendiente de su teléfono móvil, pero al sentir su mirada en ella
volteó a verle.
-¿Pasa algo?-preguntó
curiosa.
-No, nada.-respondió a
la vez que volvía su vista al escenario.
Sus asientos estaban en
un muy buen sitio: en el centro del lugar y en la tercera fila, lo
que permitía ver el escenario con mayor claridad. Sonrió, pensando
que seguro que conseguiría descubrir los trucos detrás de todo ese
montado y preparado espectáculo.
En ese momento salió una
joven, rubia de ojos jade y con un traje de conejita, la cual habló
por un micrófono que sostenía en su mano derecha.
-Muchas gracias por venir
a nuestro espectáculo de magia. En unos minutos comenzaremos por lo
que póngase cómodos en sus asientos y disfruten.-dijo con una
radiante sonrisa.
El público aplaudió
encantado y ella se retiró del escenario con paso tranquilo. En
cuanto volteó pudo observar la cola de conejo del traje moverse y
una leve risita se le escapó, ganándose una mirada confusa de su
acompañante.
-¿Qué te hace tanta
gracia?-preguntó en voz baja.
-Nada.... es solo que
saben cómo ganarse la atención del público, sobretodo de los
hombres.-comentó divertido.
-¿Por qué lo
dices?-volvió a preguntar.
-Bueno... usando a una
chica como esa junto a un traje tan provocador hace que
inmediatamente los hombres la miren. Por otra parte, seguro que ahora
saldrá un hombre de buen ver para que así las mujeres se queden
esperando ansiosas el que vuelva a salir alguien igual o más
guapo.-explicó sonriendo. Ella iba a protestar que eso no era así
pero en ese momento un hombre de unos veinte-i-tantos, moreno y de
ojos ámbar apareció en escena. La sonrisa del castaño se amplió y
ella también rió divertida al ver que su amigo tenía razón.
-Damas y caballeros.
Muchas gracias por haber venido. Nuestro primer artista hará un
espectáculo que les dejará con el corazón acelerado.-dijo con una
voz profunda y sedosa, ganándose el suspiro enamorado de muchas de
las jóvenes que se encontraban en el lugar.
Las risas de ambos amigos
volvieron a hacerse presente, menos mal que los aplausos de los
espectadores los disimularon. Así comenzó la función. Uno tras
uno, los artistas de aquella compañía hacían sus trucos, algunos
más complicados y vistosos que otros, y el castaño se encontró
intentando ver el truco de cada uno de ellos.
Se sintió orgulloso de
si mismo cuando fue capaz de resolver cada uno de ellos, ante la
mirada de su amiga que le recriminaba que lo divertido era no
saberlo. Pero no podían culparle. Era detective. Lo suyo era tener
mucha curiosidad y no aguantar los misterios. Pasaron casi dos horas
y por fin iba a salir el último de los artistas. La castaña estaba
emocionada pues ese era el chico del que tanto había hablado su
amiga y tenía mucha curiosidad por saber qué tan bueno era
realmente.
El ojiazul en cambio
estaba un poco cansado pues no creía que el joven fuese tan bueno
como decían. Además él había conseguido desenmascarar a los demás
artistas por lo que estaba seguro que este sería igual a ellos.
Entonces fue cuando pasó.
Un joven, de unos 17-18 años apareció en el escenario, tras una
cortina de humo. Iba vestido con un traje negro a juego con una
camisa morada que le quedaban a la perfección pues se veía
realmente atractivo. Pero lo que más llamó la atención del castaño
fue el rostro del joven. También era castaño, pero este estaba
revuelto no como el suyo, y de unos ojos azul eléctrico. Por un
momento pensó que podrían ser gemelos, por el parecido, pero sabía
que era hijo único. Le causó algo de gracia el hecho que su amiga
pensase lo mismo, pues se lo acababa de decir, pero sus ojos no se
despegaron del joven. La sonrisa de este en el escenario era
espléndida, mirando a todo el público comenzó con su espectáculo.
En ese momento el joven
detective permaneció mirando todos los movimientos del contrario,
sin intentar ver a través de los trucos, su mente solo podía pensar
en ese joven que le había dejado perplejo y con el corazón latiendo
acelerado. Un par de minutos después la castaña le preguntó si
había averiguado el truco, curiosa, pues para ese momento, en las
actuaciones anteriores, el castaño ya había dicho cual era, pero en
esta ocasión solo recibió una mirada confusa.
Ahí se percató del
estado de su amigo y rió divertida, burlándose que el joven mago
había conseguido hacerle perder la cabeza por un momento. Este
suspiró enojado y volvió su atención al chico del escenario,
intentando ver, ahora si, a través de lo que hacía. Sus intentos
fueron en vano pues no logró dilucidar cual era el truco detrás de
todas aquellas acciones. Para cuando se percató este ya iba por su
último número.
Suspiró derrotado y, en
el fondo algo desilusionado por pensar que esto acabaría, decidió
disfrutar lo que quedaba. Ahí es cuando se sorprendió al ver unos
ojos azules frente suyo, a penas unos centímetros de los suyos. Su
cara seguro debió ser muy graciosa pues el contrario sonrió y le
tendió la mano.
-¿Me haría el favor de
ser mi ayudante en este mi último truco?-preguntó en voz alta y
clara para todos los espectadores.
El castaño dudó unos
instantes pero decidió tomar la mano que le era ofrecida. Momentos
después se encontraba sobre el escenario, siendo observado por unas
cien personas. Puso su cara impasible de siempre y esperó a ver qué
pasaba.
Al principio pensó que
sería un simple truco de cartas, pues el joven mago le ofreció una
baraja, pero se equivocó garrafalmente. En cuanto su mano cogió una
de ellas fue envuelto en un humo rosa y cuando este se disipó se
encontraba vestido con la ropa de la reina de bastos. El público
aplaudió pero él miró molesto al mago. Este solo le sonrió y
guiñó un ojo divertido para a continuación pedirle que escogiera
un número del 1 al 20 y un color. No entendió para qué pero lo
hizo. El 4 y el azul, fueron los escogidos, y en ese momento notó
algo en su cabello. Con su mano lo alcanzó y se ruborizó al
observar una rosa azul. Entonces oyó el grito de emoción de las
chicas del lugar y dirigió su mirada hacia su vestido. En la zona
del pecho un broche en forma de rosa junto a un zafiro azul podía
vislumbrarse junto a un collar y una pulsera en su mano izquierda a
juego. El rubor aumentó y miró al chico sin saber que hacer. La
sonrisa de este se ensanchó y procedió a lo último de aquel
número. Pidió al público que aplaudiera cuatro veces seguidas en
cuanto él contase a tres. En cuanto esto se llevó a cabo el castaño
fue envuelto de nuevo por humo, blanco en esta ocasión, y lo que
pasó a continuación le dejó perplejo.
El joven mago se
encontraba hincado sobre una rodilla mientras sostenía su mano
izquierda, donde pudo observar un precioso anillo de diamantes con un
zafiro en el centro. Ahí es cuando se percató que su vestuario
había cambiado otra vez. Su antes vestido rojo con negro, de época
feudal, era ahora un precioso vestido blando con algunos volantes,
sin tirantes, y sus antes negros guantes eran de un puro color blanco
con encaje. Su rubor aumentó a niveles insospechados. Novia.....
llevaba un vestido de novia.....
El mago volvió a sonreír
y después de besar fugazmente la mano que sostenía se levantó y
pidió un aplauso para el joven que había accedido a ayudarle.
Lo siguiente de lo que el
detective fue consciente fue de los aplausos de los espectadores y, a
continuación, ya se encontraba en la salida del teatro junto a su
amiga. Y por supuesto que con sus ropas normales.
-Eso fue impresionante
Shinichi ¿verdad?-le dijo ella emocionada mientras caminaba por la
calle junto a su amigo. Este solo asintió sin salir de su estupor.
Por suerte su rubor había desaparecido por completo, pero no su
vergüenza. Nunca hubiera imaginado que pasaría algo como aquello.
Suspiró para tranquilizar a su agitado corazón, el cual seguía
latiendo desvocadamente al recordar la sonrisa, mirada y tacto del
joven mago. ¡Maldita sea! Se había interesado en alguien del cual
no sabía ni el nombre. Gruñó en frustración y su amiga le miró
con una sonrisa y ojos cálidos.
-Tranquilo Shin... seguro
que lo vuelves a ver ¿nee?-le dijo para animarle. Él solo la miró
y sonrió cálidamente a su amiga. Le sorprendía que ella aceptase
tan fácilmente el hecho de que se hubiese interesado por otro
hombre, sobretodo uno que se parece a sí mismo, pero no dijo nada.
Le agradecía su silencioso apoyo, pues estaba algo nervioso por ese
tema. No solo es el que le guste alguien de su mismo sexo, sino
también está el hecho de que es la primera persona que le causa
tanta impresión. No estaba muy seguro de qué debería hacer en ese
momento.
Decidió no pensar más
en el tema y caminó junto a su castaña amiga hacia un restaurante
cercano al teatro. Eran las dos pasadas del mediodía y ambos tenían
hambre así que no se hicieron de rogar.
Entraron y pidieron lo
que les apeteció del menú. Una vez les sirvieron y mientras comían
y hablaban amenamente sobre trivialidades un anuncio en la televisión
del local llamó su atención.
Ahí aparecía el tío de
Sonoko, un hombre mayor, rico y excéntrico, que desafiaba al ladrón
Kaito Kid a que robase una joya preciosa que el hombre acababa de
conseguir. Ambos jóvenes se miraron y suspiraron divertidos. Ese
hombre nunca cambiaría. Pero la verdad es que era divertido ver
cuánto se esforzaba por llamar la atención del ladrón y los planes
estúpidos y descabellados que ideaba junto al departamento policial,
los cuales nunca surtían efecto.
Siguieron comiendo y
platicando, ahora sobre lo que creían que planeaba el viejo, cuando
el móvil del castaño vibró.
Lo sacó y vio que había
recibido un mensaje de su amigo Saguru. Este era otro detective al
cual le fascinaban las novelas de Doile y que habían coincidido un
par de años atrás, en una convención sobre el amado personaje al
que ambos idolatraban. Se llevaron bien en seguida y de tanto en
tanto se ponían en contacto el uno con el otro.
Sonrió al ver el mensaje
y al ver la mirada curiosa de la castaña se lo enseñó.
Oye, Shinichi, ¿por
qué no vienes al robo de Kid de esta noche?
Sé que es tu
cumpleaños y te vendría bien despejar
la cabeza, sobretodo
después de todos los casos que has resuelto esta semana.
Además estoy harto de
las estupideces del Inspector, que se
niega en hacer caso a
lo que le dicen los demás.
Negó con la cabeza
divertido y pensó que tal vez sería interesante ir. Le habían
invitado hace un par de meses, pero se produjo un caso de triple
asesinato al otro lado de la ciudad y tuvo que hacerse cargo.
Bueno... sonrió al pensar que esta vez sin importar qué asistiría
al robo de tan afamado ladrón internacional. Después de todo, como
dijo su amigo, era su cumpleaños y se merecía un descanso de tantos
asesinos y muertos.
Mandó un mensaje
aceptando la oferta y quedó con el joven que se encontrarían en el
hotel donde se llevaría a cabo el robo una hora antes de que este se
produjera.
Sin más siguió pasando
el día con su amiga hasta que marcaron las ocho de la noche, donde
se dirigió al lugar acordado con una media sonrisa en el rostro.
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-¡Oye Kaito!-gritó una
rubia acercándose al joven en cuestión.
-¿Mmm?-respondió
mientras seguía guardando sus cosas en la maleta.
-¿Porqué sacaste a un
chico en ese número? Pensé que usarías a una mujer.... después de
todo era un número muy lindo y....
-Le saqué porque quise.
Además era la primera vez que lo hacía y no creo volver a
hacerlo.-la interrumpió. Sonrió al recordar lo lindo que se veía
el castaño con el vestido y ese sonrojo solo lo había mejorado
todo. Ella frunció el ceño algo molesta. Estaba claro que quería
haber sido su ayudante en ese truco.
-¿Por qué?-preguntó
ella enojada.
-Eso no te
incumbe.-respondió mientras volvía a sonreír de lado al recordar
la linda cara sonrojada de ese castaño.
Terminó de recoger sus
cosas y salió de allí, ignorando las quejas de la muchacha. Frunció
un poco el ceño al recordar que no sabía el nombre del joven que le
había llamado la atención desde que lo vio desde el escenario.
Suspiró frustrado y caminó en dirección a donde le esperaba Jii.
De camino allí miró la vidriera de un restaurante y reconoció la
cabellera castaña del joven que le había llamado la atención
antes. Mandó un rápido mensaje a Jii sobre que comería allí y
podía irse y después entró al local.
Cuando por fin dio su
orden, observó al castaño. Estaba hablando tranquilamente con una
joven muy linda y aquello le molestó. Su ceño se frunció al
instante y chistó la lengua frustrado, pues no estaba lo
suficientemente cerca como para oír lo que decían.
En ese momento un anuncio
en la televisión le hizo mirar hacia la pantalla y sonrió divertido
al ver el desafío del viejo Suzuki. Ya sabía que haría algo como
aquello así que no tenía problemas en preparar algo para aquella
noche. Solo tenía que esperar a que Jii enviase la nota de aviso, lo
cual haría en ese mismo momento, seguramente. Volteó otra vez al
castaño y le vio negando con la cabeza divertido junto a la joven.
Harto de no saber qué pasaba, se acercó y pasó rápidamente,
dejando caer un pequeño micrófono debajo de la mesa de estos dos.
Lo hizo lo suficientemente rápido como para que ninguno de los dos
notase su presencia.
Volvió a su mesa y
activando el pequeño aparato comenzó a escuchar, haciendo como que
miraba el móvil con interés.
-¿Qué crees que hará
Shinichi?-oyó la voz de la joven. Sonrió al conocer por fin el
nombre del chico.
-No sé.... ese hombre es
realmente cabezón. Solo sé que ninguna de sus ideas funcionará,
son demasiado estúpidas.-oyó ahora al chico. Su sonrisa se amplió
al saber que este pensaba igual que él.
-Ya pero...-calló y él
miró en dirección a los chicos, observando como él miraba su móvil
con una sonrisa. Le enseñó el mensaje a su acompañante y esta
también sonrió.
-¿Vas a ir?-preguntó
ella.
-Creo que si. Parece
interesante y hace bastante que no le veo.-respondió sonriendo.
-Vaya... bueno supongo
que es mejor a que te quedes en casa. No después de lo que me ha
costado sacarte de esta.-dijo ella divertida.
-Si bueno.... todavía
puedo cambiar de opinión.-comentó divertido.
-Ni se te ocurra. Tienes
que acabar de celebrar tu cumpleaños como dios manda.-dijo ella
mirándole fijamente.
-¿Y como se supone que
es esa manera?-cuestionó él sin inmutarse por la mirada penetrante
de la joven.
-No lo sé, pero tiene
que haber algo más divertido que quedarte en casa todo el día
leyendo.-respondió.
-Mmm... teniendo en
cuenta que me la paso rodeado de asesinos y muertos, creo que me
merezco el estar tranquilamente leyendo en la soledad de mi
casa.-dijo refunfuñando. Aquello llamó la atención del mago que
dejó de lado la conversación de los chicos para buscar con su móvil
“detective Shinichi”. Una vez salió la pantalla observó con
asombro la cantidad de noticias sobre el joven detective y todos los
casos que había resuelto. Volvió a mirar en su dirección y con una
sonrisa que expresaba los conflictos internos que estaba sufriendo en
ese mismo instante, pagó la cuenta y se marchó. Menos mal que había
estado comiendo mientras escuchaba porque sino habría dejado la
comida sin tocar. Mientras caminaba pensando en todo lo que había
pasado en tan poco tiempo, apretó un botón en su móvil que haría
polvo el pequeño micrófono del restaurante, pues no quería dejar
constancia de lo que había estado haciendo.
Sin más decidió aparcar
sus pensamientos sobre cierto castaño y centrarse en el robo de
aquella noche.
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Llegó justo a la hora
indicada y miró los alrededores en busca de su amigo. Lo encontró
inmediatamente justo en la entrada del edificio, discutiendo con un
hombre de mediana edad. Se acercó curioso y le llamó para que
voltease.
-¡Oye, Saguru!-dijo
mirándole con tranquilidad. El mencionado volteó y sonrió al
verle.
-Shinichi.... justo a
tiempo.-le saludó de vuelta.
-¿Y este quién
es?-preguntó el hombre con el ceño fruncido.
-Inspector... este es el
joven del que le hablaba. Kudo Shinichi.-le presentó y el castaño
solo asintió a forma de saludo.
-Lo que faltaba... otro
mocoso irrumpiendo en mi caso.-refunfuñó para si el inspector.
El castaño solo alzó
una ceja, pues había escuchado el murmullo del hombre mientras se
alejaba. Miró pidiendo una explicación a su amigo y este solo
suspiró y negó con la cabeza. Comprendió y no dijo nada sobre
ello.
Sin más caminaron y se
adentraron en el lujoso edificio que sería el lugar del robo de ese
día. Ambos hablaron y especularon sobre lo que pasaría y para
cuando fueron conscientes la hora había llegado. Eran las 21 horas y
Kid se encontraba haciendo su discurso de presentación.
Sonrió pues aquello
parecía una función. Un entretenimiento para el público. Y a él
le apetecía participar en ese divertido e entretenido juego.
Durante toda la
persecución no se dejó ver por el joven mago. Le parecía divertido
observar como todo el cuerpo policial iba tras el mago, pero no
lograban cogerle, pues este siempre tenía algo planeado para
pararles. Les vio en el suelo a causa de botellas de humo, redes,
sustancias pegajosas que les dejaban pegados al suelo o la pared....
soltó una risita cuando vio a su amigo cubierto de pintura rosa
gritar enojado al mago, pues también había acabado pegado a una de
las paredes del lugar. Negó con la cabeza divertido. Definitivamente
no se arrepentía de haber asistido al robo. Había sido mucho más
divertido de lo que había imaginado en un comienzo. Con paso
tranquilo caminó hacia las escaleras que conducían a la azotea,
pues sabía con certeza que el mago se encontraría allí. No
entendía como el inspector y su amigo no lo sabían ya, después de
todo, Kid siempre se dirigía allí después del robo. No sabía para
qué, pero siempre lo hacía.
Llegó a la azotea y
abrió la puerta con cuidado para que el contrario no se percatase de
su presencia. Pero en ese momento su corazón palpitó con fuerza.
Allí, bajo la luz de la luna, pudo distinguir la figura de la
persona que horas antes ese mismo día, le había llamado la atención
de forma tan profunda.
Sin darse cuenta la
puerta se cerró detrás suyo a causa de un golpe de aire,
ocasionando que produjera un gran estruendo. Fue ahí cuando el mago
volteó y el castaño pudo observar una leve expresión de sorpresa,
que fue rápidamente reemplazada por su habitual cara de póquer. Al
parecer... el joven de blanco también le había reconocido.
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Para el mago siempre era
divertido burlarse de la policía. Estos se jactaban de que sus
planes eran perfectos y que le atraparían, pero sus trucos siempre
eran más avanzados y por lo tanto nunca lograban llegar a él. El
hecho de ver al padre de su mejor amiga gritarle frustrado y enojado
cuando una de sus trampas le dejaba en evidencia, era lo más
satisfactorio para el mago.
Se dirigió con rapidez a
la azotea. Todavía no podía creer que ninguno de los presentes que
se hacían llamar sus persecutores, se hubiesen dado cuenta de que
ese ere el lugar donde siempre se dirigía después de la función.
Rió aún más divertido al observar al novio de su mejor amiga
gritarle también enojado cuando uno de sus trucos le convirtió en
un gran polo de color rosa.
Llegó sin problemas e
hizo lo que siempre hacía. Alzó la joya y la observó a contra luz
de la luna. Chistó la lengua al ver que esta tampoco era lo que
buscaba. Empezaba a creer que nunca lograría encontrar a Pandora.
Cuando iba a saltar para irse volando, como era su costumbre, oyó el
fuerte ruido de la puerta al cerrarse. Se extrañó, pues estaba
seguro que nadie podría haber llegado allí, no si estaban pegados
con su mezcla especial. Giró a ver quien era y no pudo disimular la
expresión de sorpresa que se formó en su rostro. Por suerte mantuvo
la compostura rápidamente y volvió a su rostro impasible. Allí
estaba él. El joven detective que le había llamado la atención
horas antes. Observó fijamente al castaño sin moverse, analizando
la expresión de este y templó al percatarse de que el contrario
hacía lo mismo. Sabía que era imposible que este le hubiese
reconocido, pero una parte suya quiso creer que sí. Pues eso
significaría que el joven estaba interesado en él. Cierto que ese
hecho le acarrearía problemas, pero no pudo evitar sentir un deje de
felicidad ante el pensamiento.
-Vaya, vaya.... no sabía
que tenía un nuevo persecutor.-dijo con su mejor voz de burla. El
castaño frunció el ceño y caminó hasta él. Paró solo al tenerle
frente suyo, mirándole a los ojos.
-Eso es porque no lo soy.
No me interesa atrapar a un ladrón.-comentó y sonrió de lado al
ver la ligera expresión de duda en el rostro ajeno.
-¿Entonces porqué estás
aquí, Meitantei?-preguntó curioso. Gustándole la sonrisa del
contrario y, por ello, sonriendo también de lado.
-Por que quería pasarla
bien en un día tan señalado como hoy.-respondió como si nada, al
tiempo que se alejaba del mago y se recargaba en la barandilla del
lugar, mirando la luna.
-Interesante... ¿y qué
sucede hoy que sea merecedor de una celebración?-volvió a preguntar
el mago, pero quedándose en su lugar, mirando la espalda del
detective.
-Bueno... un cumpleaños
es algo que hay que celebrar. O al menos eso me han estado
insistiendo en todo el día.-respondió volteando ligeramente para
sonreírle.
-Vaya... ¿es el
cumpleaños del detective? ¿Y cuantos cumple si puedo
saber?-cuestionó a la vez que se acercaba al contrario.
-18.-dijo escuetamente,
mirándole fijamente otra vez.
-Mmm... pues eso si
merece celebración..... espero que haya disfrutado del espectáculo,
pues no tengo un regalo que darle.-dijo con voz divertida, parándose
frente al joven, como él había hecho anteriormente.
-Me gustaría pedir algo.
Después de todo no creo que el gran Kaito Kid tenga problemas en
cumplir un pequeño capricho mío.-dijo el castaño con cierto brillo
de emoción en los ojos.
-Si va a pedir que me
entregue temo decir que mi respuesta no será afirmativa.-dijo con
voz algo molesta el mago.
-No es nada de eso. En
realidad es algo muy sencillo.-dijo entretenido al ver el enojo del
contrario.
-¿A sí? ¿Qué es
entonces?-preguntó pero lo único que recibió como respuesta fue un
calor sobre sus labios.
Tardó unos segundos en
asimilar que el castaño le estaba besando y antes de que pudiera
corresponderle se vio a sí mismo siendo empujado por este y cayendo
del edificio. Aturdido vio el rostro del castaño sonreírle viendo
como su persona caía. Frunció el ceño y desplegó su fiel
compañero, volando. Pensó que el castaño se sentiría frustrado al
ver su jugada siendo frustrada, pero entonces lo vio. Un grupo de
policías, los pocos que habían salido ilesos de sus trucos, habían
llegado a la azotea.
La sonrisa volvió a sus
labios, pues el castaño no le había besado para distraerlo, sino
porque quería hacerlo. Sin más se alejó de allí, manteniendo en
su mente el brillo de los ojos ajenos y su sonrisa.
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Llegó a su casa sobre
las 12 menos cuarto. Después de que Kid se marchase estuvo ayudando
a limpiar el lugar del robo y a despegar a los agentes de las paredes
y suelos. Sonrió divertido al recordar la cara de enfado de su amigo
cuando le dijeron que tardaría unos días en poder sacarse todo ese
tinte rosa del cuerpo. El robo había sido realmente divertido, al
igual que ver la frustración de esos necios hombres, pero lo único
que no le gustó fue que el beso con el mago hubiese durado tan poco.
Cuando iba a pedirle que le besara, pues no tenía intención de
obligarle ya que no sabía si el contrario sentía lo mismo por él o
no, oyó a los policías acercándose al lugar.
Así fue como acabó
dándole un beso fugaz para después empujarlo hacia la barandilla,
ocasionando que cayera. No estaba preocupado pues sabía que Kid
siempre estaba preparado para salir volando en cualquier momento, y
no le defraudó cuando le vio irse tranquilamente.
Suspiró algo
desilusionado pues al final no había averiguado ni el nombre del
joven mago, ni si a este la había interesado su persona.
Vio el reloj de su sala y
decidió que se marcharía a dormir. Quedaba poco para las doce y
tenía un nuevo caso que atender a la mañana siguiente. En realidad
le habían llamado para pedirle que fuese nada más acabar el robo,
pero tuvieron consideración y le permitieron pasar lo que restaba de
cumpleaños en su casa. Subió con tranquilidad los peldaños y
caminó hasta su cuarto, sin dejar de pensar en el joven mago de
blanco. Nunca pensó averiguar que era la misma persona que lo había
sacado al escenario ese mismo medio día. Al verle pensó que lo
confundía, pero al acercarse y oírle hablar se percató que no era
así. Kaito Kid y el mago del que se había enamorado eran la misma
persona. Gruñó y maldijo entre dientes a todos los dioses qué
parecían divertirse de lo lindo con él.
Sin más abrió la puerta
de su cuarto, resignándose a no volver a ver al mago, a menos que
tuviese la ocasión de asistir a otro robo, lo cual era improbable
pues parecía que los asesinos disfrutaban de fastidiar sus planes.
Una ráfaga de aire le
hizo salir de sus pensamientos y maldiciones contra medio mundo.
Abrió lo ojos y miró en dirección a la ventana de su cuarto la
cual se encontraba abierta. No recordaba haberla dejado así, pero
tampoco podría asegurarlo al cien por cien. Suspiró y caminó a
cerrarla y fue entonces que un leve olor le hizo voltear a la cama.
Abrió lo ojos como platos al observar un enorme ramo de rosas azules
sobre su cama.
Se acercó con cautela,
pues esperaba que aquello fuese una broma, un sueño o una trampa,
pero como nada pasó decidió sentarse sobre el mullido colchón.
Observó las flores minuciosamente, con sospecha, pero a la vez una
ligera y cálida sonrisa se dejó ver en su sonrojado rostro. Una
pequeña nota estaba entre las rosas y la cogió con el corazón
latiendo a mil.
Se que es un poco
tarde, pero quería darte algo por tu cumpleaños.
Espero que te gusten
tanto como a mi
me gustó tu beso,
aunque espero que la próxima vez sea más duradero. (;
PD: Si te preguntas
porqué estoy tan seguro de que habrá
próxima vez es porque
soy un ladrón,
y tengo como meta no
solo robar tu corazón, sino todo tu ser.
Atte: Kuroba Kaito.
Lo sonrisa del rostro
ajeno junto al sonrojo aumentaron de tamaño e intensidad.
-Kuroba....Kaito....-susurró
y rió algo divertido.-Creo.... que le debo las gracias no solo a Ran
y Saguru.... sino también a Sonoko, pues hoy a sido el mejor
cumpleaños de mi vida.-murmuró para si Shinichi en el mismo momento
en que el reloj marcaba las 12 de la noche. Oficialmente, su
aniversario había terminado, pero los recuerdos de ese día, no los
olvidaría jamás.
......Fin......
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