If
I die young
La pelea por decidir a
los nuevos arcobalenos había terminado y todo había vuelto a la
normalidad en la tranquila y pacífica Namimori. Bueno, todo lo
tranquila y pacífica que podía ser teniendo a una familia de
mafiosos viviendo allí y siendo el centro de los problemas.
El castaño se levantó
apresuradamente y corrió hacia la salida en dirección a la escuela
después de comprobar que su tutor había vuelto a apagar su
despertador e iba a llegar tarde otra vez a la escuela. Corrió y
mientras comenzó a recordar ese año que había pasado junto a su
tutor, amigos y guardianes. Por mucho que quisiese negarlo había
sido un muy buen año, a pesar de las constantes peleas en las que se
habían visto envueltos. Realmente había comenzado a considerar el
hecho de convertirse en el décimo, pero una parte de él seguía
sintiendo miedo.
Miedo de perder a las
personas importantes en su vida. No por su propia muerte sino por el
hecho de que estos podrían morir por protegerle. Morir no le
asustaba tanto como el ver a sus amigos y familiares morir ante sus
ojos. De eso se dio cuenta cuando pelearon contra Bermuda. Él no era
lo suficientemente fuerte como para protegerlos a todos y se asustó
cuando les vio tan malheridos.
Cierto que ahora todos
estaban bien. La mayoría ya habían salido del hospital y otros
seguían allí, pero ya mucho más recuperados.
Sonrió al recordar que a
pesar de estar tan heridos se pelearon entre ellos en el hospital.
Sin darse cuenta, chocó contra alguien y cayó al suelo.
-¿Llegando tarde
herbívoro?-preguntó una voz muy conocida para él. Con miedo y
nerviosismo subió la mirada hasta posarla sobre los ojos
grises/azules metalizados del contrario.
-Ehh.... hai....-susurró
sonrojándose y bajando la mirada al suelo otra vez. No sabía
porqué, pero desde la batalla en el futuro se sentía nervioso cerca
del mayor. No por miedo sino por otra razón que no sabía deducir.
Lo único que tenía claro es que quien le daba más miedo ver morir
era a la persona que ahora mismo tenía en frente y le miraba entre
divertido y enojado.
-Oohh.... pues sígueme a
mi despacho para ver tu castigo.-comentó con voz neutra mientras
giraba y comenzaba a caminar sin esperar al contrario.
El castaño se levantó
apresurado y sin responder ni replicar siguió al mayor hacia lo que
sería su visita al infierno. Le oyó rechistar con la lengua y
mirarle de reojo, pero él solo agachó la cabeza sintiendo sus
mejillas arder. Sus piernas habían comenzado a temblar, pero era una
mezcla de nerviosismo y emoción. Lo cual le confundía porque ¿quién
se emocionaba por ser castigado? Nadie en absoluto. Pero fue al
llegar frente a la puerta y ver como el mayor la abría para dejarle
pasar primero que lo comprendió. No estaba emocionado por el
castigo, sino por el hecho de que pasaría algo de tiempo a solas con
el moreno. Se mordió el labio más nervioso si es que cabía y dudó
en si entrar o no, pero al ver al mayor levantar un ceja, esperando a
que pasara, lo hizo con rapidez oyéndole a él pasar y cerrar la
puerta a sus espaldas.
El moreno caminó hasta
la silla tras el escritorio y le hizo una seña para que se sentara
en el sofá de la sala. El castaño obedeció sin decir una sola
palabra y le miró esperando el veredicto.
-¿Qué debería hacer
contigo? Podría morderte hasta la muerte, pero hoy no tengo muchas
ganas de eso....-comentó el moreno, sorprendiendo al menor por sus
palabras. ¿Un día en que el mayor no quería morder hasta la muerte
a alguien?
-¿Se encuentra bien
Hibari-san?-preguntó sin percatarse el menor. Su preocupación
notoria en sus ojos miel.
-¿Por qué la pregunta
herbívoro?-cuestionó a su vez el mayor sin comprender.
-Es que.... ha dicho que
no tiene ganas de golpearme y.... usted siempre tiene ganas de
hacerlo. Incluso aquella vez cuando compartimos habitación en el
hospital y usted estaba con una gran fiebre no se reprimió en
hacerlo.-respondió quedamente y sin mirarle a los ojos.
El moreno lo pensó y se
dio cuenta que era totalmente cierto. Nunca había perdido la
oportunidad de morder hasta la muerte al herbívoro que tenía
enfrente si la ocasión lo ameritaba. Y ciertamente el hecho de
llegar tarde era una de esas ocasiones. Frunció el ceño pues aunque
tenía lógica lo que el menor decía, él seguía sin tener ganas de
golpearle. Pelear si, pues el herbívoro se había vuelto
considerablemente fuerte y una buena pelea siempre le animaba, pero
no tenía ganas de golpearle porque si. Miró al pequeño chico
delante suyo y se percató que este no le miraba y parecía
revolverse algo incómodo. Le molestó pensar que no le gustaba estar
en el mismo lugar que su persona. Siempre le veía junto a los demás
herbívoros reírse y pasárselo bien, pero era llegar él y comenzar
a temblar. En un principio eso le gustaba pues demostraba que era más
fuerte que el pequeño, pero por alguna razón que no entendía ahora
mismo eso le molestaba.
-¿Estás incómodo
herbívoro?-preguntó sin poder evitarlo. Este le miró sorprendido,
pero rápidamente volvió el rostro hacia el otro lado.
-N-no es... eso. Solo
pensaba....a-algunas cosas....-respondió flojo y entre tartamudeos.
Suspiró y se levantó de su silla para caminar y sentarse al lado
del menor. Este dio un pequeño salto sorprendido, pero no dijo nada
ni se alejó.
-Vas a ayudarme con
algunas cosas.-dijo el moreno mirando las reacciones del castaño.
-¿Qué cosas?-preguntó
mirándole de reojo nervioso.
-Mmm.... primero
limpiarás todas las aulas que te diga después de clase. Eso será
hoy y mañana ya veré.-respondió tranquilamente.
-¿Cuantos días durará
mi castigo?-preguntó el ojimiel ya más tranquilo.
-No lo sé. Depende de
qué tan bien hagas tu trabajo.-respondió mirándole con una
imperceptible media sonrisa. El castaño se sonrojó y se levantó
apresuradamente.
-Emm.... ¿quiere un té
antes de que vaya a clase?-cuestionó nervioso. El mayor levantó una
ceja y miró el reloj de pared. Llevaban casi media hora hablando y
en unos minutos sonaría la campana de segunda hora. Asintió y se
acomodó en el sofá viendo al menor ir hacia la pequeña cocina del
lugar y comenzar a calentar el agua en la tetera.
Por alguna razón la
presencia del ojimiel no le molestaba tanto como antes. Peor aún,
incluso le gustaría pasar más tiempo con él. No sabía porqué,
simplemente era reconfortante el estar junto a él. Pero eso nunca lo
diría en voz alta.
-Hibari-san....
Hibari-san..... ¡Hibari-san!-salió de sus pensamientos al oír el
grito del contrario.
-No grites
herbívoro.-respondió frunciendo el ceño ganándose un lindo
puchero por parte del otro.
-Pero.... le pregunté
varias veces qué tipo de té prefería, pero no respondió.-se quejó
sin dejar el puchero de lado. El moreno sonrió de medio lado ante la
visión.
-El que sea está
bien.-respondió y cuando el menor asintió y se giró para seguir
con lo suyo volvió a pensar en sus cosas.
“¿Acabo de pensar que
el herbívoro es lindo?” se preguntó a si mismo. Eso nunca le
había pasado. Reconocía cuando alguna chica era bonita, pero nunca
le había dado importancia a lo de buscar pareja. Él no necesitaba a
alguien débil a su lado que se pasara todo el día con “¿donde
estabas?”, “¿te parece linda mi ropa?”, “¿vamos al cine?”
y todas esas cosas entre parejas. Además tenía muy bien controladas
sus hormonas y no sentía la necesidad de aparearse con nadie. Al
menos hasta hace unos momento cuando pensó que no le importaría
seguir en compañía del herbívoro y mucho menos si era en una cama
ellos solos.
Una taza de té en su
campo de visión le distrajo de su línea de pensamientos. La cogió
y probó el contenido sorprendiéndose. Normalmente era muy estricto
en cuanto al té, pero debía reconocer que ese sabía maravilloso.
Una media sonrisa apareció en su rostro y observó como el menor se
sonrojaba y sonreía contento. Al parecer había conseguido ver la
satisfacción en el rostro del moreno.
El timbré sonó y el
castaño se apresuró en salir e irse a su salón, diciendo que
volvería al finalizar las clases para cumplir con su castigo. Al
verlo salir por la puerta el ojigris se preguntó si debería pedirle
que le preparara otra taza más a menudo. Su sonrisa aumentó al
decidir que sí. Se lo pediría es misma tarde.
18////27////18////27////18////27/////18/////27////18/////27////18////27////18////27////18///27///18////27
Las clases pasaron
aburridas y eternas para cierto castaño que estaba impaciente por
que acabaran e ir donde el moreno. Todavía no entendía que era lo
que sentía por el mayor, pero estando junto a él esa mañana y ver
la sonrisa de este al probar su té una sensación cálida se había
instalado en su pecho, haciéndole sonrojar y sonreír. Se sentía
bien saber que algo que él había hecho hizo sonreír al estoico
prefecto.
Por fin el timbre sonó y
disculpándose con sus amigos salió apresurado en dirección al
salón del comité disciplinario. Al llegar recuperó el aliento que
había perdido al correr hasta allí y se sonrojó al percatarse de
lo impaciente que se encontraba. Paró para tranquilizarse y llamó a
la puerta.
-Adelante.-oyó y sin
esperar abrió la puerta.
-Con permiso.-dijo al
entrar al lugar viendo al moreno sentado en su silla tras el
escritorio y a Kusakabe reportando algo.
Hizo una reverencia y se
sentó en el sofá a esperar a qué acabaran, pues el moreno se lo
había indicado. Unos minutos más tarde oyó al mayor suspirar y al
mirar en su dirección se estaba acomodando en el respaldo mientras
se frotaba la sien cansado.
Sin pensarlo se levantó
del sofá y caminó hasta la pequeña cocina. Notó las miradas
curiosas de los otros dos hombres, pero no dijo nada. Poco después
caminó con una taza de té que le ofreció al moreno. Su madre le
había enseñado que cuando alguien está cansado tomarse un té
siempre ayuda a relajarse un poco. El vicepresidente le miró
sorprendido y preocupado. Iba a decirle algo cuando soltó una
exclamación de sorpresa al ver a su jefe aceptar la taza y beberla
tranquilamente.
-¿Qué?-le preguntó y
solo negó con la cabeza.
-Nada Kyo-san.... solo me
sorprendió que aceptara.-murmuró avergonzado. Después de todo su
jefe era muy estricto con lo que bebía y comía, así que era normal
sorprenderse.
El castaño le miró sin
entender y con curiosidad por lo que solo negó y le sonrió
restándole importancia.
-Herbívoro.-llamó la
atención de ambos que giraron a verle y suspiró.-El
castaño.-especificó.
-Dígame.-respondió
mirándole con sus lindos ojos miel. “Deja de pensar esas cosas”
se recriminó mentalmente el moreno al darse cuenta de que volvía a
pensar que el castaño era lindo.
-Estas son las aulas que
tienes que limpiar.-dijo al tiempo en que le extendía una hoja de
papel. El ojimiel la tomó y después de leerla suspiró aliviado. No
eran tantas como había imaginado en un principio, pero tampoco eran
pocas. Le llevaría como mínimo un par o tres de horas.
-De acuerdo.-dijo
sonriéndole al mayor.-Con permiso Hibari-san, Kusakabe-san.-se
despidió para comenzar con la tarea encomendada.
El moreno sonrió de lado
después de ver la sonrisa del contrario. Había algo en aquella
sonrisa que realmente le gustaba. Probablemente por la persona que la
daba. El otro moreno no dijo nada al ver la expresión de su siempre
estoico jefe. Comenzaba a comprender lo que pasaba por la mente de
este y de cierta forma se sentía feliz de saber que este comenzaba a
sentir afecto por otro ser humano.
Continuaron con la
reunión y entonces se retiró a su casa, dejando al mayor acabando
de firmar, aprobar o rechazar papeles y solicitudes.
18////27////18////27////18////27/////18/////27////18/////27////18////27////18////27////18///27///18////27
Como había calculado en
un principio. Había necesitado dos horas y media para limpiar las
aulas. Ahora se dirigía hacia la última: el salón de música. Al
entrar vio el desorden que había allí: partituras por el suelo,
instrumentos en mal puesto como la mesa o el suelo, etc. Suspiró y
procedió a recoger y colocar las cosas en su lugar. Todos los
instrumentos fueron a parar a su respectivo estuche y después
puestos en el armario donde pertenecían. Este era casi como un aula
entera pues había desde flautas y trompetas a violines y
contrabajos. Su escuela estaba a favor de cultivar el talento de cada
alumno tanto en deportes como cultura, arte y música.
Sonrió contento y
procedió a barrer y fregar el piso para luego seguir y limpiar los
cristales. Media hora después acabó y suspiró satisfecho al
observar su trabajo. En ese momento vio el piano de cola y una tímida
sonrisa apareció en su rostro. Cuando era más pequeño se interesó
en tocar el piano, pero luego de inscribirse en Nami-chuu y que
empezaran a meterse con él poco a poco fue dejándolo. Se sentó en
una silla y sin pensarlo tocó algo que llevaba en su cabeza desde
hace unos meses.
18////27////18////27////18////27/////18/////27////18/////27////18////27////18////27////18///27///18////27
Caminando por los
pasillos en busca del herbívoro castaño, el moreno se encontró con
los amigos de este.
-Yo,
Hibari-senpai.-saludó el beisbolista. El peliplateado a su lado solo
gruñó enojado al verle.
-Hmp.- “dijo”
mientras fruncía el ceño.
-Etto.... ¿has visto a
Tsuna? Dijo que tenía que cumplir un castigo por llegar
tarde.-preguntó mirándole sonriendo.
-Tendría que estar
acabando de limpiar.-respondió escuetamente. No le gustaba que ellos
estuviesen ahí. Por alguna razón le molestaba que siempre se
pegaran al castaño como si fuesen lapas. Gruñó y sin escuchar lo
que estaba diciendo la lluvia continuó su camino al salón de
música, sala donde el herbívoro castaño debería de estar, pues
era la última de la lista.
Caminó hasta parar
frente a la puerta, sorprendido por lo que escuchaba. El sonido del
piano era precioso, pero no tanto como la voz que lo acompañaba.
Detrás suyo lluvia y tormenta también pararon sorprendidos al
escuchar tan dulce melodía y tan encantadora voz, preguntándose
quién sería el que cantaba y tocaba tan hermosamente. Incluso
Reborn, que había aparecido de la nada y ahora se encontraba sobre
el hombro del beisbolista, parecía estupefacto.
-Tsunayoshi....-susurró
la nube y los tres detrás suyo le miraron sin creer. ¿Estaba
diciendo que era el castaño el que tocaba y cantaba? Sin preocuparse
por los demás abrió la puerta sin hacer el más mínimo ruido y
entró, seguido por los otros tres. Allí se encontraba el ojimiel,
tocando y cantando con los ojos cerrados. Sin hacer ruido el moreno
se acercó hasta quedar a pocos pasos del contrario, pues si se
acercaba más haría notar su presencia, y se recostó contra la
pizarra del lugar, cerrando los ojos y cruzándose de brazos para
disfrutar de la bella música. La lluvia, la tormenta y el
ex-arcobaleno del sol no se movieron de la entrada, demasiado
sorprendidos como para procesar lo que pasaba.
(https://www.youtube.com/watch?v=TEsJW9KXuOc)
If I die young bury me in
satin
Lay me down on a bed of roses
Sink me in the river at dawn
Send me away with the words of a love song
oh oh oh oh
Lord make me a rainbow
I'll shine down on my mother
She'll know I'm safe with you
when she stands under my colors oh and
Life ain't always what you think it ought to be no
ain't even grey but she buries her baby
The sharp knife of a short life
I've had just enough time
If I die young bury me in satin
Lay me down on a bed of roses
Sink me in the river at dawn
Send me away with the words of a love song
The sharp knife of a short life
I've had just enough time
I'll be wearing white when I come into your kingdom
I'm as green as the ring on my little cold finger,
I've never known the loving of a woman
But it sure felt nice when she was holding my hand,
There's a girl here in town, says she'll love me forever,
Who would have thought forever could be severed by...
...the sharp knife of a short life, oh well?
I've had just enough time
A penny for my thoughts
oh no I'll sell them for a dollar
They're worth so much more after I'm a goner
And maybe then you'll hear the words I been singing?
Funny when you're dead how people start listening...
If I die young bury me in satin
Lay me down on a bed of roses
Sink me in the river at dawn
Send me away with the words of a love song
oh oh
Lay me down on a bed of roses
Sink me in the river at dawn
Send me away with the words of a love song
oh oh oh oh
Lord make me a rainbow
I'll shine down on my mother
She'll know I'm safe with you
when she stands under my colors oh and
Life ain't always what you think it ought to be no
ain't even grey but she buries her baby
The sharp knife of a short life
I've had just enough time
If I die young bury me in satin
Lay me down on a bed of roses
Sink me in the river at dawn
Send me away with the words of a love song
The sharp knife of a short life
I've had just enough time
I'll be wearing white when I come into your kingdom
I'm as green as the ring on my little cold finger,
I've never known the loving of a woman
But it sure felt nice when she was holding my hand,
There's a girl here in town, says she'll love me forever,
Who would have thought forever could be severed by...
...the sharp knife of a short life, oh well?
I've had just enough time
A penny for my thoughts
oh no I'll sell them for a dollar
They're worth so much more after I'm a goner
And maybe then you'll hear the words I been singing?
Funny when you're dead how people start listening...
If I die young bury me in satin
Lay me down on a bed of roses
Sink me in the river at dawn
Send me away with the words of a love song
oh oh
If I die young bury me in
satin
Lay me down on a bed of roses
Sink me in the river at dawn
Send me away with the words of a love song
oh oh
Lay me down on a bed of roses
Sink me in the river at dawn
Send me away with the words of a love song
oh oh
The sharp knife of a short
life well
I've had just enough time
I've had just enough time
If I die young bury me in
satin
Lay me down
Lay me down
Durante unos momentos el
silencio reinó la sala totalmente. Poco a poco tanto castaño como
moreno fueron abriendo los ojos. En ese momento el ojimiel notó la
presencia de alguien más y giró abriendo los ojos enormemente al
ver no solo a su guardián de la nube, sino también a la lluvia,
tormenta y a su tutor.
Se sonrojó hasta las
orejas y abrió la boca para decir algo, pero ningún sonido salía
de ella. Estaba demasiado avergonzado como para conseguir decir algo
coherente. Sus amigos y tutor por otro lado seguían estupefactos así
que tampoco dijeron nada.
El moreno en cambio
sonrió. No una sonrisa de lado ni una maliciosa. Era una sonrisa
genuina que demostraba felicidad y cariño. Él había estado
escuchando la letra y comprendió muchas cosas del menor. Pero lo que
más le llamó la atención e impactó fue que este no estaba
asustado de morir, sino más bien parecía agradecido con el tiempo
que tenía todavía por vivir. Se acercó lentamente al ojimiel, se
agachó un poco para quedar a la altura del contrario, pues este
seguía sentado, y le besó. Un tierno, dulce y casto beso, que sacó
de su estupor a los otros tres hombres de la sala, pero que dejó en
estado de shock al castaño.
-Cantas y tocas precioso
Tsunayoshi.-le dijo en voz baja, pero que fue oído por todos los
presentes. Ante esas palabras y el acto de recién el menor se
sonrojó a más no poder, pero también sintió como algo húmedo
bajaba por sus mejillas. No entendía porqué, pero estaba llorando
por esas lindas palabras. Nunca imaginó que alguien le diría eso
después de escucharle. Asintió y bajó la cabeza al notar que el
llanto no cesaba. La nube volvió a sonreír y le atrajo hasta su
pecho para que se desahogara. El castaño no se opuso y apoyando la
cabeza en el torso contrario lloró con todas sus fuerzas a la vez
que agarraba la camisa del contrario como si la vida dependiera de
ello y sentía unos fuertes brazos rodearle. No sabía porqué,
pero.... si de algo estaba seguro era que sentía que tenía que
estar entre esos brazos. Porque simplemente se sentía bien, feliz y
protegido. Sabía que era el lugar que le pertenecía y no pensaba
abandonarlo.
Por otra parte el
peliplateado estaba en shock por todo lo acontecido. Después de
superar la sorpresa de escuchar cantar y tocar a su querido décimo,
iba a gritarle enojado al moreno por atreverse a besarlo, pero al ver
como el castaño comenzaba a llorar aferrándose al mayor su enojo
desapareció. Sintió una mano en su hombro y miró sorprendido al
moreno a su lado el cual le sonreía, para luego acercar una de sus
manos a sus mejillas y secar algunas lágrimas. Su sorpresa aumentó
pues no había notado que también había comenzado a llorar.
Escondió su rostro en el hombro contrario y tampoco se reprimió en
dejar salir el llanto. Como la nube, la lluvia abrazó con fuerza al
contrario, transmitiéndole tranquilidad y seguridad.
Reborn observó a su
alumno y sonrió con sinceridad. No solo había descubierto una
habilidad que este poseía sino que entendió que el castaño por fin
había aceptado el puesto que le correspondía. Después de todo esa
canción lo había dicho todo. Sin más se fue dejando a las parejas
a solas.
No habían habido
palabras melosas ni confesiones espectaculares, pero se notaba que
desde ese día tanto lluvia y tormenta como nube y cielo no se
separarían por nada del mundo.
......FIN......
...........
.....
..
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario